Capítulo II

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El jueves amaneció igual que siempre: nublado, y al igual que todas las mañanas, luego de bañarme, tomaba desayuno

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El jueves amaneció igual que siempre: nublado, y al igual que todas las mañanas, luego de bañarme, tomaba desayuno.

—"Seguimos con los hechos de la noche anterior. En donde tres jóvenes perdieron la vida, siendo asesinados en el metro de la ciudad" —decían en la radio.

Dejé mi café y subí el volumen, escuché que aquellos jóvenes trabajaban para Thomas Wayne y que este había manifestado el pésame en la noche anterior en un noticiero. Usualmente veo televisión en la noche, pero en esos meses, lo dejé ya que leía y analizaba libros de medicina para mis cursos y eso me quitaba tiempo. Me hubiera gustado ver como se expresaba Wayne en el noticiero, quería ver si en verdad estaba apenado o si lo usaba para ganar votos.

— "Al parecer, gran parte de Gótica está de acuerdo con el triple asesinato que fue causado con un arma de fuego, según indicó el médico forense" —dijo el locutor—. "Pocos testigos decían que era un payaso, hablando literalmente. Estaba con el rostro pintado, pero no lo vieron claro, ya que corrió y habían pocas personas."

Casi dejaba caer la taza en el lavadero, pero pude sostenerla. Abrí el caño y lavé el plato, el tenedor y la taza que había usado. De fondo, se escuchaban a los oyentes que llamaban a la central de radio y compartían sus opiniones, en su mayoría, apoyando a la violencia. Esa era mi ciudad Gótica.

Ese hecho traería graves consecuencias, no solo para la ciudad (que está apoyando el asesinato), sino para cada persona que trabajaba de payaso. Ya me imaginaba, la policía irrumpiendo en sus casas o trabajos, acosándolos constantemente por la culpa de uno. ¿Realmente la violencia es la respuesta? No sabría responder. Incluso los héroes recurren a ella.

Me dirigí hacia el baño y antes de entrar vi la hora, eran las seis y media de la mañana, aún tenía tiempo, pues mis clases iniciaban a las ocho. Mientras me lavaba los dientes recordaba lo escuchado en la radio antes de apagarla, en especial la palabra "payaso". Me miré al espejo, vi asustada a mis propios ojos azules y me agaché para escupir la pasta dental mezclada con agua. Recordé a Arthur Fleck y lo sucedido en la noche anterior.

El teléfono sonó y apartó a Fleck de mis pensamientos. Sequé mi boca y me senté en mi cama. Estaba confundida, ¿quién llamaba tan temprano?

—¿Aló? —contesté.

—Hola —su voz era muy bajita.

—¿Hola?

—Soy Arthur Fleck.

Hablando del rey de Gótica, digo, Roma.

—Hola —respondí calmada—. No pensé que llamaría tan temprano.

—¿Te desperté? Oh cielos... —su voz podría ir de lo más alto hasta lo más bajo— Disculpa, disculpa, disculpa, disculpa...

—No, descuide, ya estaba despierta —intenté calmarlo hablando de manera tranquila.

Arthur «Arthur Fleck»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora