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"Querido Lauti.

Me encantas tanto, me siento tan perdida, simplemente ya no puedo soportarlo más ¿Sabías qué te ves tan lindo al sonreír? ¿Sabías qué tus pupilas se agrandan cuando vez que alguien te regalo un poco de su comida? ¿Sabías qué me muero por llenarte de besos?.

No puedo evitarlo, mis amigos están cansados, dicen que mi comportamiento me hace ver como si fuera una loca, pero no puedo dejar de hacerlo, con solo verte mi corazón hace ¡Pum! Ellos se ríen, dicen que no tendría que emocionarme, después de todo tu reputación no es tan buena que digamos, todos te conocen por ser mujeriego.

No me importa, no me importa que mires a otras pibas, que las beses y abraces, que te acuestes con todas; no me importa porque... No sos mio.

Me duele admitirlo, siento que se me forma un nudo en la garganta, que mis lagrimas amenazan con salir. Pero no puedo decir nada, vos no me amas, pero vos... Vos...

No se, me enamoras con cualquier cosa que haces... Es algo que me cansa demasiado.

Te amo...

-Anónima."

Lautaro decidió leer la carta al llegar a su casa, se percato que esta era diferente a las otras. Habían lagrimas que evitaban que se leyeran algunas palabras, sentía culpa ya que había hecho que una chica llorara por él.

Sentía la necesidad de saber quien es, así que llamo a Lichi. Le explico que no podía soportar mas las intriga, Lichi suspiro, le respondió que estaba de acuerdo, que le ayudaría a saber.

Así que se preparo para dormir, a la mañana siguiente se encargaria de averiguar quien era esa chica.

Encontraria a la dueña de esos sentimientos.

Querido Lauti-Lauti VeraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora