Capítulo 7. 17/10/2019.

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-¡Eres tú! -dijo emocionada y me abrazo- ooh pequeña como haz crecido.

-¿Lo crees? Pero... No sé quién eres -ella abrió la boca con tristeza.

-Claro.. no puedes recordar, solo eras una niña -miro al suelo.- pero no importa ven -me tomo de las manos. -soy Mirana.

-La reina blanca -dije sin saber porque.

-¿Me recuerdas Alicia? -me miro con emoción y sus manos levantadas ¿Era un tig?

-No. Solamente lo dije. -sonrei. - aunque... Creo recordar algunas cosas como -mire para todos lados- los gemelos, me recuerdan tanto a mis primas... Y creo haber visto al Señor conejo alguna vez...

-Quizas si -ella me miró, su mirada era profunda- Creo que aún no estás preparada para volver.

-¿Volver? -pregunte extrañada.

-Si, a este mundo... -se alejó con su manos a la altura de sus hombros- No estás preparada ¡Alicia!... ¡Alicia!... -gritaba, luego deje de escuchar gritar mi nombre, ya escuchaba otra voz una que ya conocía.

-¡Alicia! Despierta -golpesitos en mi rostro.

-¿Dónde estoy? -pregunte llevando mi mano a mi cabeza.

-Estabas tirada en la calle, gracias a la señora Rufina que te vio y te trajo.

«Esa mujer... Es un milagro que lo haga»

-¿Estas segura mamá? -dije mirando por todos lados, no pudo haber sido un sueño o por culpa de un golpe, no, no y no.

-Si. Ya vuelvo traere más hielo para tu golpe en la frente -ella salió y yo me levanté a mirar al espejo, aún tenía mareos, y si, allí estaba un pequeño golpe -¿Fue un sueño? No lo creo.

-¿Qué no puedes crees? -mi mamá entro.

-Que todo esto es una... ¡Mamá no quiero casarme! No lo amo. -la enfrente, ella dejo caer el recipiente con hielos.

-Alicia, entiende es por tu bien.

-No, es por tú bien -apunte con mi dedo índice- por tu bien económico, yo no quiero dinero yo quiero ser feliz con lo que tenga, no seré feliz con alguien a quien no amo.

-Tu no entiendes, no sabes lo que dices -junto los hielos y estaba por irce.

-Tu no sabes tú no entiendes... Te preocupas por ti y no por mi... Es por ti por tus gastos y gustos, no te importa entregar a tu hija en manos de un hombre a quien no conoces.

-Se termino esta discusión -dicho eso salió.

—Siempre me deja hablando sola... Qué piensa, porque no me escucha, acaso soy un títere -hablaba sola y Miraba mis retratos. -¿Qué debo hacer?, No quiero esto para mí vida... Si tan solo hubiera una solución.

Me quedé allí sentada en mi cama, pensando en mi padre quizás si él estuviera todo sería distinto, pero claro, como dicen todo pasa por algo ¿Qué me pasaría a mi ahora?. Faltan días quisiera que no pasará nunca.
Sería un sueño todo lo que e visto, pero cómo sería posible era tan real, esos dos niños gorditos, el conejo y la Reina blanca, se que ya los había visto ¿Pero dónde?.
Decidí meterme al escritorio viejo de mi padre, mi madre no quería que entrará ahí, pero ¿Qué es lo que mi madre no quería que hiciera?, Me proibia todo, ya estaba cansada.

—Libros... Más libros, bueno, ya se de dónde erede lo obsesionada por libros pero lastimosamente mi madre no quería verme con ningún libro, no se cómo me permitía la pintura. -hablaba bajo y sola, pase mis dedos por los muebles tenía mucho polvo y es que nadie limpiaba. —¿Qué es esto? - dije limpiando un libro enorme y dejándo sobre el escritorio. Abrí el libro.

El Sombrerero y AliciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora