-¿Y si Alicia no puede? ¿Qué pasará? -me pregunto el saueso.
-Ella podrá -conteste.
-¿Por qué estás tan segura? -lo mire y lo acaricie.
-Porque esto es lo que muchos llaman destino, aunque otros quieren llamar casualidad. -lo mire a Bayard y el me miró y sonrió. - solo bastará que los dos puedan encontrarse.
-Tanto debo caminar -una vez más hablaba sola y es que camine mucho para nada, aún noce dónde está el castillo de la reina roja. - y ¿Quién será? De verdad a ella no la recuerdo y aunque creo que es mejor, tan mala dicen que es... Solo espero poder usar esto con ella -pare y mire mi espada- Hay no que digo... Yo no sirvo para ésto, para erir no...
Escuché ruidos, camine lento y pude ver sobre las tinieblas el castillo y enorme movientos. No vi, solo sentí, choque con alguien, no quise hablar, se levanto, me miró, mi corazón se aceleró, él dibujó un sonrisa en sus labios, yo suspiré.
Sentí como si me habrasaran, él se acerco más a mi, nuevamente me miró y sonrió, yo solo pude responder con un suspiro una vez más.
Allí estaba él, por quien mi corazón sin conocerlo se había enamorado o quizás lo conocía y mi mente me jugaba una mala pasada.
Me tomo de la mano y luego de mi síntura, era extraño pero una melodía comenzó a sonar, el cielo se iluminó era la luna, justamente comenzamos a bailarBailábamos bajo la luna, era extraño pero bonito, sentí como mi corazón quería salir por mi boca, nuestras miradas eran fijas, como si todo a nuestro alrededor dependiera de eso.
Mi mirada luego se fijó en su boca, la cuál recorde que trace en mi cuadro.—Mi amor ¿Dónde estabas? -dijo en mi oído- durante todo el tiempo que yo te busqué.
—¡Lo siento! Es que estuve ocupada... Aunque para serte sincera ahora no entiendo en qué.
En ese instante la noche se hizo día pero no se fue la luna. Éramos dos extraños bailando bajo la luna.
—Lo sabía -dije a mi saueso- debemos ir donde ellos.
Monte a mi caballo y Bayard salió corriendo, íbamos lo más rápido que podíamos a dirección del castillo. Al llegar allí mis ojos se iluminaron, los dos bailaban y por fin la luna y el sol volvieron a brillar otra vez, aunque la neblina permanecía.
Los dos bailaban sin importar lo que sucedía a su alrededor. Sin importar quiénes los miraban.
Allí estaba mi hermana, con su boca abierta, había perdido una vez más, la corona volvió volando hacia mi, era Cheshire quien me lo traía. En ese momento todos los que estaban allí volvían a creer en el amor, la neblina desaparecia de apoco.—¡Lo logro! Alicia lo logro -decia Bayard.
Luego todos aplaudían su baile pero ellos parecían no escuchar.
—Alicia... Mi pequeña Alicia.
—Y tu... Te e visto en mis sueños.
—No fueron sueños..
—¡Sombrerero! Perderá la cabeza -grito la reina roja, el tomo de mi mano y miro al cielo.
—Temo que la que ya perdio fuiste tú.
—¿Sombrerero? -lo mire- Mi amado Sombrerero. -el sonrió.
—Cortenle la cabeza a los dos -grito, pero nadie podía obedecer sus órdenes, tocó su cabeza - ¡Noooooooo! -fue un grito desgarrador.
Los soldados que antes fueron de ellas ahora la llevan al calabozo. Aunque la reina blanca sintió pena pero era lo mejor que podía hacer.
—¿Sabes lo mucho que te espere? -acarisio mi rostro.
—Y yo... Creí estar loca.
—Eso es lo que me dicen -rei- en realidad me llaman loco todo el tiempo.
—Pero sabes algo... - él hizo seña de no- las mejores personas lo están.
—¡Alicia! -me caso del rostro- ¿Qué pasará ahora?
—No lo sé.
—¿Me dejaras? -lo abraze.
—Temo que no. -el sonrió.
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El Sombrerero y Alicia
Short StoryRecuerdo a la pequeña Alicia como si fue ayer que la vi correr por el gran jardín. allí esta, con su vestido rosa y su sonrisa encantadora. Claro que ahora está más grande ¿17 años tendrá?, de seguro ya no se recuerda de mi... Pero yo aún la recuer...