Capítulo 3

4.6K 275 166
                                    


El taconeo que hacía al caminar, conseguía que la gente mirara hacia ella.

— ¿Se puede saber a dónde vas? — preguntó Draco alcanzándola.

— A mi casa...

— Nuestra, ahora.

— No te confundas. Tú eres un invitado de tu hermana... y no me toques mucho las narices, no va a hacer que acabes en un hotel.

— ¿Contigo?

Hermione se quedó muda, y Draco sonrió sensualmente. Demasiado tarde para contestar, aunque decían mejor tarde que nunca.

— Sigue soñando... — contestó y se giró para marcharse.

Sin ningún esfuerzo, él la retuvo.

— No seas así, Hermione. ¿Qué te cuesta acompañarme?

— ¿Costarme? Nada... pero como eres tan grosero.

Él volvió a sonreír.

— ¿Grosero? ¿He sido grosero? Te pido disculpas.

Hermione vaciló. ¿Le estaba tomando el pelo o qué? Miró a los ojos color gris que la miraban sonrientes. Dios, era realmente guapo. Más que guapo, era hermoso... y además sólo le bastaba cerrar los ojos para verlo desnudo y que todo su cuerpo se encendiera.

Sin querer carraspeó para quitarse de la cabeza aquellos impuros pensamientos.

Ella había tenido una cita ese día y él la había echado a perder. Bueno, él con ayuda de ella. Quizás, si no se hubiera pasado la gran mayoría de la cita maldiciendo a Luna y a su hermano, Neville se hubiera quedado y no habría salido espantado. Pero ya ¿Qué remedio le quedaba?

Estaba en un lugar lejano de su casa, sin coche, y sin ninguna gana de gastarse un dineral en un taxi que la devolviera sana y salva a su casa.

— Sé rápido, porque quiero volver ya a casa.— ¿Una copa? — preguntó él.

— Rápido.

— No tan rápido... no te vayas a atragantar.

Hermione lo miró. La frase había sonado tan... la había dicho de una forma tan... ¡Dios! La chica se llevó una mano a la cara, que se había tornado de rojo. ¡Maldito fuese! Ella, que casi nunca se avergonzaba, ella, que pasaba de la gran mayoría de las personas... ¡Se estaba ruborizada por aquel cretino!

Lo que había que ver...

— Bueno, vamos a hacerlo.

— ¿El qué?

— Tomarnos la copa, Hermione. ¿Qué pensabas?

Hermione lo miró. Necesitaba una ducha... o mejor una nevera hasta arriba de hielo, porque aquellas indirectas que a ella le sonaban muy directas, le estaban embotando la cabeza.

Y al parecer no entendía... no entendía las cosas bien.

— Está bien. Pero la tomamos rápido.

— Es mejor ir lento, Hermione... sino se te sube.

— Sí, sí... — contestó ella descartando la opción de un nuevo mensaje — vamos ya. Que quiero llegar pronto a la cama... digo a casa — se corrigió de inmediato.

Dios ¿En qué estaba pensando? Aquello no era normal en ella. Siguió a Draco hasta la barra y ambos pidieron una bebida. Hermione, como él había dicho, se la tomó despacio. No quería... que se le subiese a la cabeza el alcohol y no iba a tomarse una Coca-Cola porque ella no acabaría con sus nervios.

Por el contrario los aumentaría.

— ¿Y tú acompañante? — preguntó Hermione para evitar dejar de pensar.

— Se había ido, justo cuando te oí.

— ¿La dejaste irse sola? Vaya...

— Creo que mi amigo es mayorcito como para ir solo a casa... a menos que me confunda de persona, claro está.

— Ah.

— ¿No vamos? — preguntó él terminando de un trago la copa y depositando el dinero de la cuenta.

— Okey... — dijo ella y lo imitó, con la excepción del dinero.

Sus tacones la hacían balancearse. Bueno, quizás aceptar tomar esa copa después de la casi botella de vino que se había bebido no era una de sus mejores ideas. Pero ya... ¿Qué podía hacer, más que intentar caminar derecha?

Un brazo fuerte la rodeó por la cintura y ella alzó la cabeza para ver a Draco con una media sonrisa. Su cuerpo grande y cálido estaba pegado al suyo y la hacía sentirse... bien.

Soltando un suspiro se dejó guiar hasta el coche y luego se dejó caer sobre el asiento del copiloto sintiéndose un poco mareada, pero no mucho.

— Bonito coche — murmuró ella.

Una ducha diferente [Dramione]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora