Capítulo 9

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Hermione cogió el tenedor, y pinchó un trozo de lechuga, antes de pinchar uno de carne para llevárselo a la boca con cuidado. Miraba a Draco comer de reojo. Debía de confesar que no lo estaba pasando del todo mal. Habían dado un paseo en coche, y Draco la había llevado a un lugar bonito, un lugar en el que podían observar la playa mientras comía, y eso le gustaba.

Habían visto el sol ocultarse juntos, y eso era algo que provocaba un extraño sentimiento en la castaña.

— ¿Qué quieres hacer después de comer? — Draco interrumpió el silencio y miró a Hermione, mientras bebía agua.

— ¿Nos vamos a casa?

— Si es temprano...

— ¿Y?

— Por favor, Hermione. Vale, sé que no me he comportado como el mejor de los caballeros, pero es que nuestro encuentro no ha sido normal.

— Aja... — tenía que ignorar el nudo que crecía en su estómago.

— Luna se va a llevar algunos días fueras.

— Si...

—...y nosotros debemos de convivir bajo el mismo techo — Ella guardó silencio.

— Lo sé. ¿A dónde quieres llegar? — preguntó con curiosidad.

— Pues... que podríamos hacer una especie de tregua.

— ¿Una tregua?

— Aja... podemos comenzar por llevarnos bien y dejar de actuar... seamos normales.

— Yo no he estado actuando — se defendió ella.

— Pero si has estado a la defensiva.

— Normal... debo tener cuidado con los tipos como tú...

— ¿Con los tipos como yo? — Preguntó él divertido — creo que es la segunda vez que me dices eso.

— Puede ser...

— No me has contestado.

— Tú me entiendes...

— ¿De verdad? Las mujeres son complicadas, y creo que tú más.

— Puedo decir lo mismo de los hombres.

Draco rió y ella no pudo evitar reír con él, ¿Qué más hacer? En el fondo le caía bien... y pensaba que era un buen tipo... pero muy en el fondo... Vale, ¿a quién pretendía engañar? Porque a sí misma no lo conseguía; le caía bien. Le resultaba divertido aunque a veces la irritase con aquellos comentarios, o colándose en su cuarto de baño y arrebatándole la toalla para manosearla con ternura, y precipitación.

Vale, no le caía tan bien.

Lo miró a los ojos, y sintió un nudo abrasador en su garganta que bajó a su estómago y comenzó a comenzarse en un calor líquido entre sus piernas. Las cuales juntó para intentar impedirlo. En vano.

— ¿Qué decías? — preguntó ella.

— La tregua... ¿la aceptas?

— ¿Dejarás de decir cosas de mí y de colarte en mi cuarto de baño?

— Lo intentaré.

— Bien... al final del día te contestaré.

Él sonrió negando con la cabeza. Era como una niña caprichosa... que le fascinaba. Con aquel rostro angelical y aquel pelo castaño. La pasión que quería sentir con ella, para apagar el deseo de su cuerpo.

— A la playa — dijo Hermione.

— ¿Qué?

— Después de comer, a la playa.

Una ducha diferente [Dramione]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora