IX

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IX

A empujones, el rubio le llevó hasta la pieza que antes había ocupado.

—¿Qué hiciste con mi Albert?—estaba segura de que tarde o temprano, la mataría.

—¿Tu Albert? —se burlo—. ¿Te burlas de mí? —noto la expresión dudosa de la enfermera.

—Sabes bien, que eres mi eterno príncipe de la colina.

—Entonces; ven conmigo esta vez —suplico—. Para siempre, solos; tú y yo. Lejos de todo y de todos…

—¿Qué? Por supuesto que no. No; después de lo que has hecho —no comprendía la demencia del empresario—. No; después de que has asesinado a toda tu familia.

—¿Yo? —sonrió con ironía, descansando una mano en la cintura—. Si así lo prefieres; aceptare toda la culpa…

Un incómodo silencio se instaló entre ambos, mientras la luz parpadeaba, augurando un posible corte de energía.

—Sí; Candy. Fui yo —comento, pero ella aún no entendía nada o no quería entender—. ¿Estás contenta ahora?

—Albert; no entiendo nada de lo que dices —estaba sumamente asustada.

—He hecho todo lo que me has pedido —comenzaba a desesperarse—. ¿Acaso pretendes seguir jugando conmigo o me dirás qué no recuerdas nada?

—Albert; yo… yo no…

—Todo fue tu plan. ¡Tu maldito plan! Cuando matamos a Elroy tú habías sido la más feliz. ¿Recuerdas? Cuando fue el turno de Archie, me confesaste tu amor.

—¡Basta! ¡Cállate! Sólo son mentiras…

—Y cuando dijiste que era el turno de Terry; prometiste que serías mía para siempre… —calló de rodillas, arrastrando esas últimas palabras—. Tú misma terminaste con él... ¿Por qué? Candy; ¿por qué me haces esto ahora?...

—Yo no… yo no hice nada…

En el instante en que su querido príncipe le dedicada una mirada suplicante, algún objeto extraño estalló en la cabeza del hombre postrado a sus pies; dejándole momentáneamente confundido.

—Candy; ¿Estás bien? —Catherine le había rescatado—. Tranquila; he llamado a la policía; vienen en camino. No deben tardar…

La enfermera salió con prisa, buscando algo para amarrar a aquel sujeto; mientras Candy seguía ahí, observándole, tirado a sus pies.

—Es tu culpa… —musito con seguridad, revelado la verdadera consciencia del ser del espejo, aquella que hasta ese momento no había querido admitir y que después de aquella declaración, se vio forzada a aceptar—. Todo pudo haber salido perfecto, pero tuviste que venir a buscarme —una sonrisa se dibujaba en su rostro—. Fuiste tú. Tú fallaste, tú los mataste —le vio comenzando a despertar—. Tú los mataste y también intentaste matarme a mi…

Justo en ese momento; un par de policías entraron y con violencia; le esposaron, levantaron y se llevaron al joven patriarca, aún desorientado.

—¡Candy! ¡Por favor; Candy! ¡Huyamos juntos! ¡No dejes que me lleven! ¡Tú sabes que sería incapaz de hacerte daño! ¡Candy! —era cierto; él jamás le haría daño

—Tú los mataste… —murmuro ella, aún sin moverse del punto en el que estaba, mientras una extraña sonrisa se dibujaba en su rostro—. Y también intentaste matarme… —eso último era mentira; sabía muy bien que aquel hombre prefería morir en sus manos, antes que hacerle daño.

De no ser porque había ido a buscarla, todo su plan habría salido a la perfección. Pero ahora estaba sola y aún anhelaba deshacerse de los Leegan.

—Te sacaré de ahí… —entonces decretó mientras salía y caminaba con calma, siguiendo al grupo que sujetaba a su querido príncipe—. ¡Albert! ¡No permitiré que te retengan! ¡Yo fui testigo de que no hiciste nada! —le aviso y volvió a musitar—. Te sacare de ahí y volveremos a estar juntos. Esta vez será para siempre... —sonrió con malicia.

X – x – X – x - X

Ultina edición, octubre 2019

Este el es ultimo capitulo de la primera parte.

Luego de haber llegado a este punto, para la segunda parte me fue dicifil evitar lo sanguinario, aunque conserva la escencia misteriosa, o eso quieto creer.

La publicación sera a partir del 27 de Octubre, en horario nocturno.

Besos

Monse

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