VIII

100 16 6
                                    

VIII

Asustada, Candy no entendía que había sucedido. Estaba por iniciar su encomienda, cuando escucho el sonido de alguien detrás, luego oyó otra cosa cayendo con un fuerte golpe y reacciono, encontrándose en la pieza contigua; tras su compañera que yacía en el suelo, con una clara herida en la nuca.

—¿Catherine? —desde la puerta, con una mano cubrió su boca en una mueca de confusión, antes de acercarse a la chica—. ¿Qué sucedió? —sabia que en ese instante no tendría una respuesta, no obstante se agachó tratando de hacer algo por ella; quien por fortuna seguía con vida.

—Tú; me perteneces…

Desde el instante en que reacciono, pudo sentir aquella presencia. Tenía la misma sensación que experimentaba ante aquel ser del espejo.

Tenía miedo y sin embargo no tenía intención de flaquear; lo enfrentaría. Así le fuera la vida en ello, no podía permitir más desgracias.

—No te pertenezco —se levantó con calma—. ¡Ni a ti, ni a nadie! —volteo con decisión—. ¡¿Albert?! —la confusión quedó plasmada en su faz.

—Eres mía… —murmuro con el rostro ensombrecido y la cabeza agachada.

—Albert; ¿Qué sucede? ¿qué haces aquí? Te hemos buscado por mucho tiempo… —detuvo sus dudas, al pensar que aquel hombre frente a ella, no era el mismo al que conocía desde niña—. ¿Albert?

—Eres mía. Sólo mía… —rio, de manera tan sutil, que helo la sangre de la rubia.

Entonces lo supo, entre diversas cavilaciones. Las piernas le temblaban, la garganta se le seco, era incapaz de un solo movimiento, mientras que el hombre ante ella le miró fijamente.

—¿Qué hiciste con Archie? —pregunto, presa de una oleada de curiosidad.

—Lo sabes bien. Archie descansa —sonreía de manera macabra—. Sumergido, al lado de su prometida, en lo más profundo de su portal. Ahora no podrá volver a jugar al don Juan; teniendo a Annie por un lado y llamándote "gatita" por el otro".

—¡Albert! ¿Qué has hecho? —no daba crédito a lo que escuchaba.

—Nadie lo sabe mejor que tú… —carcajeo; estaba fuera de sus cabales—. Elroy no salió de vacaciones; sirve de abono a las rosas de Anthony. Patty regreso de Inglaterra sin avisarte y ahora sostiene una de las paredes del portal de piedra; por eso tienes de vuelta la cajita de la felicidad... ¿También quieres que te recuerde que fue lo que le paso a Terry?

—¡Basta! —no soportaba escucharlo hablando así—. Es mentira. ¡El Albert que conozco sería incapaz de hacer algo así!

—¿Y quién ha dicho que soy el Albert del que hablas? —volvió a reír al notar que la rubia mantenía el asombro en la mirada.

—El espejo… —murmuro, tan despacio, que ella misma no se escucho.

—A ella, esto se lo hiciste tú… —se agachó junto a la chica herida.

—¡Por supuesto que no!

—Yo solo aproveché la oportunidad para volver a estar a tu lado.

—¡Déjala! —le detuvo al ver que terminaría con ella—. Ya murió… —le creyó, tomando a Candy del brazo y sacandole de ahí.

—No quiero estar aquí; necesitamos un poco más de privacidad… —se dejo llevar, antes de que su compañera recobrará el conocimiento.

—¿Qué harás conmigo? —entonces pregunto, sin imaginar lo que sucedería.

X – x – X – x – X

Última edición, octubre 2019

El EspejoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora