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Choi An Na, ¿por qué eres así?, se preguntó para sus adentros al mismo tiempo que escuchaba a sus compañeros del trabajo conversando y riendo en su camino a la salida. Por alguna razón, ella era siempre quien debía quedarse atrás a hacer las horas extras que el resto no tenía intenciones de llevar a cabo, a pesar de que no era su responsabilidad. Incluso pudo ver a su superior, el director de ventas, apagando la luz en su escritorio y siguiendo a los demás, gritando que los invitaba a comer. ¿Cuándo se había convertido en ese tipo de persona? Desde que terminó la secundaria, pasó por tantas entrevistas que le fueron difíciles de conseguir, ya fuese porque no contaba con los estudios superiores o porque alguien más la pasaba por encima con algún currículum más impactante. ¿Cómo se suponía que debía actuar? Su madre no tuvo el dinero para pagar una universidad, mucho menos mandarla a estudiar al extranjero. ¿Debía mentir? Cuando finalmente tuvo su oportunidad, terminó trabajando las veinticuatro horas del día como asistente de oficina en una empresa de ventas de productos de belleza femeninos. Ya habían golpeado y magullado tanto su orgullo en las últimas entrevistas que, cuando entró en Feminox, no fue capaz de ir en contra de lo que sus compañeros y superiores le ordenaban, y terminaron por acostumbrarse a delegarle todas las tareas, incluso cuando no era su obligación.

Si Jong Suk-ah me viera, pensó mientras escribía sin parar en el teclado de su computador, estaría muy molesto. Una sonrisa se escapó de entre sus labios al imaginarse a su mejor amigo haciendo una completa escena en las oficinas al verla trabajando más de la cuenta. Desde que se había ido años atrás después de graduarse de abogado, su único medio de comunicación eran los e-mails que se mandaban. Sin importar la distancia que los separara, él aun así se daba cuenta de la hora a la que respondía y la reprendía por quedarse despierta hasta tan tarde, así que tuvo que empezar a dejar de hablarle sobre el trabajo para que no la regañara.

Lee Jong Suk era su mejor amigo desde que tenía memoria. Sus familias habían sido vecinas por años antes de que ellos nacieran y, cuando ambos llegaron al mundo, les fue inevitable no pasar cada minuto del día juntos. Asistieron a la misma escuela desde niños, se metieron en problemas, estudiaron hasta tarde para los exámenes, fueron castigados por sus travesuras tanto con sus maestros como con sus padres, veían los mismos programas de televisión y participaban en los mismos deportes y clubes. Eran como hermanos. Tanta confianza existía entre sus padres que, al graduarse de la secundaria, ellos acordaron ayudarlos a alquilar apartamentos vecinos para que pudiesen cuidarse uno del otro. A diferencia de An Na, Jong Suk tuvo la posibilidad de seguir estudiando y, manteniendo un trabajo de medio tiempo para ayudar a sus padres con los gastos, en pocos años se convirtió en abogado. Ella, por el otro lado, seguía pasando de entrevista en entrevista, esperando encontrar una empresa que la aceptase mientras hacía su dinero como mesera de cafetería y empleada en una tienda de conveniencia. El día en que Jong Suk anunció que se había ganado una beca para estudiar y trabajar tres años en el extranjero, las dos familias se juntaron para celebrar. Fue una gran noticia, tanto para sus padres como para la madre de An Na, quien consideraba a Jong Suk también como su propio hijo.

Fue difícil al principio, tuvo que admitir la joven, quitándose las gafas y tallándose los ojos por el cansancio. Al desaparecer Jong Suk, pudo reconocer lo sola que se sentía sin su mejor amigo. Incluso se obligó a sí misma a mudarse del apartamento para no encontrarse a sí misma llorando frente a su puerta. Pero no le dijo nada de eso a él. Ani, negó, habría regresado. Probablemente no resultaba creíble para otros que su relación se hubiese basado sólo en amistad los últimos veintisiete años, desde la secundaria todos los estudiantes los consideraban una pareja hasta que se enteraban que alguno salía con alguien más. Aunque esas parejas nunca duraban porque, como era de esperarse, se sentían celosos de la confianza que existía entre ambos. No lo negaba, An Na amaba a Jong Suk. ¿Daría su vida por él? Sí, lo haría. ¿Estaba enamorada? No, no lo estaba. Y su amigo se sentía de la misma manera, por eso estaba segura de que, si le contaba que estaba pasando por un mal momento y que lo extrañaba, habría tomado el primer avión para verla.

Just Friends [Lee Jong Suk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora