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Volviendo a la realidad, An Na le indicó a Jong Suk el camino que los llevaría a su apartamento. Tenía miedo de su reacción al ver el lugar donde vivía, pero no tenía otra opción, necesitaba llegar a casa para ocuparse de su tobillo y poder cenar junto a su amigo que llevaba dos años y medio sin ver. Al tratarse de un vecindario alejado de la ciudad y se encontraba ubicado en una colina, no tenían ni un solo edificio en los alrededores, lo cual le daba a los ciudadanos la posibilidad de ver el cielo estrellado. El muchacho no se quejó por la calle en subida, demostrando la fuerza con la que seguía contando a pesar de los años, e incluso fue capaz de mantener una conversación sin demostrar en su respiración el cansancio. En pocos minutos, llegaron a un bloque de varios apartamentos idénticos, uno al lado del otro. An Na vivía en el que estaba ubicado al final de la calle, el más alto en la colina y, por consiguiente, el más barato ya que nadie quería caminar todo el trayecto hasta arriba. Siguiendo las indicaciones de Jong Suk, ella no se bajó de su espalda en ningún momento, marcó el código – despreocupada de que su amigo lo aprendiese – y entraron por la puerta. En cuanto encendió la luz, no pudo evitar arrepentirse de no saber de su visita.

Agradecía ser una persona ordenada y no tener ropa o platos sucios dando vueltas por la casa; sin embargo, era difícil hacer que un sitio como ese se viera bien sin importar cuánto lo limpiase. Como se trataba de un monoambiente, todo estaba amontonado en un espacio pequeño que debía utilizar como cocina, sala-comedor y habitación. El cuarto de baño era el único que se dividía en otra habitación. Su kitchenette era sólo dos hornallas individuales, un espacio pequeño de mesada, una heladera de tamaño mediano, algunos cajones y un lavamanos, y la habitación estaba al otro lado con un colchón en el suelo cubierto por un edredón celeste, un escritorio repleto de carpetas, libros y documentos del trabajo, una silla y un armario. Dividiendo ambos espacios, estaba la sala-comedor, la cual consistía en una mesa redonda con dos sillas, unos estantes que había comprado y colocado ella misma meses atrás y una televisión pequeña y vieja. Sin embargo, a pesar de que luciese diminuto y humilde, An Na había hecho lo posible para adaptarlo a su gusto y adornarlo con cuadros coloridos que conseguía en ferias, fotografías impresas que pegaba en las paredes y luces navideñas. Me gusta este lugar, pensó mientras Jong Suk la dejaba en el suelo y lo veía dar un vistazo con el ceño fruncido, porque es mío.

Entretanto la muchacha tomaba asiento, su amigo llevó a cabo un corto paseo, examinando la solidez de sus muebles y el funcionamiento de sus aparatos. También anduvo por su habitación, mirando la pila de trabajo que tenía en el escritorio y estudiando la cantidad de muestras gratis que tenía del trabajo, en lugar de comprar productos por su propia cuenta. Estaba demasiado cansada para soportar una discusión, en especial tratándose de la primera vez que se veía después de tanto tiempo, por lo que An Na lo llamó y le pidió que le entregara las compras de la farmacia. Él, en cambio, no se las entregó, se sentó en la silla de enfrente y se palmó el muslo, indicándole que apoyara su pie. ¿Cuándo fue la última vez que alguien cuidó de mí?, se preguntó.

- Deberías pedir el día libre mañana – expuso Jong Suk al mismo tiempo que le vendaba el tobillo y la mitad del pie.

- Estoy bien, con descansar esta noche será suficiente – se apresuró en aclarar, quitándole seriedad al asunto -. ¿Te gustaría quedarte a comer? Traje ramyeon.

El joven alzó la cabeza con una sonrisa y asintió.

- Ne, no he probado ramyeon en dos años y medio. El tuyo siempre fue el mejor.

Con ayuda de su amigo debido a su convalecencia, ambos acomodaron las compras que había hecho, pusieron a hervir el agua, prepararon kimchi que su madre le había mandado algunos días atrás y cortaron algunos vegetales. An Na se avergonzó al notar que sólo tenía un huevo, pero lo preparó de todas maneras y se lo dio a Jong Suk porque era su invitado. No pusieron platos y se limitaron en colocar la olla en medio de la mesa, sobre un plato de madera. Como en los viejos tiempos, la muchacha usó la tapa de vidrio para comer mientras Jong Suk lo hacía desde la misma cacerola. Por fortuna, contaba con dos juegos de palillos porque Moo Young a veces iba a su apartamento, aunque no se lo dijo a su amigo.

Just Friends [Lee Jong Suk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora