La gran mansión permanecía en completo silencio. Los criados habían terminado sus tareas y se habían marchado para darles privacidad a sus señores y los animales habían enmudecido como si supiesen lo que estaba ocurriendo en aquel lugar. Incluso habían callado la madera que solía crujir con cada paso y el viento que golpeaba las ventanas, respetando el dolor que debía sentir aquella familia que observaba en silencio a su hijo pequeño tendido en la cama. La fiebre había aumentado durante el día y el médico hacía todo lo posible por mejorar su estado, pero se veía incapaz de hacer nada. Había visto aquello más veces de las que le hubiese gustado, niños pequeños que sucumbían a la fiebre y se deterioraban poco a poco hasta su muerte.
La enfermedad había llegado de improviso. De la noche a la mañana, el joven conde había dejado de jugar en el exterior debido a una tos severa que acabó derivando en noches en vela y llamadas aterrorizadas al médico. El buen doctor hizo todo lo que estaba en sus manos, pero fue incapaz de evitar que las fuerzas le abandonasen y comenzase a pasar más tiempo en la cama de las que un niño debería. Había rezado cada noche para no tener que dar malas noticias, pero se veía incapaz de postergarlo más. Lo único que conseguirían con los tratamientos era hacerle sufrir hasta el último de sus días. Había llegado la hora de prepararse y aceptar la realidad: el heredero de los Blackthorn iba a morir.
El llanto desconsolado de unos padres que debían aceptar que su hijo no viviría acabó con el silencio que les rodeaba. Los médicos no podían hacer nada por su heredero y nadie más podía ayudarles. Era hora de despedirse de su pequeño, el único de sus descendientes al que habían amado y que consiguió que el amor surgiese de un matrimonio falso.
***
La pequeña cabaña en el bosque parecía inofensiva, un intruso en aquel bosque aterrador. Los árboles se habían formado a su alrededor como un muro inquebrantable, protegiendo al hombre que allí vivía. Los lobos aullaban y las ramas crujían sin descanso colaborando a que los osados aventureros quisiesen dar marcha atrás. Nadie se atrevía a acercarse, todo el mundo prefería ignorar aquel lugar y fingir que solo era una leyenda más. Sin embargo, aquellos lo suficientemente osados para creer en el hechicero y todas las historias que le rodeaban, aquellos que necesitaban su ayuda con tanta desesperación como para traspasar las diferentes barreras, lograban alcanzarle.
Esa noche, un hombre y una mujer encapuchados se adentraron en el bosque con la única compañía de su fiel caballo y la vela que iluminaba su camino. Alcanzaron la cabaña de madrugada y, a pesar de sentirse aterrorizados de todo lo que les rodeaba, no dudaron en llamar a la puerta. Esperaron pacientemente, necesitaban con urgencia su ayuda y no se marcharían de allí hasta conseguir una audiencia con el hombre que tenía a todo el pueblo aterrorizado.
— Adelante —Dijo una voz juvenil que provenía de su interior.
Apretando con fuerza sus manos entrelazadas, abrieron la vieja puerta de madera y se adentraron en su interior. La calidez del fuego les hizo entrar en calor con rapidez, sus mejillas recuperando el color que el frío del exterior les había arrebatado. Miraron a su alrededor asombrados al encontrarse con una sala acogedora y modesta. No había elementos extraños para pociones ni nada aterrador como habían esperado. Ni siquiera el dueño era como imaginaban. Se trataba de un hombre joven que preparaba una infusión que olía realmente bien y que los miraba con una sonrisa triste.
— Siento mucho lo que le está ocurriendo a su hijo —Les indicó las sillas con un leve gesto para que se sentasen y ellos obedecieron un poco aturdidos—. No os preocupéis, nadie ha filtrado la información. Sé todo lo que ocurre en la ciudad —Sirvió el contenido de la olla en una taza y volvió a mirarlos—. ¿Quieren un poco de té?
— No, gracias —Contestó el conde, irguiéndose para mostrar los años de educación que había recibido gracias a su título—. Estábamos aquí buscando...
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Historias de una ciudad (Fictober 2019)
Fiksi PenggemarUna ciudad con miles de historias que merecen ser contadas. » Historia de mi propia invención, si alguien ve que ha sido copiada, que me avise. La he creado con todo mi cariño. » Todos los relatos incluidos en esta historia son parte del reto Fictob...