Capítulo 15

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Draco atravesó el pasillo y abrió con cuidado la puerta de la habitación de invitados. Entró y fue hasta la cama.

Metió a Hermione en la cama completamente exhausta. Habían pasado una hora bastante movidita donde el baño les sirvió como lugar para muchos, muchos juegos sexuales y al final, en el último de los orgasmos, se quedó sin fuerzas.

Le depositó un beso en la sien y se levantó — Trataré de conseguirte tiempo antes de que Scorpius irrumpa aquí.

— Eres un salvaje — Insultó ella — No siento mi cuerpo.

— Eso pasa por tener un cuerpo tan increíblemente sexy — Replicó él acercándose de nuevo y besándola en la boca — Es para mí... Siempre que me aceptes — Hermione movió su mano y la subió por la pierna de Draco hacia su pene. Empezó a acariciarlo sobre el albornoz y éste le respondió con vigor — Será mejor que salga de aquí antes de que me tientes.

— Yo no te tiento... — Dijo haciendo un puchero.

— Esa boquita tuya va a estar muy ocupada dentro de poco — Contestó él viendo cómo ella se sonrojaba y apartaba la mano de su polla.

— Mejor te vas.

— Si... Descansa un rato. Entretendré a Scorpius y después podemos llamar para saber algo de tu apartamento — Ella se incorporó de golpe en la cama asustada. Todo su cuerpo se tensó ante los recuerdos y empezó a temblar — Ya, ya... Tranquila. Respira... — Asistió Draco sentándose en la cama — No debí habértelo recordado.

— Tengo que irme, Draco... Si Theodore sabe que no he dormido allí él...

— ¿Qué hará? — Hermione lo miró.

— Te matará.

— Que lo intente — Gruñó él — Que intente hacer daño a lo que más quiero.

— Pero tú... Astoria...

Draco suspiró al oír el nombre de su esposa. No había querido que nadie se acercara a él de esa manera y, sin embargo, al final había sido él mismo quien buscara a Hermione.

— Astoria fue mi esposa durante siete años, Hermione. La amaba con locura y cuando se marchó... No quería volver a pasar por ello, volver a perder a la persona que más te importa en la vida solo porque la amas es doloroso.

— ¿Qué ha cambiado ahora, Draco? Me rechazaste... — Recordó mordiéndose el labio. Draco llevó uno de sus dedos hasta el labio y lo acarició haciendo que dejara de mordérselo.

— Tú, Hermione. Cuando ese hombre te cogió de malos modos... Cuando has estado a punto de morir... Me di cuenta de que estaba sintiendo lo mismo que cuando perdí a Astoria. Tu misma te has hecho un hueco en mi corazón y no quería darme cuenta de ello. Has tenido que estar en peligro para saberlo, y ahora quiero mantenerte protegida a mi lado. Conmigo.

— Draco... — Susurró ella sobre su dedo y le dio un beso al mismo. Los ojos de él se oscurecieron por el deseo de seguir pero se levantó de la cama.

— Mejor nos damos espacio o voy a acabar en esa cama durante otra hora más. No tienes que preocuparte por Theodore, ese tipo no volverá a acercarse a ti. Me ocuparé de las reparaciones de tu casa a partir de mañana, si quieres.

— No. Yo puedo ocuparme. Necesito tener algo que hacer.

— Está bien. Pero llevarás protección. Alguno de mis hombres de confianza estará siempre contigo. No quiero correr riesgos.

— ¿Y tú?

— Se defenderme. Tu ex nunca se ha enfrentado a alguien que sepa plantarle cara.

— No lo sé. Cambió mucho hace unos años. Antes no era así.

Draco quiso profundizar en ello pero la voz de Scorpius desde las escaleras le avisó que la paciencia de su hijo ya había llegado a su fin. Además, estaría hambriento. Besó a Hermione y la empujó para que se echara en la cama antes de salir de la habitación.

— ¿Qué quieres que hagamos para desayunar? — Preguntó en voz alta para detener a Scorpius antes de que subiera las escaleras.


* * *


Veinte minutos después Hermione bajaba las escaleras vestida con unos pantalones de malla azules y una camiseta negra. Iba despacio oyendo discutir a Draco y Scorpius y riéndose por dentro.

Al parecer estaban intentando preparar un bizcocho, pero las cosas no salían como debían.

— ¡Que no papá! ¡¡Eso no se echa!!

— ¿Cómo qué no? En la receta dice que sí.

— Pero la harina se echa lo último.

— Aquí no dice nada. Hay que mezclar todos los ingredientes, ¿qué más da el orden?

— Hermione no lo hace así.

— ¿Ah no?

— No — Contestó ella desde el marco de la puerta.

— ¡Hermione! — Gritó Scorpius soltando la cuchara con la que removía los huevos del bol y corriendo hacia ella.

Lo abrazó con ternura deleitándose en la sensación de tener a ese pequeño entre sus brazos. Lo amaba con locura. Miró entonces a Draco. También lo amaba y no podría vivir sin ellos. Comprendía perfectamente a Draco cuando no había querido implicarse en otra relación después de su esposa.

— ¿Intentan hacer un bizcocho? — Le preguntó Hermione.

— ¡Sí! Quería hacerlo y subirte un pedazo pero papá no sabe y la receta no viene bien.

— ¿Y si lo hacemos los tres juntos? — Sugirió Draco.

— ¡Sí! — Gritó Scorpius cogiendo de la mano a Hermione para acercarla hasta Draco. Una mirada fugaz entre ellos, y unas caricias entre sus manos por detrás de Scorpius, fueron todo lo que pudieron decirse.

— A ver, ¿qué han echado ya? — Preguntó mirando el bol.

— Los huevos y el azúcar.

— También limón — Intervino Draco.

Hermione miró la receta — ¿Y el aceite y el yogur?

— ¿No puede ir al final? — Preguntó Draco.

— No. Esas dos cosas van antes. Si echas primero la harina harías el bizcocho en base a lo líquido que esté la mezcla con los huevos, pero en cuanto añades algo más líquido perderías el punto. Siempre se usa la harina al final junto con la levadura.

— ¿Ves? Papá eres tonto.

— Gracias, Scorpius.

Hermione se echó a reír delante de ellos sin poder evitarlo. Le encantaba poder formar parte de algo tan hermoso como una familia. Y saber que Draco la amaba tanto como ella a él, la hacía la mujer más feliz del mundo.

— Me parece que Hermione se está riendo de nosotros.

— Merece una lección — Lanzó Scorpius.

— Creo que sí.

— ¡No! — Exclamó ella saliendo corriendo de la cocina, perseguida por ellos dos.

Una clase de amor [Dramione]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora