Levanner

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                                                Él.

Llevaba escondido aproximadamente media hora y todo estaba sin ningún cambio aparente, los anómalos seguían allí cerca de mi, tan cerca que me aterraba.


Muchas veces tuve que contener la respiración para que no descubrieran la posición de mi escondite.


Sentía que podían escuchar mi respiración y lo rápido que latía mi corazón. No podía parar de pensar en Annie, tal vez al estar aquí esperando como inútil, estaba perdiendo valioso tiempo junto a ella, en que ya la habría encontrado y estaría ideando algo para acabar con este suspenso

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Cerré los ojos y recordé su pelo, sus ojos, su sonrisa y lo valiente que era, aunque no lo aparentara. Un sentimiento de tristeza me invadió, quizás no podría volver a verla de nuevo.


La extrañaba tenia que admitirlo, la extrañaba muchísimo.

En ese momento me di cuenta de que ya no sabia vivir sin ella. ¿Que seria de mi si le pasaba algo? ¿Qué me estaba pasando? ¿Por qué pensaba tanto en ella? No podía sacarla de mi cabeza sabía, que ella dependía de mi tanto como lo que yo dependía de ella.

En un mundo destruído y extraño como este, con todo lo sucedido ella era un pilar muy importante en mi vida. De hecho era el único pilar, no había nada como ella, la había conocido de una forma muy extraña, poco inusual , bueno, nada inusual. No es típico que de un día a otro todo se vuelva en nada. Pero aún así me encantó conocerla.

Alto, conocerla, hablo como si ya estuviera muerta. No. No lo está. Yo sé que no lo está, lo presiento.


Estaba intentando ser el héroe pero no era la mejor opción, tal vez nada funcionaría y terminaríamos muertos los dos.


Dejé de pensar en tantas estupideces por el simple hecho de sentirme un imbécil, yo solo me había metido en esta situación, dejándome sin poder hacer nada por ella

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Estaba allí escondido entre bolsas de basura y desechos, me sentía prepotente, me estaba volviendo loco allí dentro. Tal vez Annie está en peligro y me necesita ahora, tal vez cada segundo que pasa es un segundo valioso que podría salvarla. Y yo aquí como un cobarde, debía hacer algo ahora. No podía seguir esperando, no podría perdonarme jamás si por mi culpa a ella le ocurría algo. Debía ser fuerte, valiente. Así como lo fue ella cuando yo se lo pedí.


Solo quedaban unas pocas cuadras para llegar al edificio, la tenía tan cerca que me llegaba a doler.


Decidí que nada me impediría llegar, no cuando estaba tan cerca. Ni esas cosas, ni nada.
Respire profundo y salí de mi escondite lo más sigiloso que pude, con tanta cautela de no hacer ruido al sacar las bolsas, pero era casi imposible, cada paso que daba para salir de ahí, era como si mil ramas de árbol crujieran delatando mi escondite.


Haciéndome visible a todo peligro, corrí como pude pero algo me lo impidió, el miedo me paralizó, comencé a temblar, el sudor me ahogaba y mi respiración se aceleraba.


Estaba frente a frente de uno de esos animales y no había nada que pudiera evitar un trágico final.

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