Ella.
Le sonreí para tranquilizarlo, no sabía que mas hacer. Se estaba desangrando muy rápido, pero en su rostro no veía ninguna mueca de dolor, nada. Su camiseta ya estaba casi completamente empapada y se comenzaba a formar un charco de sangre debajo de él.
- ¿Te duele mucho?
-Sorprendentemente, no. No me duele, para nada.
- ¿Qué?
- Eso, no me duele, no siento nada.
-Tal vez no sientes nada porque has perdido mucha sangre.
-No, no me estas entendiendo. No sentí nada cuando me hirió.
Fruncí el seño y lo deje pasar, tal vez era mejor que no sintiera nada. Como pude lo tome por debajo de los hombros e intente levantarlo, pesaba bastante y me costó mucho levantarlo, Levanner intentaba ayudarme, pero cada vez que hacia fuerza, mas sangre salía de su herida. Pase su brazo por mis hombros y comencé a caminar lentamente, tratando de no hacer ruido, si una de esas cosas apareció estaríamos muertos. Le pase un arma que había encontrado tirada en la calle a Levanner.
-Si algo aparece vas a tener que ser tú el que dispare.
-Claro.
Caminamos lentamente y muy pegados a la pared, no avanzábamos mucho y eso me ponía nerviosa, lo único que quería era encontrar una casa. Desaparecer de ahí, volver a la normalidad, que terminara esta pesadilla. Como quisiera que la camioneta no se hubiera quedado parada de repente.
Estaba muy cansada el peso de los bolsos que llevaba y de Levanner, me estaban agotando rápidamente. El sudor corría por mi frente. Levanner me miraba preocupado.
- ¿Estás segura que puedes seguir?
-Claro que si, además no nos queda de otra.
-Tal vez pueda ayudarte.
-No, cuando intentas soportar tu peso, la herida sangra más.
Levanner cerró los ojos, se que en su cabeza se formaba una guerra entre ayudarme o no.
- Ni lo pienses Levanner.
-Está bien.
Luego de unos 15 minutos llegamos a un lugar donde solo había edificios de departamentos. Rápidamente camine hacia uno, con mucho esfuerzo subimos las escaleras, deje a Levanner sentado en los escalones, mientras intentaba pensar en un modo de entrar. Intenté abrir la puerta pero obviamente estaba cerrada.
-Diablos...
-Intenta con la ventana.
Milagrosamente la ventana estaba abierta, me di la vuelta y mire a Levanner, tenía su mano presionando la herida. No perdí más tiempo y me deslice por la ventana. Corrí a buscar las llaves de la puerta ya que Levanner no sería capaz de pasar por la ventana, las llaves se encontraban tiradas en el piso, cerca de la puerta. Abrí la puerta y tomé nuevamente a Levanner, entramos y de manera rápida lo lleve a un dormitorio, lo recosté y le quite la camiseta. No pensé ni en mirarlo, ni en el pudor que pudiera sentir.
La herida no se veía bien, sangraba sin parar. Corrí al baño en busca de un botiquín para poder limpiarla y hacerle un torniquete.Abrí un closet que estaba ubicado al lado de la ventana, tenía todo desordenado, como solía mantener el mío a los 15 años.
Saqué una sábana color crema que estaba a punto de caer por la presión de toda la ropa yacida ahí. “Con esto podré detener un poco la hemorragia” pensaba para mis adentros, sin demostrar mi preocupación con mis ojos para evitar que Levanner se sintiera peor.
Miraba a Levanner de reojo, como cada vez el color de su piel se desvanecía, no podía dejar que le pasara algo.
-No te duerma Levanner, por favor, no lo hagas – Le decía entre gritos disimulando mi terror por perderlo.
Doblé como pude la sabana y la pasé con el mayor de los cuidados alrededor de su torso desnudo con sangre. Lo amarré fuertemente, haciendo un nudo del otro lado de la herida.
-Debo buscar medicina, en estas condiciones sin medicina, te pondrás cada vez peor
- Annie, no me dejes – decía entre delirios pero con una voz muy cálida y tranquila.
Me senté cerca de él, mirando cada parte de su cuerpo.
- Tengo que ir, es por tu bien. Mi papá era químico farmacéutico, cuando pequeña curioseaba entre sus escritos y libros; además de que muchas veces me unía a sus clases mientras explicaba sobre medicamentos. Cada frasquito que encontraba, corría donde él a preguntarle qué hacía y para qué servía, yo sé que te puedo ayudar, déjame ayudarte, no sé qué haría si algo te pasara… - mis palabras dependía de un hilo, hablaba muy rápido y las lágrimas se asomaban en mis ojos.
Me tomó la mano con tanta delicadeza que sentía desvanecerme ante él, como si miles de pétalos de flores me rozaran la mano y brotaran la paz misma de ellas.
-Tienes que estar tranquila, todo va a pasar – me acariciaba mi mano con su fría mano
- Yo soy la que debería estar calmándote ahora, no tú a mí. – dije entre sollozos
- No me dejes aquí, quédate conmigo, no me mantendré despierto si te vas. Me debilito sin ti.
- Levanner, sabes que es necesario, y no demoraré más que un par de minutos, ni siquiera voy tan lejos. Volveré.
- No vayas, es solo un rasguñito
- No bromees con eso
- ¿Volverás sana y salva?
- Sana y salva.
Me paré pero no me soltaba de la mano.
-Antes de que te vaya quiero decirte algo… donde nunca sabemos lo que va a pasar mejor te lo digo ahora en vez de desaprovechar una oportunidad valiosa.
Me volví a sentar, tomé su mano las mías, evitando apretar mucho, lo sentía tan firme en su voz pero su cuerpo estaba tan frágil.
-Te escucho, pero cada segundo que pasa es importante.
- Por eso, cada segundo contigo se ha vuelto importante en mí.
Mis mejillas comenzaban a sonrojarse.
-En el periodo en que esas cosas nos separaron – continuó- me di cuenta que no era nada sin ti, me sentía tan solo, te necesitaba, te extrañaba.
- Estamos solos, nos sentiremos solos sin el otro. –intenté desviar la mirada, sólo me concentraba en acariciar su mano, ver cada venita que se le marcaba en la piel.
- Annie, ¿entiendes lo que intento decir? Jamás he sido bueno en esto, quizás este mundo esté destruido pero tú eres lo único que ilumina el abismo por el cual estamos cayendo. Puedo sonar muy cursi, pero tengo que decirlo, no soy nada sin ti. Y yo sé que tú no pudiste evitar pensar en mi, veo tu preocupación por mí, sé que no soy el único que siente esto. – sonaba nervioso.
Lo miré a los ojos y pude notar la sinceridad en ellos y sus bellos ojos contemplando cada segmento de mi cara. Escuchaba cada una de sus palabras con tanta ternura, decodificando cada una de ellas.
-Me siento feliz por haberte encontrado, quizás no de la forma perfecta o como en los cuentos de hada, pero el destino nos juntó y si el juego terminara ahora sería el Game Over más feliz de mi vida, si este día termina junto a ti.
-No puedo mentirte, no dejaba de pensar en ti, y sí, eres bastante cursi, pero es lo más lindo que me han dicho en mucho tiempo.
- No aguantaba más con todo esto, sentía que en cualquier momento iba a explotar y corazoncitos decorarían toda la habitación.
- Eres un cursi.
- Eres una demente.
- ¿Ahora la demente se puedo ir a buscar cosas para salvarle la vida al señor?
- No sin antes hacer mi última jugada.
Me jaló del brazo atrayéndome hacia él, quedando frente a frente, había soñado con este momento, debo admitirlo.
Lo miré por unos segundos, quería detener el tiempo y hacer este momento infinito.
-Game Over Levanner.
Nuestros labios se unieron, dejando que todas las palabras se descubrieran con un beso, todo lo callado y lo por decir, cada una de las miradas y los sentimientos, lo que necesitaba hace bastante tiempo.
-Game Over Annie.
Me volvió a besar pero esta vez de forma más apasionada, si el juego terminaba ahora, podía ser feliz junto a él.
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Experiment
Science FictionAnnie y Levanner no se conocen, pero saben que se necesitan. En una ciudad donde derrepente no hay nadie, ambos se encuentran. Lo unico en lo que pensaban era en encontrar respuestas, pero el amor no pensaba lo mismo.