Una mañana como cualquiera, T/N acude al sanatorio Smith's Grove; aquél prestigioso establecimiento para criminales dementes en el que ejerce sus servicios como enfermera general.
Sin embargo, su jornada laboral daría un giro de 180° cuando debe ha...
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Colocándose de costado, T/N fijó su vista cansada sobre el despertador. Eran apenas las cuatro de la mañana y no había logrado conciliar el sueño.
Sus ojos, aún hinchados por el llanto, batallaban para quedarse profundamente dormidos ... pero fue inutil. Con todo lo que sucedió el día de ayer, descansar era el último de sus deseos.
El sudor humedecía las sábanas arrugadas que se mantenían envueltas alrededor de sus caderas y después de lo que pareció una eternidad, una serie de imágenes que le mostraban el rostro de Michael comenzaron a hacer manifestación en su cabeza. Su cabello desaliñado, sus cejas tupidas, su mandíbula ancha, la calidez de su cuerpo; todo seguía conectado a ella. De alguna u otra forma.
En un vago intento de sucumbir a las necesidades básicas de un ser humano normal, la chica salió de las cobijas y arrastró su peso al borde de la cama, tomando asiento. Los pies de esta colgaron desde la estructura, balanceándolos perezosamente de atrás hacia adelante.
Con la espalda encorvada y las manos a las rodillas, un suspiro salió de sus pulmones. Las cosas no podían terminar así.
"... Michael." presionó los labios en una línea delgada. Nunca quiso que los eventos se salieran de control.
Es entonces que el ruido de su teléfono sonando a pocos metros del dormitorio atravesó sus tímpanos, forzandola a salir del trance en el que se hallaba. Sus falanges temblorosas sujetaron el dispositivo alambrico, atrayendolo hacia su oído.
— ... ¿Diga? — espetó la enfermera con voz apagada, sin ánimo.
— T/N, ¡necesito que vengas a Smith's Grove de inmediato! ¡Michael se ha salido de control e hirió a James cuando planearon trasladarlo a otra celda! — exclamaba la mujer al otro de la línea.
La mandíbula de la profesionista novata cayó, y las entrañas se le anudaron en un vórtice de ansiedad. Una ola de temor creciente se disipó en su pecho y las frecuencias cardíacas aumentaron progresivamente.
— ¿Qué? ¿¡Cómo qué se ha salido de control!? ¿¡Qué le hicieron!?
— ¿Es en serio? — cuestionó la ajena — James está lastimado por causa de ese monstruo, ¿¡y a ti no te interesa!? ¿¡Qué mierda ocurre contigo!?
— ¡Michael Myers no es ningún monstruo! ¿¡De acuerdo!? — un grito doloso escapó de su garganta. — ¡Voy para allá! ¡Quedate ahí y dile al resto de enfermeras que no intenten nada estúpido!
— Demasiado tarde. Una tropa de guardias va a contrarrestar la amenaza y pretenden llevárselo permanentemente ...
