Capítulo 6 : Libre

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Amy Valentina

Un gran deseo mío es ser libre como el viento, como las aves que cantan cada mañana a través de mi ventana. Mi madre dice que soy mandona y rebelde, que pobrecito del hombre que se enamore algún día de mí. Mi tía también. Siempre quiero hacer lo contrario. Si me dicen que no puedo, lo hago con más ímpetu y ganas.

Nadie entiende que odio sentirme atrapada, cautiva. Las aves tienen alas y es un pecado que las encierren o se las corten. Ellas nacieron para volar. También yo... quiero volar como cual ave, como las golondrinas o el águila, o cualquier ave que alza sus alas y vuele más alto. Aunque no tengo alas hipotéticamente. Pero las tendré algún día ¿por qué a las mujeres se las debe colocar en moldes? ¿decidir qué o en quién se deben convertir o ser? Decido quién soy y en qué me convierto.

A veces pienso que nací con algo raro en la cabeza. No puedo cambiarme aunque cada día aprendo.
Apenas cumplí diecisiete, terminé la colegiatura y me gradué de bachiller. Todos estos años fueron un suplicio obligatorio. ¿Cuántos odian estudiar? Sería la primera en levantar mi mano. Siempre he amado demasiado la música. Desde que tenía cuatro años, me hubiese dedicado a ello, veía como mi abuelo cantaba con su guitarra todo el día. Mientras la abuela le rogaba que se callara. No porque cantará mal. Sino porque era ruidoso. Así que él vio mi interés y decidió enseñarme. Al comienzo solo rasgaba las cuerdas y hacía un ruido espantoso. Todos creían que iba a destruir la guitarra del abuelo. Mis dedos eran muy pequeños. Pero a pesar de todo me hacía sentir demasiado feliz, como si de verdad fuera una cantante famosa parecida a Selena Gómez. Algún día volaré y cumpliré mis sueños más recónditos.

No hablemos de mi voz, cuando era niña decían que tenía la voz como un tarro viejo o como el ruido que se produce cuando colocas un vaso de plástico en la rueda de atrás de una bicicleta. La tía decía - tienes la voz ronca y peluda. Sí, el bullying de las tías, agradecía sólo tener una. No soportaría a otra. Me había puesto un mote ridículo. Solo porque una vez le había dicho que era colorada. Y ese mote se lo sabía hasta el energúmeno de Ethan, sabía que su tía se lo había puesto de cariño. Pero eso no evitaba que la hiciera sentir avergonzada, porque era acompañado de Fideito en referencia a mi extrema delgadez. El bullying no sólo se lo hacían a las gordas sino también a las flacas ¿díganmelo a mí? Tanto delgada o no, iba a convertirme en una gran cantante y cantaré en estadios y haría giras a través del mundo del lado de mi guitarra y mi voz que sería escuchada por todo oído melómano que se decante por la música. Tendré muchos seguidores que querrán adquirir mi estilo y repetir todo lo que yo haga. Y ese mote estúpido será olvidado. Seré la cantante Amy como Amy Whinehouse. No tan oscura pero si con su exacta tesitura de voz. Y muchos me admirarían y me ovacionarían de pie en los teatros y estadios. Salí de mi ensoñación cuando mi madre colocaba el desayuno delante de mí en la mesa. Patacón que delicia.
—Mamá y abuelita. Gracias por el delicioso desayuno. Patacón con bistec, se han pasado. —Se levantó de la mesa, dándole un beso de despedida a las dos. —Tengo que salir. Voy a mi primer día de inscripción en la universidad. — acotó muy emocionada. Pasitos pequeños para su gran sueño.

—Las gracias a tu abuela, ella cocinó tu desayuno, por ser un día especial para ti. Te acompaño hija. —Mi madre es pegajosa. Tanto como yo.
-Mamá, quiero ir sola, no es necesario. Debo ir aprendiendo a ser adulta. Además no me voy a perder.
—No quiero que vayas sola a tu primer día de universidad. Estaré aquí por pocos días, después tendrás que vertelas por ti misma —sonando agotada. Siempre teníamos una discusión constante por mi carácter. Había pensado que alejándome de casa, calmaría y le daría un poco de paz a su alma. La había atormentado por diecisiete años o eso es lo que ella decía. Ahora artomentaría a los abuelos.

—Mamá, la universidad no es como la escuela, en donde es necesario que me acompañes el primer día. - No quería ofenderla, pero me iba a sentir avergonzada, llegando con mi madre de la mano a la universidad.
—No me quites la ilusión de acompañar a mi única hija a su primer día de universidad. En qué momento te me creciste Fideito.
—Aish mamá, no te pongas cursi a estas alturas. Te quiero lo sabes, pero quiero hacer esto sola. Por eso vine a la ciudad para independizarme un poco.
—No, viniste a cumplir tu sueño de cantante con el cual no estoy tan feliz, hija porque no estudias una carrera que valga la pena. Tienes diecisiete años, recién cumplidos. Todavía no eres mayor de edad y eres mi niña. Además no estarás sola, vivirás con los abuelos. Por favor no mates a mis padres con tus ocurrencias. Paciencia con mi hija —se refirió a la abuela que la observaba, mientras sonreía.

—Mamá, ya hemos hablado sobre aquello. Está bien, solo por hoy, acompáñame. —Quería cumplir el último deseo de su madre, antes que regresara de vuelta al pueblo. Para hacerla siquiera un tantito feliz.
—¿Cuándo te vas? —sin preámbulo no pudo evitar preguntar.
—¿Qué tan rápido? ¿No me soportas? ¿Qué ya quieres que me marche?

—No quise decir eso. Solo era una pregunta —mascullé con voz ecuánime, para disimular la realidad, por mí, que se marche ya, con mis abuelos, tendría más tranquilidad y libertad, amaba a mi madre, pero ella era tan hostigosa y tan similar a mí. Por eso chocabamos, era la horma de mi zapato.

—Ah sí, excelente idea. —Su madre la conocía tan bien. Con ella no podía disimular. Le leía la mente. Lo más difícil de ser independiente es que eres fuerte sola. Era arriesgado, pero lo iba a lograr. Estaba decidido.

Corazón de Unicornio❤️🦄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora