Capítulo 3 Hay que conocernos

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Comenzó el día como siempre, me aliste para ir a la escuela, llegue a la escuela y recordé que me había olvidado el cuaderno de matemáticas en la casa, no quise volver y preferí quedarme con menos puntos, mi fatiga era grande.

Romeo no había llegado y era un poco normal en el, casi siempre llegaba unos minutos después del timbre.

Me recosté en el banco y la maestra llego, muy oportuno ¿no? pero ya da igual, levanté la cabeza y observé a lo lejos a Romeo entrando detrás de la maestra, lo seguí con la mirada hasta que paso por un lado de mi, él iba al final de la fila, cuando pasó a mi lado nuestras miradas se encontraron, pronto la aparté volviendo a ver a la maestra.

Ya que estoy en un colegio católico, todos los días por la mañana hay una oración y una reflexión, como siempre, me estaba quedando dormida sin querer. Cuando acabo la reflexión recargue mi cabeza en la paleta del banco, comenzaba a dormirme, definitivamente no me volveré a dormir a las cuatro am si me voy a levantar a las cinco y media am.

-Hola negra- llego Romeo haciendo que me sobre saltara.

-Ah, eres tú

-Si, soy yo- dijo él mirándome fijamente, después de que noto que lo ignore se fue.

Cuando se fue no volvió a sentarse frente a mi, estaba platicando con otras chicas, realmente me enojé, por que no me volvió a hablar??? Enserio lo aburrí??

No es posible que me haya dejado de hablar por ir con ellas, realmente no lo entiendo!!!

Se acabaron dos clases, una más y salíamos a descanso, en esas dos clases no me habló, solo volteaba a ver en mi dirección, yo procuraba no verlo, pero sentía un ardor en el pecho que AHH!!! no podía evitarlo.

Llego la maestra y Romeo se sentó frente a mi.

-Me extrañas te??- dijo él volteando a verme.

No le contesté y seguí escuchando a la maestra.

-En parejas van a realizar treinta preguntas respecto a la lectura ubicada en la página ciento veintiséis del libro de lectura eficaz- anunció la maestra.

-Al quieres ir conmigo?- preguntó Romeo.

-Porque no vas con tus amigas??- dije esto con un tono seco y seria.

-Por que quiero ir contigo?

-Esta bien- dije esto y me pare del banco- hay que hacer el trabajo en el piso, ya me cansé de estar sentada, me quiero acostar.

-Que diferencia.

Me acosté en el piso bocabajo  y comencé a escribir, terminamos rápido el trabajo y salí del salón, me fui con mis amigas a comer a una banca que se encuentra frente al estacionamiento, ahí no había tanta gente y me encantaba eso.

Al regresar al salón fui la primera como siempre y... el último como siempre fue Romeo me daba risa ese chico, me agradaba y se me hacía lindo.

Me enojó demasiado que Romeo me dejara de hablar, pasaron todas las clases y no me mandaba ni un mensaje y eso me estresaba.

Pasó todo un día sin hablarme, por los siguientes cuatro días no iría a la escuela por un proceso legal que me esta matando dese hace unos meses.

Cuando volví a la escuela habían cambiado a todos de lugares, a mi me mandaron al otro lado del salón y Romeo, el se quedo en donde estaba, nos separaban tres filas de bancos, cuando volví traía un piercing en el labio, cuando el me vio, se acercó demasiado a mi cara y me puso nerviosa, solo le dije que se alejara y volví a mi banco, pero el acoso no terminó ahí, el me siguió hasta que la maestra lo obligó a volver a su banco.

Cada que volteaba a ver a Romeo en el momento de la oración, el estaba observando me descaradamente, el solo me hacía sonrojar sin razón, realmente me conmovía y se me hacía lindo.

Siempre quería hablar con el, una hora antes del descanso teníamos un trabajo en equipos y ya estaba en equipo, Romeo nos pidió estar en el equipo, pero todos lo rechazaron, me daban ganas de pararme e irme con el a hacer el trabajo y realmente quería y no lo dejé de ver y quería irme, pero tenía miedo a que el supiera que me comienza a gustar y que me rechace amablemente.

Se terminó la clase y durante toda la clase lo vi trabajando solo, era el único que estaba sentado en un banco, los demás estaban en el piso y el grupos, el estaba totalmente y me sentía culpable, quería ir con el, pero realmente me aterraba también que nos hicieran burla o decirnos cosas.

En todo el salón, el era lo único bueno, lo único por lo que no quería volver a faltar a la escuela, lo miraba a lo lejos, hablando con sus amigos, tan lindo e incomprendido, me encantaría verlo sonreír ya que el siempre me hacía sonreír sin razón alguna.

Cada que podía, Romeo se sentaba por un lado de mi a jugar en el teléfono o robarme la comida, era lo mejor hablar con el.

Quién diría que con el paso del tiempo, todo esto cambiaría...

El dueño de mi tiempoWhere stories live. Discover now