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–H-hyung... Duele, ¡Ah~!

–Es sólo hasta que te acostumbres a mi, aguanta bebé-respondió el rubio.

Ambos se besaban sin prisa alguna, deleitandose del exquisito sabor dulce del contrario, disfrutando de cada rose, caricia y palabras de amor que ambos enamorados se dedicaban.

Jungkook se sentía muy bien, y joder, ¿A caso era un pecado sentirse tan bien con un dedo dentro suyo?, no lo sabía. El castaño era virgen, jamás lo habían tocado como Taehyung lo hacía. Tal vez se sentía un poco avergonzado por gemir de esa manera pero no se desanimaba por ello, al contrario, el veía el cambio que provocaba en el mayor, como sus ojos lo miraban con deseo y amor, se sentía orgulloso de si mismo, no lo negaría.

–T-tae... P-puedes meter otro más–aseguró el menor con un suave color carmín en sus mejillas.

Taehyung por su parte se sentía en la gloria misma, el también siendo virgen, casi inexperto a la hora de tener sexo se sentía demasiado orgulloso de ver a su pequeño Kokkie gemir su nombre con solo mover un dedo dentro de el, no quería imaginarse como sería cuando por fin le metiera su miembro. No era por presumir, pero estaba muy bien equipado, listo para impresionar a su pareja a pesar de ser su primera vez.

Sonrió más que gustoso complaciendo al menor metiendo dos dedos más sin previó aviso, sacándole un gemido bastante agudo y prolongado.

–Aguanta solo un poco más bebé el dolor ya pasará– aseguró el más alto besando cada sentimetro del rostro sonrojado de Jungkook, quien soltaba leves, pero audibles gemidos que lograban hacer más apretados sus pantalones.

Vió como el menor comenzo a rozar descaradamente su entrada contra sus dedos, dilatandose aún más, preparándose para ser penetrado de una buena vez.

Era la primera vez de Jungkook, joder, era algo que lo podía marcar de por vida, ¿Cómo era capaz de calentarlo tan rapido siendo virgen?, ¿Tenía experiencia?, ¿Cómo es que Taehyung término siendo tan afortunado?. No lo sabía, pero agradecía al destino poder tenerlo entre sus brazos, dándole la confianza para quitarle a Jungkook lo más preciado de un adolescente, su virginidad. Esa pequeña cosa que para algunos significaba algo muy importante y para otros no, era algo que los hacia diferente al resto, algo que aún lo marcaba como el ser más puro del mundo. Aún así, si Jungkook ya no fuese virgen, el seguirá siendo el ser más puro que Taehyung hubiese conocido.

Y Taehyung nadaria en contra de la corriente para demostrarlo.

–Taehyung.

–J-junkook... Voy a entrar– afirmó con seguridad y algo de nerviosismo, viendo como el menor asentía con su cabeza.

–Tae.

Entró lo más lento que pudo, no queriendo lastimarlo, observando como sus cejas se arrugaban y como cerraba los ojos en una clara mueca de dolor.

Era tan hermoso. Se inclinó a besarlo mientras movía sus caderas suavemente, creando un manojo de sensaciones en ambos cuerpos, no separando sus labios.

–Taehyung.

Jungkook aún no se separaba del beso, estába bastante distraído con su boca, entonses, ¿Cómo rayos podía hablar si tenía su boquita ocupada?

–Kim Taehyung, despierta por favor.

Abrió los ojos con sorpresa, cerrandolos un poco, tratando de acostumbrarse a la luz de la habitación blanca. Mirando incrédulo a su mejor amigo Jimin, quien le sonreía con alivio al verlo despertar.

–¿Q-qué paso? ¿Dónde estoy?– cuestionó sintiéndose mareado y un poco confundido.

–Estas en la enfermería de la escuela, te desmayaste en la entrada, Jungkook te cargó hasta aquí. Es un chico realmente fuerte, ¿Quién diría que Jeon Jungkook tendría más músculos que su propio Hyung?–Jimin seguía preguntando cosas sin sentido, más no era escuchado por el rubio.

"Nunca me olvides"-(TaeKook)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora