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Las mañanas ya no eran lo mismo, simplemente despertaba en espera de otro aburrido día en el que no podría ver a Kai, me estaba desesperando y mi único consuelo era releer una y otra, y otra, y otra vez las cartas que él me enviaba desde América. Lo extrañaba y mucho.

Jugar con Hana ya no era suficiente, ya no me llenaba. Yo amaba, amo, a mi hermana y con ella siempre me divertí y sentí seguro, pero no era lo mismo, Kai era muy especial a su manera, delicado y extraño, pero especial. En ocasiones pronunciaba su nombre dormido y soñaba que el regresaba y me invitaba a su casa para que le ayudara a limpiar sus juguetes.

Los días pasaban y papa solo se volvía más cruel conmigo, tenía muchos problemas en la escuela y como resultado solo me daban castigo tras castigo.

¡¿Cómo puedes ir tan atrasado en clases si te estoy pagando profesores particulares en casa?! Solía gritarme mi padre mientras me golpeaba con su puño o el cinturón de sus pantalones. No podía concentrarme, entre todas esas clases, mi alergia y el miedo que me provocaba el fracaso, simplemente no podía manejar toda esa presión.

Sentía que me asfixiaba.

Ya incluso respirar dolía, y pronunciar una palabra provocaba en mi cuerpo un terrible escalofrió pues sí me equivocaba me golpearían. Yo no era más que el niño de mami, un mocoso cobarde que se escondía tras las faldas de su madre porque se negaba a ver el fracaso que era, se negaba a aceptar que no era nada más que una jodida basura, un inútil y decepcionante estorbo que no mejoraba por mas que se le trabajara. Aquella gema brillante con la que mi padre soñaba jamás existiría, yo solo era una piedra en su camino.
Los niños me molestaban en la escuela, las maestras me miraban con lastima y desprecio, y yo no era capaz de acertar ni en una simple pregunta.

Llego un vergonzoso punto en el que incluso olvide como se escribía mi nombre ¿Patético no? Llegar un punto en el que incluso olvide cual era mi nombre... Tenko Shimura, o como me rebautizaron tras morir mis padres y ser adoptado; Shigaraki Tomura.

Me gusta ser Shigaraki, odio ser Tenko.

Los días que papa me ataba fuera de casa se volvieron más habituales de lo normal, de ser una vez a la semana paso a 4 o 5 veces, incluso hubo una semana en la que definitivamente no pude entrar a mi casa. Fue justo en esa semana donde conocí a la persona que sellaría mi destino.

Estábamos en pleno verano y yo me moría de sed, pero no me podía mover de mi lugar, estaba atado al árbol sin posibilidad de buscar algo para no deshidratar me, y entonces una voz me saco de mis tortuosos pensamientos donde me recriminaba por ser un asco.

- ¿Acaso eres un perro? -era un niño que definitivamente no conocía, nunca lo había visto antes y comencé a preguntarme que diablos hacia ese niño en el patio de la familia Chisaki- ¿O por qué razón te amarraron?

Este niño tenía el cabello color rojo y los ojos de un hermoso y brillante color azul, llevaba algunas banditas en las mejillas, su mirada era intensa, pero al mismo tiempo despreocupada. Sentí un fuerte golpeteo en el pecho, de alguna manera esto me recordó a la primera vez que Kai y yo nos vimos, estaba en exactamente la misma situación; el observándome desde la cerca y yo atado al árbol cumpliendo un castigo.

- ¿No sabes hablar acaso? -ese niño pelirrojo brinco a mi patio y tomo asiento al lado mío sin siquiera esperar una invitación- ¿O acaso eres sordo mudo?

-Estoy castigado-pensé que si le respondía se iría y me dejaría en paz, yo no estaba listo para hacer un nuevo amigo, es más, dudo que ese chico quisiera ser mi amigo, tal vez, al igual que los otros, solo venia a joderme.

- ¿Castigado? Ya veo...a ti también te ponen este tipo de castigos

No le dije nada, pero estaba un poco sorprendido de escuchar ese "también" de alguna manera me sentí aliviado al creer que este tipo de castigos era normal y que mi padre no me odiaba, que todos los padres castigaban así.

- ¡Es una gran mierda! ¿Cierto? -aquella fue la primera vez que oí una mala palabra de la boca de otro niño, en mi casa y en mi escuela ese tipo de lenguaje estaba totalmente prohibido y si lo usabas no saldrías ileso. Pero tenia razón, esto era una gran mierda-Debes estarlo pasando mal, los adultos son simplemente idiotas que castigan por cualquier estupidez ¿no lo crees?

Ese niño pelirrojo me ofreció un poco de agua de su botella y sin dudarlo la acepte ya que me moría de sed, no podía aguantar un segundo más.

-Soy Touya Todoroki, vivo aquí desde hace una semana, mi padre compro esta casa porque le queda mas cerca de su nuevo negocio, así que tuvimos que mudarnos a este lugar ¿Tú conoces bien en vecindarios? ¿Hay algún lugar divertido cerca?

¿Cómo explicarle a este desconocido que mis días me las pasaba en casa castigado? Y que solo salía cuando debía ir a la escuela o tenia que acompañar a papa a alguna reunión importante. Un chofer siempre me recogía de la puerta de la escuela y me dejaba hasta la puerta de la sala, donde mis profesores particulares me esperaban para seguir llenando mi cabeza con temas y problemas que solo me revolvían.
Este chico, Touya Todoroki, me di cuenta que no sería nunca mi amigo, él tenia toda la pinta de un chico genial, alguien que socializaria rápido y seguramente podría congeniar de inmediato con aquellos tontos cuya satisfacción consistía en hacerme miserable... que equivocado estaba.

Touya sería peor.

-No lo conozco bien, nunca me dejan salir de casa

- ¿En serio? Vaya, creo que tu padre es igual al mío

¿Igual al suyo? Ese niño empezaba a despertar mi curiosidad, apareciendo de la nada, igual que Chisaki, ayudándome cuando sentía que iba a desfallecer por la deshidratación.

-De hecho, ahora estoy castigado, pero me jode escuchar los gritos de mamá cuando papá la golpea, por eso decidí escaparme por la ventana, mientras bajaba te vi, así que vine a saludar, No pensé que los vecinos tuvieran un hijo de mi edad, solo había visto salir a una chica

Seguramente se refería a Hana.

-Y ya que estamos en la misma situación-me sorprendió mucho verlo sacar una navaja pequeña de su bolsillo izquierdo, con esta rompió la atadura que me impedía moverme de ahí- ¿Qué te parece ser compañeros de castigo?

Me extendió la mano para ayudarme a pararme, aquello era tan raro.
Las veces pasadas que me castigaban, cuando Kai aun era mi vecino, el bajaba y simplemente se quedaba conmigo charlando hasta que cumpliera con mi castigo, siempre me decía que desobedecer me metería en peores problemas y eso quitaría el tiempo para jugar juntos.

Touya en cambio me liberó, rompió las reglas.

-Vayamos a jugar, y, cuando tu padre este cerca atate de nuevo, así no se dará cuenta de que escapaste

-Pero... me meteré en problemas si él se da cuenta

-Por eso te digo que debes llegar aquí antes de que él lo haga. Sí estás tan acostumbrado a los castigos entonces ya debes tener una medida de tiempo en la que este acaba, yo la tengo con mi padre, normalmente me deja de 2 a 3 horas encerrado, así que siempre juego 2 horas exactas y vuelvo a mi encierro antes de que regrese. Simplemente has lo mismo que yo

Me dejé llevar por él, esa fue la primera vez que desobedecí a mi padre, y aunque las piernas me temblaban por el miedo, se sintió tan bien romper las reglas.

La sensación de falsa libertad que Touya me había dado me hizo sonreír como nunca antes en la vida, era como un ave enjaulada a la que le abren las puertas por primera vez para surcar el cielo.

Lo que pensé imposible, tener un nuevo amigo, se estaba haciendo realidad. ¿Era esto una señal?

Touya y Kai aparecieron para ayudarme, estando yo en la misma miserable situación de castigo. Quizás por eso Touya se mudo al mismo lugar que Kai, era esto el destino premiandome después de tanto castigo.

Finalmente podría tener un nuevo amigo.

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Gracias por leer.

ASFIXIAR [BNH]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora