Ocultar los sentimientos y proteger el corazón es la solución.

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Pasaron los días y en la universidad todo marchaba igual, aunque no había visto a Jason en ningún momento. Eso me dejaba con un poco de tensión, pero aun así estaba decidida a olvidar esa noche, la noche en la que me entregué a un falso amor, después de todo lo que había pasado no tenía por qué pensar en él. Era algo sencillo porque cuando el amor no es correspondido se olvida mejor, quizás no más rápido, quizás al comienzo duela como nunca, pero con el paso del tiempo logramos entender que ese amor no era más que un solo capricho. Que podías vivir sin él y te habías complicado, que si podías salir adelante y que la vida era más calmada sin la presencia de alguien más.

Pasé por la casa de mi madre para darle una visita, llevé su postre favorito y una flor. Entré y como de costumbre grité para que saliera de su habitación, donde pasaba la mayoría del tiempo luego de la muerte de papá. Dejé el postre sobre la mesa y me acerqué a ella para besar su frente, fui al patio trasero y puse la flor junto a la foto de mi padre que tenía sobre una pequeña mesa. Justo en la cual mi padre jugaba domino cada domingo. Fui hasta el columpio que había puesto para mi cuando más pequeña y me balanceé en el durante unos minutos, mi madre sacó un poco de limonada rosada y me hizo una seña para que fuera a tomar un poco. Sacó el postre que llevé y compartimos una agradable charla como en cada visita.

-Recuerdas cuando eras más pequeña y jugabas a las escondidas con tu padre?

-Si... Dije con una sonrisa en mi rostro. -Siempre me escondía tras la cortina, pero aun así papa fingía buscarme por toda la casa.

-Al encontrarte comenzabas a gritar y correr. El adoraba sorprenderte porque sabía que esa sería tu reacción.

-Mamá, te amo tanto... Dije con la voz un poco acortada por los sentimientos que se revolcaban dentro de mí.

-Hija, eres mi cielo. Te amo y tu padre te amó igual que yo.

Mi celular sonó interrumpiendo la conversación, me paré y caminé unos pasos y respondí.

-Buenas?

- ¿Es la 1:00, no piensas llegar a tu casa?

-Quién habla?

-Tu oficial.

-Esto debe ser una broma pesa...

-Llega, estoy aquí afuera. Apúrate, hoy es jueves nena.

-Sueña. Dije antes de finalizar la llamada y volver a donde mamá.

- ¿Quién era hija, Tu novio el policía?

- ¡Mamá, no es mi novio! No repitas eso ni en una pesadilla.

-Bueno cielo, pero es guapísimo.

-Esas personas tambien lastiman.

Rodeé mis ojos en la máxima expresión de desprecio y volvimos a hablar de las mejores conversaciones, esa donde yo era pequeña y papá seguía conmigo. Debo admitir que su partida me había afectado de una forma horrible, recuerdo que Jason vivía a mi lado para ese tiempo y papá jugaba con nosotros. Recuerdo cuando jugábamos con la manguera y lavábamos el carro de papá. Papá si me estás viendo discúlpame por haber confiado en Jason, no es la persona que conociste, no es ese príncipe que decía ser mientras jugábamos de pequeños.

Volví a mi casa a eso de las 4:00 P.M y para mi sorpresa ahí estaba el oficialito, sentado frente a mi puerta con cara de enojo, mucho enojo diría yo.

-Que haces en....

Me tomó en sus brazos y con mi llave abrió la puerta, me lanzó al sofá y comenzó a besarme con mucha furia. Uff! ¡Y Maldición!, pero que delicia se sentía todo eso. De saberlo lo hubiera llevado a mi cama la misma noche en la que me recogió en la calle. Quería que se detuviera, pero estaba tan excitada que mi boca no se resistía a esos besos. Quitó mi camisa con fuerza y mordió mis senos sin piedad alguna. Lo empujé en un momento y le grité con mucha furia.

- ¡Détente, estás loco!

- ¡Llevo horas esperándote ahí afuera, tú estás loca al hacerme eso!

-Jamás acepté tu propuesta.

Tenía tantas ganas de seguir besándolo, pero quería hacerme la fuerte un poco más.

-Y porque te negarías? Dijo mientras se acercaba lentamente y me tomaba por la cintura.

-No eres mi tipo y tienes pésima personalidad. Dije mintiéndole y mintiéndome a mí misma.

- ¿Y si te beso? ¿Y si paso mi lengua por tu cuerpo? ¿Y si te hago mía hasta la noche?

Dichas estas palabras me acostó con suavidad en la alfombra y terminó de quitar mi ropa. Me hizo suya como lo prometió... hasta la noche. Maldito, Maldito oficial, por qué sigues torturándome con tus delicias?

-Debo ir a casa a prepararme para ir a trabajar, tengo guardia.

No quería que se fuera, su delicioso cuerpo seguía tirado en el suelo y quería dormir apretada a él, pero no podía mostrarme débil ante él. No quería decirle "Ganaste".

-Bien, Buenas noches.

Tomé mi ropa y subí las escaleras para tomar un baño cuando lo sentí detrás de mí.

-No me invitas a bañarme contigo?

-Dijiste que irías a tu casa, así que no lo creo necesario.

Entró al baño desfilando ante mis derretidos ojos su cuerpo desnudo y abrió la regadera, entre sin ninguna pena, al final era mi casa. Comencé a ducharme como si el no estuviera ahí.

-Aysel, me encantas tanto. Dijo antes de tomarme en sus brazos y embestirme mientras el agua corría por nuestros cuerpos.

-Maldito, Maldito.... Dije en voz baja mientras disfrutaba del puro placer.

Me acostó en la cama y besó mi frente para luego ponerse su ropa y salir de la habitación.

-Te veré en la semana.

-No te hagas ilusiones de verme cuando te dé la gana. Respondí mientras me acomodaba en la cama para dormir.

Oficialmente EnamoradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora