Veinticinco Años Después (Fanfic THG)

Capitulo 4. La sesión privada.

Después de desayunar, me lavo los dientes y cepillo el cabello. Lo sujeto con una liga dorada y me cambio con el uniforme de entrenamiento; el pantalón negro y playera azul. Me miro al espejo y me digo a mi misma: << Haz que no te olviden >>

Salgo al comedor donde me esperan mi mentor y mi compañero tributo. Imagino lo que me dirá mi mentor; Hazlo bien, da lo mejor de ti, déjalos con la boca abierta. No me imagino lo que hará mi compañero. Mi táctica es sencilla, estos tres días han sido difíciles, y demostrare hoy todo lo que he aprendido, y lo que ya se. Bajamos en el ascensor hasta el centro de entrenamiento. Somos del 5, así que no esperare en pasar. Lo que no me dará tiempo de pensar en lo que voy a hacer. El reloj marca las 12 en punto. Pasa en chico del 1. Aquí vamos. Me siento en una esquina del comedor, apoyada en mis rodillas, temblando. 12:25. Entra la chica del 2. Trato de pensar en algo bonito pero es inútil. 1:30. Las 2. Cuando entra la chica del 4, me siento más tensa que nada. << Es solo un show nada más >> << Un show que determina si vives o mueres >>

Me quedo mirando el reloj. Viendo como las manecillas cambian de posición. Como cada segundo me hundo por entrar. Cierro los ojos y me detengo un segundo a respirar. Llaman al chico de mi distrito.

A las 3:45 me llaman a mí:

-          Kate Monrrow. Preséntese a su sesión privada.

Me levanto y me dirijo a en centro. Me seco las manos en el pantalón y me detengo las ganas de vomitar.

Lo primero que hago al entrar es ver la expresión de los vigilantes. Los cuatro vigilantes están sentados en una mesa, cansados de ver a tributos. No me ven bien, pero llamo su atención:

-          Kate Monrrow. Distrito 5.

Asienten. Al oír mi nombre todos me prestan atención, excepto el vigilante en jefe, que sigue comiendo una tarta de algo parecido a la nuez. Respiro hondo y me decido. Soy buena en el arco, los cuchillos no se me dan mal.

Me acerco al puesto de cuchillos. Este es muy raro. Es una simulación. Escojo el nivel medio. No quiero ser débil, pero si no puedo hacerlo, no lo intento, no quiero quedar como una presumida que no sabe nada. Elijo el más bonito que encuentro, con un mando de cuero y hoja de punta ligeramente alargada. Me pongo de lado y espero el primer muñeco de la simulación. Sale de arriba y aterriza a mi lado, le clavo en cuchillo en el pecho. Otros sele de debajo de la nada, uno en el cuello. Dos más de frente, se sincronizan para ser solo uno. Mato dos pájaros de un tiro. El último me encaja una flecha en la mano y me da cosquillas, le clavó el cuchillo en el ojo.

Sigo con el arco. La única cosa que no probé en los entrenamientos. Tomo el arco plateado y un carcaj con doce flechas. Pongo en la simulación el nivel medio. Salen 6 hologramas. Coloco la flecha en su posición, espero que el primero este cerca, disparo y le da justo en la cabeza, el segundo sale de mi lado izquierdo y me agacho para esquivarlo, le doy en el pecho antes de que su lanza me dé. El tercero y cuarto salen por atrás. Dejo escapar un sonido raro de mi garganta y ruedo por el suelo, una, dos flechas para acabarlos directo en el corazón. El siguiente me cae encima y lo quito de una patada, lo que sirve para lanzarle un flechazo, el cual esquiva, pero me da tiempo de acertarle en un ojo, o lo que parece serlo. El último me lanza cuchillos, uno me rosa la cara, y el otro pasa por un milímetro de mi pierna. Le doy en el hombro pero no funciona, otra flecha en el cuello, que esquiva, me asusto y le lanzo dos más que también esquiva. Me agacho cuando me lanza un hacha y pierdo las últimas dos flechas en el rápido movimiento. Me quedo sin armas, y mi única defensa... es el propio arco. Me acerco al holograma y le doy unos cuantos golpes en el que según es el cuerpo. Cae y le encajo la punta del arco en el pecho. Las luces se apagan y tengo miradas sobre mí. Estoy parada sobre el montón de lo que parecen cubitos de queso amarillo. Como si estuviera en una pose de héroe o algo así, me muevo rápido y salgo de la simulación. Estoy temblando de pies a cabeza, pero me basta para mí misma

Sigo con tiempo, sigo con fuerza: un ayudante de combate se acerca a ayudarme.

-          No te preocupes – me susurra – seré cuidadoso.

-          No tienen por qué limitarse- respondo con la voz fuerte.

Nos colocamos en posición tal y como he estado practicando. Se lanza sobre mí y yo lo esquivo dando un giro, lo tomo del brazo derecho y se lo coloco en la espalda, emite un sonido y yo me rio satisfecha. Logra zafarse y tirarme al suelo, el dolor no llega, tengo demasiada adrenalina. Me levanto a trompicadas y lista para dar una patada, me toma de la pierna y me da la vuelta, pero no seré tan tonta para caerme, no. Doy la vuelta rápidamente, lo que hace que sienta un dolor agudo en la pantorrilla, pero lo ignoro. Me suelta y le doy una patada en el costado. Cuando se mueve me agacho para bloquear el golpe, le doy en el estómago, justo debajo del ombligo. Bloqueo el puñetazo que me da en el antebrazo. Me da un puñetazo en las costillas, y me tambaleo mientras recupero la respiración. Nos miramos a los ojos, no está dispuesto aparar, no tienen compasión. Me quedan dos minutos, debo actuar rápido. Le doy una patada en la pierna, se cae y rápidamente me agacho y lo tomo del brazo, lo doy la vuelta y lo sujeto la pierna. Se queda inmóvil y quejándose.

-          ¿Eso es suficiente? - pregunto, pero no hay respuesta supongo que sí.

Me levanto y me seco el sudor de la frente. El hombre sale de la sala cojeando y por un segundo me siento culpable. Se me pasa la adrenalina y me comienza a doler el cuerpo.

-          Ya he hecho todo lo que se.

Algunos ríen, y dan su aprobación, pero el vigilante en jefe solo me mira y sigue comiendo.

Hago una reverencia y me retiro.

Solo esperare a ver el resultado.

No dormí en toda la noche pensando en mi calificación, si me beneficiara, si me perjudicara. Si me saldrá todo mal. Me saque un 11, y aun no logro pensar en que seré el objetivo de todos, seré a la primera a la que mataran.