Capítulo 3. Entrenamiento.

38 3 0
                                    

El desayuno me es familiar, leche tibia, jugo de naranja, cereal en forma de copos de nieve. Es delicioso. Estoy sola en la mesa, hasta que llega Derek y me acompaña a desayunar.

-          ¿Has decidido que hacer ya?

-          No – me responde comiendo una tarta – quizá haga aliados. ¿Tú que harás?

-          Aun no lo sé, pasar desapercibida quizá.

-          No te está yendo muy bien he.

Recuerdo la presentación, todos nos miraban solo a nosotros.

-          Quizá fue solo suerte.

Mi mentor se acerca a nosotros y nos pide que bajemos al centro de entrenamiento. Me como el último pedazo del pan, y voy a cepillar mis dientes y recogerme el cabello en un moño.

Al llegar, una chica nos da las órdenes.

-          Hoy 24 tributos de ustedes están aquí, dentro de unas semanas solo 1 seguirá con vida. Eso dependerá de lo que logren en la arena, y lo que aprendan estos tres días aquí. Hay 4 puestos obligatorios, lo demás corre por su cuenta. Háganlo.

Camino por el centro de entrenamiento, recuerdo lo que me dijo mi mentor acerca de estar aquí, según tengo que conseguir aliados, pero trabajo mejor sola. El primer puesto es de sobrevivencia, me encuentro con un tributo y comienzo una conversación no muy agradable.

-          Intentas demasiado – le digo a un chico, pero enseguida se va. Intento fallido.

Me siento en el pasto e intento hacer una pequeña fogata con musgo y ramitas. Sostengo una rama, me inclino, y la golpeo en el suelo, sale una llama enseguida. Lo consigo con facilidad, pero es algo que ya sé, no le veo el caso practicarlo más, me levanto y me dirijo a otro puesto. Lo siguiente es fuerza. Esto me va a doler. Un ayudante se acerca a mí y me saluda con la cabeza, me preparo y suelto un golpe, lo esquiva, y me tira al suelo, me levanto y seguimos luchando. Golpes que se esquivan, saltos fallidos, al final tengo tantos moretes, pero logre hacer un golpe bueno, eso me basta. Me duele el pecho y me dirijo al puesto de plantas silvestres. Las plantas no son lo mío, no salimos mucho en las fábricas del 5. De repente, me duele la cabeza y me tengo que sentar, cierro los ojos y aprieto mis puños, un segundo después no estoy en el entrenamiento, sino en mi casa del distrito 5. Veo a mi madre gritarle de cosas a mi padre.

-          ¡Por qué no cuidas a la niña! Se pudo haber matado.

-          ¡Pero no fue así!

Mis padres discuten mientras estoy recostada en la cama con vendas en mi cabeza, ahora lo recuerdo, tenía 12 años, un poco después de comenzar a trabajar con mi madre, salí de casa directo a ver a mi padre, dos días después de la cosecha. Le llevaba de comer, y me acerque a las plantas de energía y por tonta, tome una de las largas filas de alambre, eso me dio un toque y salí corriendo, pero me fallo el movimiento y me caí en un pocos, lo que hizo que me pegara en la cabeza. Desde entonces, estoy mal de la visión.

Respiro y el flashback se esfuma. No veo muchas plantas en casa, pero me ayudara en la arena, algunas son venenosas, y termino intoxicándome yo misma. Si estuviera en la arena, ya habría muerto. Otras son muy difíciles de recordar. En la agilidad son experta, entreno diario en el 5, para subir y bajar de las escaleras sin caerme, ya que no soy la mejor viendo. Así que eso será fácil, escalo la cuerda, llego en 15 segundos a la cima. Trepo por la escalera tejida y logro subir fácilmente, todos me han visto, y supongo que sí es así, y me catalogan como una chica buena, ser su objetivo, caigo de espaldas por descuidarme y me golpeó la cabeza.

Lanzas. Las cosas que más odio en el mundo. Son muy pesadas para mi pequeño cuerpo. Pero lo intento, sostengo la lanza, un ayudante me dice cómo manejarla, y al primer intento queda a la mitad del recorrido, no la lance con suficiente fuerza, me rio, y tomo otra, esta le pega al muñeco, pero no se queda, insuficiente. La tercera queda a varios metros de mi objetivo, pero al menos se pegó al muñeco. La última es la vencida. Bueno, según la tercera es la vencida, pero hasta que no lo venza, no será suficiente. La lanzo y le da a unos 4 centímetros del corazón. Con un poco más de práctica, lo lograre muy bien.

Los cuchillos son como las lanzas, solo que más pequeñas. Tomo un par de cuchillos y me dirijo al centro. Mi objetivo es el corazón de un muñeco. Lanzo el primero y no se clava. Me quedo quieta, sopesando la hazaña. Debo hacerlo mejor. El segundo se clava a un centímetro del corazón. Los siguientes dos se clavan en la cabeza e le cuello. Me siento bien, ahora sé cómo lanzar cuchillos y lanzas, y eso me servirá mucho en la arena.

La espada es una versión más alargada de un cuchillo, más corta y filosa que una lanza. Y claro más pesada y peligrosa. Aunque su aspecto no sea tan letal, en el 5 nos enseñaban que con estas cosas no se juegan. Jamás utilice una pero, se ven algo difíciles. Tomo la más bonita que posiblemente sea la más letal. Hay cinco muñecos rodeándome y cinco objetivos. Si soy lo bastante buena como para enfrentarme a un montón de simulaciones y hologramas que parecieran estar vivos, ¿por qué no lo estaría con algo que no se mueve? Pero resulta que esto es más difícil de lo que parece. Ni siquiera creo poder mover el arma sin caerme. La sostengo con ambas manos y elijo el muñeco de mi derecha para el primer ataque. Aparece un ayudante para ayudarme, un chico muy lindo, que no aparenta más de 20. Sonrió, a pesar de que no soy muy sociable y que a simple vista parezco un monstruo, también soy una chica, con hormonas en pleno crecimiento a los 15 años. Ahora que el Capitolio me arreglo los ojos con sus avanzadas tecnologías, puedo ver mejor las cosas, y si voy a morir en la arena, lo mejor es disfrutar mi corta vida. No es que haya aceptado mi muerte, pero es mejor hacerlo ahora que puedo. Me ayuda colocándome en una posición de dónde puedo golpear fuerte con una sola mano. Pero por más que lo intento no lo consigo, el ayudante solo se ríe y yo no logro hacerlo bien. Con ambas manos es diferente; sacudo la espada con tanta gracia que al hacerlo se me quitan las ganas de hacerlo de nuevo. Doy por descartado este puesto. No soy buena, y quizá lo necesite pero bueno, por hoy no. Quiero probar todo lo que haya hasta cansarme, quiero aprender todo lo posible sobre combate. Quiero tener la fuerza necesaria para ganar. El tridente, no me gustaría utilizarlo. Un machete sería útil, si fuera más fuerte que hábil. La hoz, es demasiado pesada para mi gusto. El bate, muy ingenuo y nada sutil. Por ultimo queda la cerbatana. Me gustaría probarla, a ver qué tal. Tomo como un palito de hierro con cosas dentro que parecen clavos pero más enanos. Elijo el blanco. Un círculo de papel. Tomo el aire suficiente para que valle con rapidez, la bala, el clavo, la cosa esa... se clava en un extremo del blanco. Las otras 4, creo que me perjudican en lugar de ayudarme, y temo que si tomo aire con la cerbatana en la boca, me trague una y me mate yo sola. Pero al fin consigo darle una vez, quizá en la arena, de lejos y con una buena puntería logre darle a alguien. Si es que me permito matarlo antes de cuestionar mis prejuicios.

Salgo del entrenamiento cansada, mañana será la sesión, y debo estar lista.

Veinticinco Años Después (Fanfic THG)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora