Capítulo 2.

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Capítulo 2.

AMELIA POV.

- ¡Mamáaa! ¡Ya llegué!.-Grité mientras entraba al salón principal.

-¿Mamá? -Volví a preguntar con el mismo tono de voz y fue cuando recordé que ella había tenido asuntos pendientes y que estaba sola en casa.

Todo estaba impecable. El servicio se había encargado de que todo esté tal cual mi mamá lo pidió para recibir a su mejor amiga de preparatoria. Los almohadones de los sillones en perfecto orden, las flores recién cambiadas y ni una pizca de polvo por ningún lado. 

Mi móvil marcaba las 5:45, los Jones probablemente estén aquí en media hora a lo mucho y Tyler, como siempre, no daba rastros de vida. 

Menudo idiota, me deja todo a mí.

Me aproximé al estéreo y lo prendí. Luego de ello me dejé caer en el sillón y comencé a jugar Candy Crush sin saber qué más hacer. Había sido primer día de ciclo y milagrosamente no tenía ningún pendiente que hacer. Estaba en libertad. 

Seguí jugando hasta que sentí un fuerte ruido azotar mis oídos, un timbre. 

Estaban tocando la puerta. 

-No se preocupe señorita Amelia, ya voy yo.- Dijo Marcela, la cocinera. 

-Muchas gracias Marcela.-Dije incorporándome y sacudiendo mis jeans para luego colocar mi cabello hacia un lado y mirar hacia adelante.

Una señora de cabello castaño, de la misma edad de mi madre entró con una sonrisa de oreja a oreja y detrás suyo, 2 jóvenes muy apuestos la acompañaban sosteniendo unas maletas. Fijé mi mirada en cada uno de ellos disimuladamente y me di con la sorpresa de que al más pequeño, de unos 12 años quizá,  ya lo había visto antes. ¿En televisión, quizá? ¡Vaya que sí! Era actor de una de las novelas más vistas de este país. 

Pero mi vista se fijó casi de inmediato en el otro hermano, de estatura delgada, muy alto y con más de cuatro tatuajes a la vista. Dios mío, era guapísimo. No pude calcular cuántos años podía tener, parecía de mi edad, tal vez unos dos años mayor, no más. Había dejado caer ambas maletas que sostenía y había colocado sus manos en ambos bolsillos de sus pantalones, los músculos de sus brazos se veían con total claridad. 

Enrojecí. 

La señora Laura se aclaró la garganta fijando su vista en mí y sonriendo de lado.

-Hola Amelia, tantos años querida...-Dijo acercándose a mí para luego cogerme de los hombros y envolverme en pequeño abrazo.-Estás bellísima, igual a tu madre. Por cierto, ¿dónde está?.- Preguntó mirando a su alrededor. 

-Tenía urgencias en el trabajo, ya sabe.-Sonreí.-Por favor, tomen asiento, ordenaré unas bebidas.-Terminé.

Me acerqué de inmediato a Marcela que estaba parada en una esquina observando la escena y le pedí que por favor que trajera algunos bocadillos y bebidas para nuestros nuevos convivientes. Ella asintió y caminó hacia la cocina de inmediato. 

¿Dónde mierda está Tyler?.-Pensé.

Y como si me leyera la mente, la puerta principal se abrió y un Tyler todo despeinado y con su mochila casi cayéndose de sus hombros entró con una sonrisa a flote.

-¡Buenas tardes señora Laura! Perdón por mi ausencia, estuve con unos pendientes en la universidad. Espero que mi hermana los haya acogido como se merecen.-Dijo en tono sarcástico. 

¿Pendientes? ¡Já! Seguro había estado tirándose a una de por allí. 

La señora Laura se puso de pie y sonrió de lado para luego acercarse y darle un beso suave en su mejilla en forma de saludo.

No te enamores de él.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora