18. Colisión

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Cuatro días pasaron y el ejército de Orión liderado por Ventum y Kirsha comenzó a avanzar hacia Gargammel. Fatbem no sabía qué día sería el ataque, pero aun así se mantuvo alerta con lanza, arco y flechas cerca. En esos pocos días Leo y Sirio mantuvieron entrenamiento constante, mientras que los Magna les enseñaban trucos para la batalla a Procyon y Al-Veor. En lo que podía Calea se ofrecía a ayudar, mientras que Helqá mantenía distancia observándolos con mucha atención.

Eran casi las seis de la tarde cuando, desde las ruinas de Medfi seescuchan los cuernos y las alarmas de aviso de asedio en la ciudad de Goa.

Eran casi las seis de la tarde cuando, desde las ruinas de Medfi seescuchan los cuernos y las alarmas de aviso de asedio en la ciudad de Goa

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Al-Veor montó en Cerbero junto a Fatbem, tras pedir a los demás que aguardaran allí.

— ¿Estás mal? —preguntó Fatbem a su amigo— ¡Si fui en busca de la ayuda de los Magna es porque Gargammel no puede contra Shakur!

— ¡No lo entiendes! Orión es una víbora astuta, si llega a ver a los Magna buscará la manera de obtenerlos.

— ¡Ellos no se dejarían controlar por él!

— ¡Ella tiene razón! —aseguraron los Magna.

— No estoy del todo segura —intervino Helqá, todos la miraron confundidos—. Los Tanin habrían dicho lo mismo, y ahora están aliados a Shakur. No creo que sea bueno exponerlos —Kalaldor y Edándira se miraron con inseguridad.

— ¡Entonces estamos igual que al principio! —cruzó sus brazos Fatbem.

— Sirio, Leo y Procyon tampoco pueden exponerse —dijo Al-Veor—. Orión no puede descubrir que están vivos o se volverá un serio problema.

— ¿Qué haremos entonces?

Justo cuando no lograban decidirse, dos halcones peregrinos volaron sobre ellos. Uno aterrizó sobre el hombro de Sirio, mientras que otro permaneció revoloteando sobre Helqá, ambos se miraron con estupor y coraje, mientras que los demás no lograban descifrar qué pasaría. Helqá asintió a Sirio y dijo:

— Entonces yo iré con ellos. ¡Calea, ven con nosotros!

— ¡Por supuesto! —respondió la niña alzando sus manos con disposición.

— ¡Espera! —corrió Leo a interponerse en el camino de ellas— ¿No es la misma desventaja para las Ebara ir y ser descubiertas? —Helqá lo observó muy seria.

— No te preocupes, Leo —intervino Sirio—. Si las llegasen a ver, supondrán que Helqá procede de Koma y Calea de Kamul. Mientras no piensen que son de Shakur, no habrá inconvenientes para ellas, además, son fuertes.

Tras decir eso el halcón que permanecía en el aire voló indicando que lo siguieran, Al-Veor y Fatbem en Cerbero, cabalgaron hacia la ciudad de Goa, seguidos de muy cerca por Helqá y Calea, mientras los demás permanecían en sus posiciones.

— ¿Por qué Helqá quiso ir de pronto? —preguntó Procyon.

— Lo halcones —señaló Edándira—, son los mensajeros de la reina Britias, quienes lo ven todo desde las alturas. Si nos pidieron permanecer aquí, fue por algo.

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