Cita

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Muy pocas veces soñaba, y aún menos eran las ocasiones en las que no tenía pesadillas. Sin embargo sus escasos sueños siempre eran de nubes, estrellas e incluso del espacio. Las únicas cosas que extrañaba de ser un ángel.

El infinito espacio... Siempre lo abrumaba cuando lo recordaba. Incluso ellos, seres etéreos, eran diminutos en comparación a la vastedad infinita de una de las mayores creaciones de Diosa. Era imposible no sobrecogerce ante tal inmensidad.

Las estrellas. Conocía a casi todas ellas, sus nombres, colores, las galaxias en las que las agrupaban, todo. Hasta había memorizado la ubicación de aquellas que consideraba sus favoritas ¿Y cómo no hacerlo? Después de todo él contribuyó a crearlas y a las que no, las había visto nacer desde el mismísimo polvo.

La suavidad infinita de las nubes. Creadas con la mayor de las fragilidades, solo bastaba con una leve caricia para deshacerlas en sus manos y hacer llover un fino rocío.

Sin embargo, el espacio era frío, las estrellas eran distantes y las nubes efímeras. Nada de lo que ofrecía el cielo se comparaba con su pequeño paraíso terrenal.

Abrió los ojos aún somnoliento mientras sentía como la yema de los dedos de Aziraphale acariciaban su cabello, haciendo que mantenerse despierto fuera una lucha constante. Lo contempló en silencio mientras él seguía leyendo y no pudo evitar sonreír de oreja a oreja, acomodándose un poco más sobre su pecho, dejándose mecer con suavidad por su respiración tranquila.

Cerró los ojos con calma, permitiéndose disfrutar del momento; dejándose arrullar por el suave sonido de los latidos del corazón de su ángel. Únicamente cuando sintió que se estaba quedando nuevamente dormido se decidió a tomar la mano de Aziraphale y besar con ternura su palma un par de veces para llamar su atención.

-Buenos días cariño...-Saludó el ángel besando su frente, con un tono tan dulce que en cualquier otro momento hubiera resultado empalagoso. Se sentía felíz, pleno, podía permitirse disfrutar de esa clase de mimos y quizás ser un poco menos genial de lo que le gustaba aparentar- Aún es temprano, puedes seguir durmiendo un poco más...

-Mmm... nah, ya desperté - murmuró moviéndose un poco para hacer tronar su espalda antes de abrazarlo de nuevo mientras miraba de reojo su libro, leyendo entre líneas solo para saber de qué se trataba- ¿harás algo hoy? -preguntó cuando se aburrió de la lectura.

-No realmente- murmuró con la mirada fija en su lectura, volviendo a deslizar su mano por su cabello- ¿Quieres hacer algo?

El demonio se quedó en silencio, repasando mentalmente lugares a donde ir cuando de repente una idea, una pequeña epifanía interrumpió sus pensamientos. Apoyó su mentón sobre su pecho, ya cualquier atisbo de sueño había desaparecido.

-Aziraphale -murmuró sin salir de su asombro- me di cuenta de algo...

-Dime.

-Nunca te pedí para salir.

El ángel bajó el libro y de inmediato su mirada se cruzó con la de Crowley. Hacía tiempo que se había percatado de aquel pequeño detalle pero las cosas se habían dado con tal naturalidad que en su momento no lo sintió necesario, sin embargo Crowley parecía entusiasmado por alguna razón.

-Cierto, es verdad... pero¿crees que sea necesario? Me refiero, creo que ya pasamos por ese punto.

-No, pero quiero hacerlo - sin apartar su mirada de sus ojos azules el demonio tomó su mano, permitiéndose un momento para pensar las palabras correctas. Tenía que hacerlo bien- ¿Saldrias conmigo, mi ángel?- preguntó finalmente antes de besar el dorso de su mano.

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