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Perth - 05:30:55 

Horas antes.

Una mujer joven y de baja estatura, resonaba sus tacones a mitad de la madrugada. En su Legión había tres grupos de apoyo: los primeros eran los veteranos y rangos altos, seguido por los alumnos en aprendizaje (los cuales eran elegidos para la misión que pedía la Legión de Londres) y los restantes eran aprendices para Policía. Al momento de llegar al pasillo deseado, sus manos empezaron a golpear las puertas de las habitaciones, escuchando quejas por sus respectivos dueños.

— ¿Sucedió algo, Rico? —preguntó somnolienta una rubia, que rascaba su ojo derecho con pereza al salir de su cuarto.

—Que el grupo de Leah vaya a mi oficina, ahora —ordenó.

Sus pasos iban dirigidos hacia su oficina, al fondo del estrecho pasillo, resonando sus tacones con autoridad a pesar de la lejanía. A lo lejos dejó a la chica, con los ojos algo abiertos, pensando que habrá hecho su capitana y profesora para hacerla enojar ahora.


Se sentó en su cómodo asiento, cruzando sus piernas para una postura más relajada. Su vista miraba el gran reloj, situado arriba de la puerta. Todos sabían que Rico Brzenska era una mujer muy puntual, por lo tanto, a los 10 minutos de haber estado tocando las puertas, tenía a una pequeña joven de cabellos morenos con mirada neutral. Su espalda se apoyaba sobre la pared, cerca de la puerta, mientras que su grupo de aprendices entraban y miraban curiosos la repentina llamada a tal hora de la madrugada. Ya todos estaban totalmente despiertos y sentados en los sillones. Pensaron que el grupo que eliminaron hace días, había resucitado entre los escombros.

— ¿Ocurrió algo, Rico? —decidió preguntar nuevamente Annie. Miraba de vez en cuando a su capitana, que parecía no tener indicios de formular alguna pregunta. Todavía se encontraba con una taza de café entre sus dedos.

—Sí, sucede algo muy grave, Annie —contestó secamente.

Se paró de su cómodo asiento, para empezar a rodear el escritorio. Los del grupo se miraban algo confundidos, ya que hace unos días terminaron con la mayoría de las mafias. ¿Había otra? Todos deseaban dormir tres días seguidos por las semanas de insomnio o bien quemar al gobierno de Australia por joderlos.

— ¿Se podría saber qué ocurrió? —preguntó uno de los jóvenes.

—La mafia apodada Kyojin, empezó a atacar Europa nuevamente, Jean. Las masacres incrementaron.

La mayor agarró un control remoto, el cual encendía un plasma situado a la derecha, dejando ver las noticias de Londres sobre las muertes y el terrorismo al mantener manifestaciones cada día. Parecía una catástrofe, atacando a los edificios que trabajaban políticos y supuestos empresarios. También daban algunos cortos de secuestros y la lista de desaparecidos o muertos, entre ellos niños pequeños.

— ¿Pero... eso tiene algo que ver con nosotros? —volvió a preguntar.

—Claro que tiene que ver, se especula que es una mafia o una organización que empezó todo eso y aprovecha la distracción.

—Pero los de Londres se podrán encargar de ellos, ¿no? —agregó un chico pecoso.

—Por eso se lleva a cabo esta reunión, Marco. Con la información que se pudo rescatar de la Policía Militar, hay decenas de mujeres y niños desaparecidos; los hombres que hacen daño a establecimientos específicos y son arrestados, terminan muertos en sus celdas con diferentes logos. —De una carpeta cercana sacó varias fotos con dibujos borrosos, hechos con sangre de las víctimas. La primera demostraba un edificio quemado, la segunda una niña caminando entre el bosque y la última una especie de demonio—. Puede que sea un modo de distraer a los investigadores, ya que no tienen mucha coherencia una con otras. Por otro lado, están manchando de alguna forma a los miembros de la Policía Militar y con ello a la Élite.

— ¿Y qué se supone que haremos nosotros? —la pregunta de la más alta del grupo, hizo que todos se giren a verla con obviedad.

—Lo obvio, Ymir.

—Ya ve al punto —exigió la mentora del grupo o como ella se apodaba "la niñera". Veía con cierto enojo a su comandante, sabía con certeza que había prometido un descanso. La última misión fue ser guardaespaldas de un hombre asqueroso y millonario, que fue amenazado de muerte por rebeldes que trabajaron con él y fueron sacados como perros sin paga.

—Hasta que hablas, pequeña —respondió burlona, como una madre tratando de que su hija callada saliera de su timidez.

Amaba sacarla de sus casillas, aunque a veces le volaban los tornillos. Ella la cuidó y crio como si fuera su hija. También estuvo en su lugar, ser la mentora de un grupo era algo muy importante como cansador. Antes de las nuevas reglas que hubo en la Elite, los reclutas sin sangre (traídos de la calle) terminaban siendo mentores o con cargos menores a lo que podían elegir.

—Apura que no tengo todo el tiempo.

Con un suspiro, la mayor volvió a su lugar, buscando uno de los correos enviados recientemente. Le había dicho que le respondería en unas horas, hasta poder pensar bien sus jugadas. Sabía que su gente podría morir y detestaba involucrarlos en misiones riesgosas, más si Hiddark podría ser el problema. No era muy ventajoso que supieran que trabajaban para las Naciones Unidas como simples empleados con paga mínima.

—Bueno, la Legión de Londres pidió nuestra ayuda para poder derrocar a la mafia Kyojin —informó, mirando a los adolescentes, estos mismos comían unas galletas que ella siempre dejaba como copetín en la mesa ratona. Rico puede ser seria y estricta, pero trataba a sus cadetes como hijos—. Así que ustedes irán ahora mismo a Londres, aquí ya no hay nada que hacer.

— ¿A dónde mierda nos quieres llevar? —preguntó con molestia Leah. Escuchaba las tosidas de sus alumnos, al tratar de tragar bien las galletas. Ninguno podía creer que ya se debían ir la misma noche que volvieron—. ¿Vamos ayudar a esos inútiles?

—A Londres y sí, cuida tu boca.

—Pero, ¿ellos no pueden cumplir eso? —preguntó Marco—. Parece una manifestación común.

—No, los Kyojin saben cómo actuar con cautela y eso nos preocupa, tienen indicios de ser una potencia bastante poderosa en lo que respecta en el mercado negro, ante los datos masivos por esa zona. Subió bastante el valor de actividad desde las manifestaciones. Por lo tanto, querrán atacar Australia al saber que aquí no tienen competencia en ese ámbito, si no los detenemos antes. No creo que sea algo grande como las misiones riesgosas del pasado, pero tampoco es un tema pequeño. Un avión vendrá en media hora y los quiero listos —respondió ante el silencio—. No se preocupen, saben que para esto se entrenan. Ya les quedará poco para elegir rango y los quiero capacitados.

Los menores asintieron ante su orden, empezando a irse por la puerta con algunas galletas en mano. Las únicas mujeres que estaban en la oficina eran las mayores, que se miraban con un ceño fruncido. Uno con el motivo de que se apurara y la otra con desgana escondida.

— ¿Cuánto tiempo estaremos allá? —decidió preguntar—. Sabes que yo no trabajo con...

—Hasta que terminen la misión —interrumpió sin esperar que Leah pudiera acabar su oración.

—Tengo un presentimiento de que estaremos allá por mucho tiempo, más del que me gustaría vacacionar. No tengo ganas, ya te dije que no aceptamos ayudar a otros idiotas.

—Pues ten ganas, mientras ordenas tu ropa. Yo ya di una orden.

—Tsk...


Bulletproof ❥ʟᴇᴠɪ ᴀᴄᴋᴇʀᴍᴀɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora