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Con el boleto en la mano, siges la continua línea de clientes en el circo

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Con el boleto en la mano, siges la continua línea de clientes en el circo.
Más allá de la taquilla, la única manera de avanzar es a través de una pesada cortina a rayas.
Una a una, cada persona la atraviesa desvaneciéndose de la vista. Cuando es tu turno, retiras el tejido y avanzas sólo para verte engullid@ en la oscuridad mientras la cortina se cierra nuevamente.
Le toma a tus ojos un momento para ajustarse y entonces, diminutos puntos de luz empiezan a aparecer como estrellas, revistiendo las paredes oscuras que se encuentran en frente tuyo. Y mientras momentos antes estábas muy cerca de otros aficionados al circo, tanto que casi podías tocarlos, ahora estas sol@ mientras avanzas a tientas a través del túnel laberíntico. El túnel da giros y vueltas, las diminutas luces proporcionan la única iluminación. No hay manera de discernir lo lejos que has ido o la dirección en la que te estas moviendo.

Finalmente, llegas a otra cortina. El tejido se siente tan suave como el terciopelo debajo de tus manos, se divide fácilmente cuando lo tocas. La luz del otro lado es cegadora y te toma unos segundos adaptarte. Cuando puedes ver de nuevo, notas que ahora estas en un brillante y abierto patio rodeado de carpas a rayas que abarcan todo el perímetro, convirtiéndose en un campo misterioso salpicado de luces parpadeantes.

Hay vendedores que atraviesan la multitud a tu al rededor, vendiendo refrescos, rosetas de maiz y otras rarezas, creaciones con sabor a vainilla, miel, chocolate y canela. Algodon de dulce y manzanas de caramelo.

Un contorsionista en un brillante traje negro se retuerce en una plataforma cercana, doblando su cuerpo en formas imposibles.
Un malabarista lanza globos blancos, negros y plateados a lo alto en el aire. Parecen flotar antes de caer nuevamente en sus manos, sus espectadores atentos para aplaudir.

Todo el lugar esta bañado en una resplandeciente luz. Luz que emana de una gran hoguera en el centro del patio. Al caminar cerca, se puede ver que se trata en un gran caldero de hierro negro, esta en equilibrio sobre una serie de garras. El borde se rompe en tiras largas de hierro que se encrespan, como si se hubieran derretido y separado como un caramelo. El hierro continúa encrespándose hasta que se retrae en sí mismo, entrando y saliendo entre los otros rizos, dándole el efecto de jaula. Las llamas son visibles, se elevan ligeramente por encima del borde. Se oscurecen sólo en la parte inferior, por lo que es imposible saber qué se está quemando, si es madera o carbón, o algo completamente distinto.

Te cuesta apartar la mirada, la vista del fuego es hipnotizante. Las llamas no son de color del que estas acostumbrad@ a ver sino azules pero no un simple azul, el color es mas intenso en la parte inferior de las llamas y mas claro al superior. Es hermoso y extraño.

Cuando por fin apartas la mirada, caminas y entras a la carpa mas cercana a ti. Omites ir a la carpa principal ya que lo normal es que el Master Of Ceremony de la bienvenida, y no quieres desperdiciar el tiempo ahí ya que quieres ver varias carpas y la noche no es lo sufientemete larga.

Suspendida por encima de tu cabeza hay gente. Acróbatas, artistas de trapecio. Iluminados por unas docenas de lámparas redondas que están encendidas, cuelgan de la cima de la carpa como estrellas brillantes.

No hay ninguna red abajo.

Miras la presentación desde esta ventajosa y precaria posición, directamente debajo de los ejecutantes con nada en medio.
Hay muchachas en trajes con plumas que giran a varias alturas, suspendidas por cintas que pueden manipular. Son como títeres que controlan sus propias cuerdas.

Sillas normales con piernas y espaldas actúan como trapecios.
Esferas redondas que se parecen a jaulas para pájaros se elevan y descienden mientras uno o varios equilibristas se mueven desde dentro hacia fuera de la esfera, estando de pie sobre la cima o colgando de las barras en la parte inferior.

En el centro de la carpa hay un hombre en un smoking, suspendido por una pierna que está atada con una cuerda de plata, sus manos estan atadas detrás de su espalda. Comienza a moverse, sumamente despacio. Sus brazos se alargan desde sus costados, primero uno y luego el otro, hasta que cuelguan debajo de su cabeza. Comienza a girar. Más rápido y más rápido, hasta que es sólo un aspecto borroso al final de una cuerda. Se detiene de repente y cae. La audiencia se alarma. Debajo de él sólo hay un espacio vacío, suelo duro. No puedes soportar ver. No puedes mirar a otro lado. Entonces él se detiene a la altura de los ojos de la muchedumbre. Suspendido por la cuerda de plata que ahora parece infinitamente mas larga. El sombrero de copa tranquilo sobre su cabeza, sus brazos calmadamente a sus lados. Mientras la muchedumbre recupera su calma, él levanta una mano enguantada y se quita su sombrero. Doblando la cintura, forma una dramática e invertida reverencia.

Despues de eso crees que has tenido suficiente de los acróbatas. Dejas esa carpa y caminas hasta que llegas a una carpa diferente cuyo letrero dice: "Salón de los Espejos", pero cuando entras encuentras más que un simple salón. Te satisface no encontrarte con espejos sin adornos por toda la longitud de la habitación, como medio esperabas, en su lugar te encuentras con cientos de espejos de diversos tamaños y formas, cada uno en un marco diferente.

Mientras te mueves por un espejo, este refleja tus botas, el siguiente espejo muestra sólo el espacio vacío y los espejos al otro lado. Tu bufanda no está presente en un espejo y luego regresa al siguiente.

Reflejado detrás de ti hay un hombre con un sombrero, aunque aparece en algunos espejos y en otros no. Cuando te giras no puedes localizarlo en la habitación. Luego notas algo extraño. A tu al rededor hay más clientes caminando de los que has visto dentro de los espejos.

Interesante pero extraño.

Sonríes y abandonas la carpa para dirigirte a la siguiente.

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