Circus

Dia 7

Mi muñeca quema y arde recordandome que aún me falta hacer algo. Debo cumplir con mi palabra, aún debo pagar por la pócima, el favor que Cardinal me pidió debe ser completado. No puedo perder más tiempo.

Horas después cuando todos estan ocupados haciendo los arreglos para que Shinon pueda reposar en la carpa de la casa de las muñecas, lugar donde aguardará hasta que el tiempo de su castigo se cumpla, yo me dirijo al caldero.

Las llamas azules arden en el ya sea de dia o de noche e incluso si llueve no se apaga y por eso sospecho que es la llave de este lugar, el corazón del circo, lo que le da la vida y mantiene a todos atados a este lugar.
Hoy es el ultimo dia que se les está permitido estar en esta ciudad, es el día perfecto para que todo acabe. Sólo tengo que destruirlo. 

No es algo facil, un objeto magico sólo puede ser destruido por otro objeto con magia igual o mayor asi que conjuro una espada. Esto aún es extraño para mi, no me acostumbro a la idea de tener este poder, no me gusta. Puedo vivir con el conocimiento pero no quiero tener toda esta magia, no la nesecito. No la quiero. Su propocito ya fue cumplido sólo me queda terminar con este lugar y después...

¿Que pasará después?

Observo el bello estoque en mi mano, siempre me han gustado las espadas, aunque nunca se me permitió tener una, una chica no puede tener tales cosas.

Me acerco al gran caldero negro, lista para romperlo por la mitad. Elevo mi espada tomando impulso, luego la bajo hacia mi objetivo.

—¡espera!— mi estoque se quiebra en cientos de fragmentos antes de siquiera llegar a rozar el caldero. Kirito tiene la mano extendida y una expresión de la pánico en su rostro.

—¿porque lo hiciste?— pregunto —no me detengas, debo hacerlo —

—¡no! No puedes, si lo destruyes nos condenarás a todos—llega hasta mi y me toma por los hombros —no puedes destruir ese caldero—

—¿de que estas hablando?—me alejo. —se que es la clave para liberarlos de la magia que creó el circo —

Asiente —es verdad, el caldero es lo que mantiene este lugar, pero es más de lo que imaginas, es lo que
mantiene a todos con vida—

—¿que?— mi ceño se frunce.

Pasa sus manos por su rostro —creé este lugar hace cien años, durante ese tiempo conocí a cada miembro actual del circo. ¿No lo entiendes? Ellos no embejecen porque el caldero los proteje del paso del tiempo, también les da su magia, si lo destruyes todo eso terminará y los años que no pasaron por ellos volverán. Si destruyes esto, ellos morirán. Tieze, Alice, Cardinal todos morirán en segundos—

¡No! Eso no puede ser, nunca imaginé que fuera tan importante.  Ni siquiera se me ocurrió porque nadie envejecía, pero claro, nadie puede vivir tanto sin envejecer, Kirito tiene magia propia y eso lo proteje pero los demás no ¿como no lo pensé? Pero entonces que voy hacer ahora ¿cómo voy a pagar el favor? Esa era la única forma.

—s-si no lo hago, entonces no podrás ser libre —murmuró con voz apagada y vacía.

—¿que?—

—le debo ese favor a Cardinal— hay lágrimas derramándose por mis mejillas, la marca en mi muñeca quema mucho más, ¿que pasará si no cumplo con mi palabra? —debo liberarte—

Los ojos de Kirito se abren con terror —¿eso fue lo que te dijo que hicieras? ¿El favor?—

—si, pero también quiero hacerlo, quiero que seas libre— no quiero que se moleste con ella sólo por ser buena amiga y querer que sea feliz.