— Señorita Chapman a mi oficina — ordenó Diane apenas la rubia cruzó las puertas de su mansión.
La rubia solo asintió sin decir una sola palabra. Su novia la había puesto al corriente de la situación por teléfono. Cuando estuvieron en solas en la oficina, Piper esperó unos minutos a Diane que hablara por teléfono en una esquina. No alcazaba a escucharle lo que decía, pero la notaba contenta, sonriente.
— Primero una disculpa por hacerla venir a trabajar un domingo y siendo día de las madres, pero necesitaba que agregara mi firma a las tazas que voy a regalar a las empleadas del ayuntamiento — explicaba con elegancia la mujer entregándole un cheque como pago extra.
— No se preocupe señora Vause, no tengo problema.
— Bien. Espero que si le interesa seguir recibiendo generosos cheques no abuse de la confianza que le dado — la mujer le sonreía con hipocresía mientras le hablaba — no quiero que vuelva a salir con mi hija fuera de la ciudad sin mi permiso — su sonrisa desapareció y ahora la veía fijamente como queriéndola matar.
— Señora Vause... yo realmente lo siento... era sábado y creí... — la rubia titubeaba temerosa a que la separaran de su novia.
— ¡No me interesa lo que crea! — refutó firme — aquí en la ciudad puede ir donde quiera con mi hija, fuera no. ¿Quién cuidará de ella? ¿Es consciente que es la hija de una alcaldesa? La seguridad de mi hija está encima de sus deseos tontos de divertirse, de ser libre — reviraba los ojos restándole importancia a los deseos de Alex — está advertida, señorita Chapman.
— Como usted diga, señora Vause — fue todo lo que dijo la rubia con la mirada baja.
Odiaba saber que la madre de Alex era una perra insensible. No le importaba la felicidad de ella solo mantener una imagen integra de su familia, que por cierto era falsa. La rubia conocía la realidad de esa familia por su alumna, sabía lo disfuncional que eran, la falta de cariño de la madre hacia Alex y su hermana. De alguna manera la mujer tenía razón, ni para ella era seguro salir de la ciudad, así no tenía otra alternativa que seguir las reglas de su jefa. Amaba a Alex tenía que hacer las cosas bien hasta el poder de cumplir su sueño y llevarla a ser libre.
Terminó lo más rápido que pudo el pedido de la madre de Alex. Ya estaba por irse y su novia no se despertaba aún. Se moría por verla al menos, apreciar su sonrisa, que le diera color a ese día tan triste para ella.
— Hola Pipes — la saludó Alex cuando salía del taller de arte.
— Al, te ves hermosa hoy — susurró muy bajo para no ser escuchada.
— Cariño, no tengo nada de especial, estoy igual que todos los días, bueno un poco enojada por lo de anoche — suspiró decepcionada.
— Yo te veo cada día más hermosa, mi pequeña, no estés triste hoy será un día mejor — sonrió sincera mirando fijamente los hermosos ojos de Alex.
— Vamos a besarnos al taller — propuso la muchacha.
— No creo que sea buena idea, debo irme amor.
— Pero, Pipes quiero estar contigo.
— Ve a la feria dedicada a las madres que organizó tu madre, tal vez... te veo luego.
— Pipes, amor, si te sientes mal yo puedo pasar el día contigo no me importa esa feria, mamá está insoportable es como un día normal.
— Estoy bien, preciosa — apretó la mejilla de Alex y se fue.
Alex le dio un abrazo a su madre sin decirle una palabra, estaba enojada con ella, pero ese abrazo era un acuerdo de paz al menos por ese día. A Diane no le molestó la actitud de su hija. Aprovechó para llevarla a su feria donde la presumía como artista y se vanagloriaba como la madre que apoya el talento de su hija. La muchacha no hacía nada más que sonreír con educación escuchando las falacias que salían de la boca de su madre.
ESTÁS LEYENDO
EL ARTE DE AMARLA
FanficBrochas, pinceles y corazones. Piper, una fugitiva, encuentra en Alex, su alumna, una conexión artística y emocional que la hace cuestionar todo lo que creía saber sobre el amor. ¿Podrán su pasión por el arte y su amor prohibido sobrevivir a las pru...