XII

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¿Accidente?

-Perdón, no pensé...-comencé a decir, la vergüenza me estaba comiendo la cara.

-No te preocupes, perdóname a mi por llamar tan tarde-Me interrumpió rápidamente, como si supiera que mi disculpa/excusas mal hechas fueran a ser muy largas como para oírlas.

-¡Esta bien! Yo... Yo no pensaba acostarme hasta las 11

-¿Segura?

-Claro

-Bien-Hizo silencio un momento, hasta que bajó considerablemente su tono de voz, casi un aterciopelado susurro que me provocó escalofríos-Te llamé porque me olvidé el móvil en tu casa, ¿Puedes llevármelo mañana?

Me giré un momento a la mesa del comedor, y efectivamente allí estaba. Un IPhone con carcasa de duraznos rosas olvidado y puesto a la merced de mi curiosidad, de mi tentación.

-No hay problema-respondí

Ella suspiró aliviada.

-Muchas gracias

Pudo haber terminado ahí.

Pude haber colgado luego de que ella me deseara buenas noches.

Ella pudo haber cortado cuando yo le dije que descansara bien.

Pero no lo hice.

-¿Por qué susurras?-dije durante ese instante que la llamada se detiene junto con el tiempo que vuela con las palabras que no se pronunciaron, ese instante antes que cualquiera de las dos personas cuelgue, ese momento de duda en el que ambas nos preguntábamos que mas había para decir que después no lamentáramos.

Ella no dijo nada por lo que me parecieron lo evos mas largos de la existencia, pero respondió.

-Si mi padre se entera que deje el móvil en "cualquier parte" me...-se detuvo de golpe, algo que me preocupó-Me regañará gravemente. Por esa razón... ¿Puede ser nuestro secreto?

Nuestro secreto.

Nuestro secreto.

-¿Nuestro secreto? Hablas de... ¿Un secreto tuyo y mío?-Fue la pregunta más boluda que hice en toda mi vida, pero sentía que debía asegurarme para no quedar como una tonta frente a ella en la misma noche

Escuché su suave risa por el auricular y sin darme cuenta las comisuras de mis labios se habían estirado formando una sonrisa.

-Por lo general "Nuestro" se refiere a algo tuyo y mío, Paula.-dijo con una libertad tan dulce que tardé un par de segundos en darme cuenta de la novedad de sus palabras

Paula.

Paula.

PAULA.

-¿Paula?-Se escapó de mis labios

-Sí-dijo, pero rápidamente agregó con un tono preocupado-Discúlpame, ¿No te gusta que te diga así?

-¡No, no! quiero decir, ¡Sí! solo que no me lo esperaba.

Escuché que suspiraba al otro lado de la línea.

-De acuerdo. La próxima vez te avisare antes de llamarte por tu nombre.

La imaginé sonriendo y yo también sonreí.

Y por ese instante todo fue perfecto.

Pero ese instante terminó.

Una voz fuerte, masculina e intimidante se escuchó como un grito.

-¡Ella Cala Reyes, ¿Con quién hablas tan encerrada?!

Y Reyes volvió a suspirar, pero no fue uno de alivio como todos los anteriores, fue uno de cansancio, uno que no quiere volver a pasar por la misma situación pero que no conoce una manera de evitarlo; uno de esos suspiros donde se te escapa un pedacito de alma que deja de soportar más de lo mismo.

Un suspiro que se parecía a sus ojos apagados, los que me llamaron la atención por primera vez.

-Debo colgar-habló con algo parecido a la tristeza. No, no era tristeza. Era algo mas... Algo como la decepción.-Descansa, otra vez. Te veo mañana.

-Sí... Te veo mañana.

Y no volví a escuchar su cantarina voz hasta el día siguiente.

♠︎♡

Hay muchas formas de saludar a alguien.

Puedes simplemente decirle "Hola", o " Buenos días ", o "Hey, ¿Que tal tu fin de semana?".

Eso haría alguien normal.

Pero yo dejé de ser normal cuando ví el cambio tan radical de Reyes. Y en lugar de ampararme en cualquiera de las opciones anteriores, solo me acerqué a ella con el teléfono en mano y...

-Reyes-Se lo tendí.

Ella me miró. Estaba hablando con la pelotuda de Noah, que me observaba de pies a cabeza con una cautela que no me agradaba en los más mínimo. Sin embargo, Cala me estaba sonriendo con alivio, y eso fue lo que más me importó.

-Muchas gracias.

Ese día llevaba unos jeans de cintura alta negros y una colorisa camisa dentro del pantalón, acentuando su cintura. Numerosas pulseras adornaban sus muñecas y sus uñas estaban pintadas de un rosa pálido.

Más eso no fue lo que más llamó mi atención.

Fueron sus ojos. Siempre son sus ojos los que me llaman sin descanso.

Estaban hinchados y rojos, como si hubieran llorado toda la noche.

-Reyes.-dije antes de darme cuenta

-Dime

-¿Qué te pasó?

No obstante, antes de que ella pudiera responder, la mano de Noah golpeó el pupitre de Reyes, llamando nuestra atención y mirándome con rabia.

-Tú no te metas en lo que no te importa-.me dijo, mirándome directamente a los ojos con la intención de intimidarme.

Pero no la iba a dejar hacerlo. La desafié con los ojos, pero ella tampoco cedió.

-Yo me meto donde quiera Sanz-le dije. Pero me arrepentí cuando vi a Reyes removerse incómoda.

-Gracias por preocuparte-me dijo Reyes-Pero no es nada... Sólo una mala noticia

Mala noticia

Ella C. Reyes, ¿Cuándo aprenderas a mentirme?






 Reyes, ¿Cuándo aprenderas a mentirme?

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–𝓚 𝓲𝔀𝓲

𝕸𝖊𝖓𝖙𝖊 𝕯𝖊 𝕮𝖗𝖎𝖘𝖙𝖆𝖑Donde viven las historias. Descúbrelo ahora