Revelaciones

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Antonio se había ido. Se lo había advertido pero se negó a creerlo, hasta que pasó. Ese hombre solo había sido maravilloso con ella y hasta se había ofrecido a ayudarla sin nada a cambio. Las mañanas eran frías y no tenían mucho sentido, pero tenía que seguir adelante, como lo había hecho siempre pero esta vez desde otra manera,estaba rota pero no estaba enojada y tenía más claro que nunca lo que quería hacer con su vida a partir de ese momento.
Santos estaba muy molesto con el dinero que le exigía a Bárbara, es más, había hablado con antiguos trabajadores de la tierra para que presionaran a Bárbara pero ella no estaba dispuesta a dejarlo todo asi tan facilmente. Cuando la noche cayó en el miedo Bárbara y Santos se reunieron

-¿Qué quieres Bárbara? Ya dije lo que...-
-Callate, tengo una sola cosa que decirte... Voy a pagarte todo lo que quieres-
-Me alegra que hayas...-
-Pero con una sola condición- Santos solo oía
-Vas a limpiar mi nombre en todo el pueblo, vas a desmentir todo lo que has estado diciendo de mí y me vas a respetar. De ahora y para siempre-
-¿Te has vuelto loca? Las cosas que dije son verdad-
-Eso tú no lo sabes pero si quieres tu dinero vas a tener que aceptar porque tú te crees muy importante solo por haber dicho mentiras sobre mí pero te aseguro que no me conoces-
-No se si me molesta más tener que hacerte caso a ti, que eres una mujer o depender de ti... Esta bien, lo haré-
-Te dare la mitad del dinero hoy y la otra cuando hayas limpiado todo mi nombre-

Así fue, Bárbara le dio todo el dinero que tenía en ese momento y Luzardo se fue tranquilo. La otra parte del dinero no estaba pero sabía que iba a tardar un poco limpiar su nombre porque aquel hombre se había encargado bien de ensuciarlo, algo que en ese momento le daba ventaja.
Esa tarde salió hacía el rancho de Antonio y lo miró desde lejos esperando que volviera pero nada pasó. Lo extrañaba y mucho pero no era solo eso, tambien se sentía preocupada; los trabajos en las centrales de petróleo solían ser muy arriesgadas. Podía soportar no tenerlo cerca pero no perderlo para siempre, no como ya había pasado.

Casi durante un mes repitió la misma secuencia todas las noches; del miedo al rancho esperando verlo pero nada pasaba. Una mañana decidió hacerle una visita a Melesio quien se encontraba trabajando en Altamira. Cuando llegó allí vio lo cambiada que estaba la hacienda. Estaba renovada, lista para brillar.
Al entrar se dirigió al cuarto donde los trabajadores guardaban sus herramientas pero en el camino oyó algo

-Santos...-
-Marisela, hacía mucho tiempo que sentía esto por ti-
-No espera. Yo se que Bárbara no me aprecia pero no puedo hacerle esto a ella, es mi madre-

No necesito oir más. Se dirigió al cuarto de herramientas y afortunadamente allí encontró a Melesio.

-Doña Bárbara, ¿qué hace usted por aquí?-
-Vine a saber si tenía noticias de Antonio-
-No doña, lo siento-

Se fue, cuando llegó a la casa se recostó, estaba agotada.
La mañana siguiente le encargó a Juan Primito que fuera por Marisela y la trajera, le urgía hablar con ella. Y además se reunió con Melquiades

-Haz lo que necesites pero me averiguas donde esta trabajando Antonio Sandoval-
-Si mi doña-

No iba a perderlo, no esta vez.

Vengate, amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora