Encontrame

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Marisela llegó después del mediodía, estaba preocupada no sabía que le diría Bárbara

-Buenas-
-Doña, ¿Me andaba buscando?-
-Si. Quería platicar contigo- le señaló la silla -Sientate-
Marisela se sentó, ya no estaba preocupada, ahora sentía curiosidad
-Si es por los derechos míos sobre esto yo no...-
-No es por eso-
-¿Ah no? Y entonces, ¿Porqué es?-
-Quiero...- bajó la mirada, le costaba mucho expresarse y su relación con Marisela jamas había sido fluida -Pedirte perdón-
-¿Pedirme perdón?-
-Si, por no haber sido la madre que merecías, por haberte dejado tantos años. Yo traté, pero no pude, todavía no puedo-
-Bárbara, no necesitas decirme esto, yo ya entendí que jamas seré tu hija y tu jamas serás mi madre-
-Es que, últimamente han pasado muchas cosas en mi vida y me di cuenta de que quiero intentarlo, una vez más-
Marisela solo sonrió
-Ayer... los escuché, a ti y a Santos-
-¿Nos escuchaste?-
-Si los escuché y quiero decirte que si bien no fue hombre para mí, puede serlo para ti-
-Bárbara pero...-
-Sin peros, Marisela, se que lo quieres. Y para mí ese hombre ya no significa nada-
Una vez más Marisela sonrió, la abrazó tomandola por sorpresa, Bárbara no se resistió. Luego se fue.

Al final del día Melquíades regresó a la casa
-¿Y?-
-Mi doña le traje lo que necesitaba-
-Pero que esperas, desembucha-
-Esta trabajando en la central de Bogotá y vive aquí-
-Muy bien-

Preparó el equipaje, ya no había absolutamente nada que la atara ni al Miedo ni a Altamira y mucho menos a Santos Luzardo, solo quería ir a buscar a Antonio y tener ese final feliz que se merecía. Al salir dejó en Altamira el dinero que faltaba, si su nombre estaba limpió o no tampoco importaba mucho ya, solo le importaba su hombre. Tenía 200 kilómetros hasta Bogotá y solo un caballo, algo de dinero y dos prendas pero nada importaba por que sentía que era una de las mejores desiciones que había tomado en mucho tiempo. Salió del miedo a las cuatro de la tarde y llegó a Bogotá alrededor de las nueve de la noche; cansada se alojó en una pequeña casita alojamiento. La mañana siguiente fue directo hacía la casa de Antonio; era pequeña y bastante humilde. Tocó pero nadie respondió así que se quedó ahí esperándolo pero nunca llegó. Los otros dos días sucedió lo mismo.
Agotada, triste y sin dinero emprendió su regreso hacia el miedo.
¿Cómo podía ser que no lo encontrara? ¿Acaso le había pasado algo?¿La información que le había dado melquiades era errónea? Estas y muchas preguntad más inundaban la mente de Bárbara. Salió de Bogotá temprano en la mañana y llegó al mediodía al miedo para encontrarse con Marisela en la cocina

-Marisela, estoy muy cansada...-
-Prepare el almuerzo si quieres compartir-
-Esta bien-

Se sentaron a comer y charlaron, aunque Bárbara estaba pensando en otra cosa.

Vengate, amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora