Sus párpados podían compararse a esas puertas automáticas, las cuales si algo se acerca abren sin necesidad de ser controladas. Sólo que realizaba su función a la inversa, cada que veía al peruano, sus ojos querían cerrarse o desviarse para concentrarse en otro objeto, aún no tenía ganas para hablar con él, eso de controlar su enojo le era complicado.
–¿y bien?, ¿por qué chingados me golpeaste?–entrecerró sus ojos para detener el movimiento reflejo que se producía en ellos.
El peruano estaba atento a cada uno de sus movimientos, parecía estar estudiándolo sólo con su mirada, sin embargo, sintió un escalofrío cuando la mirada del mexicano se hizo hasta fulminante, azotó una de sus manos en la pared para hacerlo reaccionar, cosa que funcionó.
–M-méxico...lo que pasa...bien, tuve un mal sueño...lo siento mucho por reaccionar así–realmente no sentía que disculparse le fuera una opción, no podía mirar a México sin recordar ese sueño o visualizar con el uniforme y manchas de sangre sobre él.
Sus colores se ponían pálidos al pasar de los segundos, pero apenas era eso notable, pues el proceso tampoco era tan acelerado.
–está aclarado entonces, ¿sí?, ya no hay problema. Sólo, no te vuelvas a desquitar conmigo–se encogió de hombros, pero su ánimo seguía sin subir.
Pasó el día, difícilmente se dirigían la palabra, excepto por actividades que eran necesarias de hacer juntos.
Con la inundación de estrellas en el cielo oscuro, llegó la hora de dormir, cosa que el peruana realmente no quería, no quería repetir ese sueño. Para nada.
Trató de mantenerse un tiempo despierto, lo más que sus ojos pudieran soportar abiertos, y sin embargo no pudo hacerlo, estos comenzaron a cerrarse fuera de lo que él quería, ya no podía abrirlos, ardían.
Cuando un nuevo sueño comenzó. Se encontraba caminando por una ciudad muy linda, no le era conocida así que suponía que ese no era su territorio. Seguía su caminata con tranquilidad y sin preocupación. Explosiones, incendios, peleas, todo eso pasaba a sus espaldas, cosas a las que no les tomaba importancia, simplemente sonreía con el mismo paso de antes. Parecía estar dividido, la mitad de él quería ayudar, correr, estaba asustado. Y la otra mitad sólo quería seguir avanzando, estaba buscando algo tan importante que no iba a detenerse ni si quiera por eso.
Bajó su mirada hasta sus manos, las cuales observó cubiertas por guantes blancos, estos guantes ya tenían pequeñas manchas de sangre, no eran recientes.
Abrió sus ojos a su límite al darse cuenta de la ropa que traía. ¿Un traje de militar?, eso parecía. Parecía el traje que México había usado, y literalmente usado, pues estaba desgastado y las manchas estaban en los mismos lugares que había notado.
Su cuerpo se movía por su cuenta, a pesar de que él se negara e incluso llegara a intentar detenerse con sus manos.
Un dolor insoportable estaba presente en su pecho y pierna cada que avanzaba más. Seguía y seguía. Hasta encontrar algo. Un pequeño bulto cubierto por hojas, con miedo pero seriedad a la vez, destapó el bulto para observar que era. Sólo era México... ¿Sólo México?, tenía marcas de golpes por su rostro y extremidades, manchas de sangre aquí y allá. Usaba ropa que normalmente usaba en el campo, probablemente estaba trabajando antes de eso.
Cuando abrió sus ojos, miró al peruano con confusión, no sabía que pasaba, apenas había recordado que después de todos los golpes que recibió, uno en su cabeza lo dejó inconsciente.
Y todo se repitió, siendo esta vez Perú quien sostenía la daga. El mexicano con miedo, pero aceptación a la vez sólo quedó estático en ese mismo lugar, ya no sentía fuerza para intentar defenderse.
Apuñaladas, ¿cuántas fueron?, probable más de treinta, treinta veces en las que la punta de esa daga atravesó su piel, provocando salpicaduras de sangre, hasta de forma exagerada, parecía una fuente de sangre en ese momento.
Entre su último suspiro y señal de vida, soltó un pequeño susurro, apenas audible, pero entendible.
–lo encontré.–
Un terremoto comenzó con el terminar de sus palabras, todo alrededor se caía, incluso en cielo dejaba caer pequeños pedazos rojizos por la hora en la que eso acontecía. Todo el mundo se estaba derrumbando.
México despertó, no con miedo, pero sudaba frío y respiraba un poco agitado, esta convivencia le estaba afectando ¿estaba desarrollando miedo ahora?, era una tontería, sintió un líquido caliente pasar por su mejilla, siendo lágrimas rebeldes que escapaban sin permiso.
–esto es ridículo, nada más soy miedoso, de seguro vi algo que me dio miedo y ya se me juntó todo.–suspiró sonriendo con nerviosismo.–sí, seguro es eso.
Sus manos temblaban peor que gelatinas.
Por otro lado, en otra habitación, el peruano recargaba su cabeza en la puerta de su habitación. Había algo que México buscaba, y bajo eso habían dos opciones.
Uno de los dos moría, en un sueño moría él, en otro era México. Entonces, ¿habría algún tercero?, sólo era un juego hecho por su propia mente. Sólo eso, lo estaba engañando, quizá un cargo de conciencia había por allí.–¡hoy tenemos junta chavales!–felizmente España rompía la tensión en esa mañana. Abriendo ambas puertas y entrando primeramente a la habitación del peruano para abrir las cortinas y dejar que entrara la luz. Sólo logró ver a este asustado, al borde del llanto.–hey hey, ¿qué os pasa?.–con obvia preocupación la figura paterna española se sentó a un lado de su hijo, esperando a que dijera algo.
–no lo tengo bien en claro...yo...esto es algo que aparentemente sé y a la vez no, estoy confundido.–y no era el único, con esas palabras se podía ver a un España sumamente confundido, si se pudiera, habrían signos de interrogación sobre su cabeza.
–¿no habéis visto alguna película extraña o leído algo así antes de dormiros?.–preguntó queriendo, tal vez, encontrar la solución en eso.
–traté de no dormir, pero no vi nada que me provocara eso antes de dormir.–trataba de analizar y encontrar una solución por su cuenta.
–dale chaval, mejor nos apuramos a la junta y podéis contarle a ONU sobre esto.–sonreía cálidamente para calmar a su hijo. Lo cual pudo lograr. Levantándose para ir a despertar al mexicano.
El peruano se quedó pensativo por un rato más, sacudiendo su cabeza y levantándose inmediatamente para arreglarse e ir a la junta.
–vamos vamos.–dando algunos aplausos/palmadas pequeños, entró a la habitación, llamando la atención de su otro hijo que ya se encontraba despierto.–parece que me habéis ganado en despertar, bueno no sé si ya lo habéis escuchado, pero tenemos junta, así que.–volvió a dar aplausos.–arriba arriba chaval, tenéis que apuraros o se hará tarde.–sonriente se acercó a él. –parece que a Perú le pasa algo, ¿podríais ayudarme con eso?.–preguntó, pues estaba nervioso de que esto no se resolviera en la junta y tuviera que ayudar a su hijo de otra forma.
–lo voy a intentar, pero no prometo nada.–el mexicano se mostraba feliz, pero al mismo tiempo había seriedad destacable en su rostro.–lo voy a intentar...
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•Convivencia• /MéxicoxPerú/
Fiksi PenggemarMéxico y Perú, peleando por su gastronomía y otras cosas las cuales los hacen competitivos entre ellos. Este problema los llevará a tener que pasar tiempo juntos, no se llevan mal, sólo en esos momentos en los cuales escuchan las palabras "comida"...