Capítulo 4. Here

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Quiero mantenerme en margen. Quiero ver que Amanda siempre tenga esa linda sonrisa en su rostro, así que sin tener menor discreción con esto, entro a la cafetería en donde ella trabaja, llamo su atención cuando la campana suena anunciando mi entrada, ella levanta su rostro, agita su mano y sonríe gratamente para saludarme, me basta con asentir una vez.


Es ella quien me vuelve a atender, es mi mesera favorita, solo a ella quiero en mi mesa.


—Hola, Alejandro. No esperaba verte de nuevo aquí, al parecer te ha gustado tanto —Ella prepara su bolígrafo y la libreta —¿Querrás el mismo emparedado, no?


—No, esta vez solo vengo a hacerte compañía. No tengo nada mejor que hacer en mi aburrida vida


—Vale, llámame si necesitas algo —Me guiña un ojo. Es un encanto, creo que el hecho de que se parezca a mi madre es un plus.


Ella mira hacía la cocina, luego a su alrededor, y no hay nadie más que necesite de ella.


—Es más, me sentaré contigo hasta que otro cliente venga o que el pesado de mi colega que es mesero también se encargue de atender —Ella acomoda su uniforme un poco antes de tomar asiento frente a mí.


—¿Por qué es así contigo? ¿Qué le sucede? —Le pregunto al sentirme sobre protector ahora.


—Creo que está obsesionado conmigo —Se encoge de hombros


—Te hace sentir sucia, ¿cierto? Os vi ayer, como te avergonzabas cuando te sujetó de tu cadera —La enfrento, tal vez la haga sentir apenada, pero quiero saber a quien tengo que matar para hacerla vivir en paz.


—No hace falta mentirte, Alejandro, solo quiero que él desaparezca —Ha dejado de verme. Sé que conmigo se siente intimidada. He capturado su confianza tan rápido, eso me hace feliz.


Formo mis manos unos puños bien apretados que dejen mis palmas heridas por mis uñas.


Las noticias matutinas aún siguen en transmisión, repiten la noticia de esa pareja que yo mismo me encargué de eliminar por placer y a demás, ahora agregan al tío que trabajaba en la pizzería a la que Amanda y yo fuimos ayer por esas pizza basura.


Ella a levantado la mirada al reconocer al tío y su situación.


—Que curioso, fue asesinado justo después de que nos dio la pizza —Comenta ella tan sorprendida e impresionada. —Por cierto, ¿Qué hiciste con la pizza?


—Se la di a un perro callejero que me encontré durmiendo. El hambre que tenía no era impedimento para comerse tremenda mierda —Miento, es lo mejor que se me pudo ocurrir.


—Fue de gran uso, entonces. Gracias por acompañarme, Alejandro —Su sonrisa se muestra una vez más.


—No podía dejar que caminaras sola por las calles de Madrid a esas horas —Me excuso. No niego ni mentiré a ella misma que quiero protegerla y estar con ella para que no sufra más.

Bloodbath; alexby11Donde viven las historias. Descúbrelo ahora