Bloodbath; alexby11

Capítulo 11. Schizophrenia

Ver una silueta muy similar a la de Alejandro solo me reanimó y me dio esperanzas.

Salí del restaurante donde comía con mi padre casi que volando, no podía perderlo de nuevo si es que de verdad fuese él, salí al paso peatonal y lo busqué con la mirada, estaba agitada y realmente quería encontrarlo, hablar con él.

Caminé un poco, pero nunca me encontré con su rostro, me desilucioné de nuevo.

—¿Por qué habrá escapado sin decirte nada? —papá me cuestionaba.

Solo pensaba en que si vi a alguien parecido a Alejandro era que yo estaba enfermando por su partida de mi lado y eran tantas las ganas de encontrarlo que me hace imaginarlo.

—No lo sé, él es un poco raro, solo espero que esté bien donde sea que está —no podía ni seguir comiendo a pesar de tener un cuarto de plato a faltar —. Me iré a casa, me siento algo abrumada —cojo mi chaqueta y las llaves de la motocicleta.

—¿Conducirás en ese estado? —papá pone su mano sobre la mía.

—No, no creo que pueda.

—Bien, entonces déjame llamar un taxi para ti.

Vuelvo a negar, esta vez con mi cabeza.

—Solo... caminaré, creo que necesito un poco de aire fresco —hasta parpadear lo hago lentamente.

—Está bien, no olvides en enviarme un mensaje cuando llegues, ¿sí? —él me sonríe levemente, esta vez asiento con mi cabeza.

Me levanto del asiento, me detengo al lado de papá que supongo que se quedará comiendo el resto de su plato, me abalanzo para besarle su frente y susurrarle un te quiero.

Ahora cumplo con lo que le dije, camino, tal vez sin rumbo o solo tomando el camino más largo a casa.
Era medio día y la ciudad en definitiva estaba agitada, personas salían de sus trabajos para almorzar o hacían sus pendientes personales en este tiempo de receso.

Fui por los vecindarios más tranquilos para estar tranquila y no tragar humo de los coches ni tener que soportar a las ajetreadas personas.

Pero para mi sorpresa, ver una casa que me atrevería a decir, en la que viven personas que no les hace falta ni un centavo sus puertas están abiertas un poco, pasaría del detalle si no fuese porque escucho golpes, como cosas siendo aventadas contra las paredes y el suelo, eso era extremadamente raro.
Solo me acerqué un poco a la puerta y la abrí.

No pude notar nada a simple vista, pero... luego noté un charco de sangre asomarse por otra puerta abierta, me alerté, ¿cómo no iba a hacerlo?

Entro a la casa discretamente para fijarme en lo que estaba pasando, los golpes habían cesado y sinceramente no me preocupé mucho mientras me asomaba.

No vi a nadie, pero se notaba que un cuerpo había sido arrastrado, no tuve tutorías de investigación criminal con el amigo de papá por nada.

Tuve arcadas inmediatas al ingresar a la habitación del comedor, alguien había colocado los cadáveres irreconocibles como si estuviesen sentados en la mesa.

Me sostuve el estómago, esto era increíblemente repugnante como para permanecer un segundo más.

Escuché pasos muy rápidos, como de alguien corriendo, allí me asusté, corrí a la cocina para alcanzar un cuchillo y defenderme.

El asesino seguía aquí, era quien provocaba los golpes que ya había escuchado.

Esta persona se reveló a mis ojos cuando entró a la cocina con esos ojos de loco, pero esos ojos eran lo de Alejandro, era él.