Cuando ví a la niña en aquel hospital y ver como la muerte iba por ella, sentí una rabia que se apoderaba de todo mi cuerpo. Por una persona mala y cruel siempre pagará una buena, dulce y tierna; ellos llevaron a un alma que me pertenecía, para que disfrutara el paraíso. Ahora está niña pagaría los pecados de aquella mujer.
– ¿Está seguro señor? – Adramelech me miraba preocupado.
– Ellos rompieron las reglas, ahora que vean las consecuencias de sus actos – me acerqué a la niña, ella me miró atenta, los niños si nos podían ver.
– Eres un ángel – lo decía por mis alas, le toqué la cara para poder olfatear su alma – ¿Vienes a llevarme con el señor? – la muerte me miró con una sonrisa.
– No quiero hacer esto contigo – toqué su suave cabello.
– Hermano no te atrevas a tocarla – Miguel me miró con tristeza – por favor Luz, esa niña no – le hice la señal a la muerte.
La muerte se acercó a la niña para así poder unir sus labios con los de ella, entregarme el alma. Tomé su alma y esta me miró con una sonrisa dulce. Miguel se acercó a mí para alejarme de ella, así que respiré por última vez, a si un pedazo de su alma me alimentaría y después sería mandada al infierno. Me puse de pie para ver a mi hermano que me veía con enojo.
– Te veo luego mi querido ángel – la muerte desapareció.
– Eres un monstruo – su mirada era seria – era una niña, la mandaste al infierno sin importar nada.
– Ustedes me quitaron un alma, sabían las consecuencias y ni siquiera les importo – Gabriel y Zadkiel llegaron.
– ¿Qué hiciste luz? – Gabriel me miró con decepción – ahora entiendo porque los humanos piensan que eres un ser maligno – la rabia se apoderaba de mí.
Sentí como una parte de mi se recuperaba, mis alas se fueron tornando blancas con reflejos lila y dorados, mi piel era dorada con blanco, mis ojos volvieron a ser lila, recuperé mis poderes de ángel.
Los tres arcángeles me miraban muy sorprendidos me sentía vivo de nuevo. Me acerqué a ellos, Zadkiel posó su mano en mi hombro para detenerme, sujete su muñeca y este me miró fijamente a los ojos mientras negaba con su cabeza. Me dió un fuerte golpe que hizo que me estampara con el vidrio de la ventana y saliera disparado hacia afuera, extendí mis alas hasta que sentí como me sujetaba del cuello y esta vez era Miguel, este me propinó un fuerte golpe en la mejilla y los dos caímos al suelo formando una grieta.
– Señor – escuchaba la voz de Adramelech muy lejos – debe detenerse.
– Escucha a tu mensajero Luz, tus poderes no durarán por mucho así que ya basta – Gabriel se acercó a mí.
– Mandaste a un alma inocente a pagar por pecados que no cometió – Miguel estaba enojado – estas desterrado Luzbel – sentí un dolor muy fuerte en mi espalda – no volverás a ser un ángel – vi como tenía mis alas en sus manos, el dolor era insoportable.
– Por favor espera – las lágrimas no tardaron en salir, Gabriel me miró con tristeza – no pueden hacerme esto.
– Cometiste un error, ahora volverás al infierno – Miguel, se acercó a mí – es por tu bien Luz.
– ¡¿Mi bien!? ¡Fui condenado al infierno, estaba muriendo de dolor y necesitaba un alma! ¡Ustedes me la quitaron! – Zadkiel se acercó a mí, para sacar el alma de la niña.
– Sufrirás Luzbel – ellos desaparecieron dejándome sólo.
Mis alas se habían ido, seguía con el dolor en mi alma. No lo entiendo no hice nada malo, quería parar el dolor solo quería que ese dolor se detuviera, ya no tenía alma. Mi alma fue desapareciendo desde el momento que los primeros humanos tocaron el infierno y así fui perdiendo cada parte de mi, cada parte de vida o poder de ángel ya no estaban, me sentía insignificante lo único que me quedaban era mis alas que ahora ya no estaban.
Una mano tocó mi hombro, aunque no tuviera ojos sentía la expresión de tristeza nunca lo había visto así, siempre estaba feliz o eso era lo que yo creía.
– Mi bello ángel – sus largas y afiladas garras pasaron suavemente por mí cara – voy a saldar el favor.
– Creí que ya lo habías saldado con él alma de la niña – su sonrisa volvió, de su espalda salieron unas alas hermosas.
– Puedo hacer que entres al Edén – estaba confundido y asombrado – lo de la niña era mi trabajo, si tu querías el alma debiste pelear por ella.
– ¿Cómo tienes alas? – fue lo único que se me vino a la cabeza.
– Tu padre me las obsequio, ¿Como creías que entraba al Edén? – me extendió la mano para que la tomará – Luzbel vas a recuperar tu alma y tus alas, no cometiste ningún error – le tomé la mano, haciendo que los dos nos elevaramos hasta el Edén.
Al llegar Gabriel estaba en la puerta esperándonos, sabía muy bien que el estaba enterado de todo. Gabriel miró a la muerte con desaprobación pero la muerte le dio una señal para que los dos se alejaran. Me dirigi donde mi padre que al verme quedó muy sorprendido.
– Padre – me miraba y luego su cara fue de desaprobación – ¿Porque me hiciste esto?
– Debes volver al infierno – me miraba triste – tu mensajero no podrá retener a todos los demonios.
– Te pedí un tiempo para saber lo que los humanos pensaban de mí, padre quería saberlo – la puerta se abrió dejando ver a Jesús – quiero mis alas devuelta Padre.
– Las tendrás, volverás al infierno y no saldrás hasta que llegue el momento – asentí.
– Está bien – sentía un dolor fuerte dentro de mí, mi alma se había ido, la última gota que me quedaba ya no estaba sabía muy bien que era por la desición que había tomado – me devolverán el alma que me pertenece.
– Gabriel te está esperando afuera, Zadkiel devolverá tus alas – me abrazo, nunca me había dado un abrazo – no podrás volver al Edén, será por tu bien hijo, después de que pase lo que pasara volverás – no estaba entendiendo nada – pero si me necesitas, sabes que si estas en peligro debes llamar a Gabriel para que te lleve.
Sali de aquel lugar. Al ver a Gabriel el estaba con una mirada extraña como si supiera algo.
– Luz, le mentiste a mi padre – era la primera vez que lo hacía, por esa razón mi alma se había ido – ¿Que piensas hacer?
– No volveré al infierno hasta saber todo Gabriel, quiero saber porque quieren con tanta urgencia que vuelva – el me miro preocupado y me guió hasta donde estaban todas las almas.
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Luzbel
FantasyAños atrás, antes de que el hombre fuera creado, existían dos mundos: el edén y el mundo de las tinieblas. Dios al ver que ese mundo no tenía quien gobernara, mandó a su ángel más fiel, a su mano derecha, Luzbel. Sin pensar que tiempo después los hu...