Capítulo 11

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Habían pasado semanas desde que me enteré de todo, desde que robe el alma de esa, que me quitaran las alas.
Pará mí fueron días, pero, para la tierra y sus humanos solo pasaron veinticuatro horas, solo eso, un día.

Mi mundo era diferente, todo en mi era diferente; mientras aquí pasa un minuto, en mi mundo son días. Era una eternidad para lo que era la tierra.
Su mirada se dirigió a mi con un desconcierto, me miraba como si tuviera tres cabezas.

– ¿Qué haces tu aquí? – su tono fue de enojo, creo que no le gustaba para nada que estuviera en este lugar con ella. Levanté mis hombros con desgana creo que era hora de que me marchará – no te irás hasta que respondas a mi pregunta.

– No – sus pensamientos me llenaban de maldiciones, eso me enfermaba, así que me acerqué con tanta fuerza que agarré sus muñecas, mis manos empezaron a arder – cuida tus pensamientos.

– Quiero que te vayas – si cree que puede dar órdenes, está demasiado equivocada, todos mis músculos se endurecieron como si de piedra se tratarán.

Sus pequeños brazos intentaban soltarse de mi agarre, hasta que los rayos del  sol atravesó por la ventana formando una línea entre nosotros, acerque mis labios a su oreja.

– Creo que me debes unas clases, humana – ella me miró como si quisiera atravesar una daga en mi yugular, su mente creaba ideas para que me alejara – no me alejaré, lo que odio son las mentiras y tu hiciste una promesa – ella simplemente asintió, pero una duda vino a mi cabeza – ¿Hace cuanto nos conocemos?

– Sigues siendo un extraño que se mete sin permiso a mi casa, han pasado solo tres días y creo que ya tienes demasiada confianza – ¿Tres días? Pará mí habían pasado meses.

Me aleje un poco de ella, ¿Tres días? Los cuales en mi mundo se basan en meses casi años, no había descubierto nada. Solo se inundaba mi mente de acertijos.

– ¿Quieres ir a una fiesta hoy en la noche? – su pregunta me dejó algo desconcertado – será divertido, invita a algunos amigos si quieres.

Lo único que hice fue salir de aquella casa, ahora sabía la razón por la cual mi padre estaba furioso conmigo quería que volviera al infierno porque no habían pasado tres días, claro que no ya habían pasado meses en los cuales no visitaba el mundo de las tinieblas algo que podía ser peligroso para toda la humanidad.

Respiré por unos cuantos segundos el fresco oxígeno de la tierra para dirigirme al que era mi mundo, el fuego se clavaba en mi piel como si me hubiera extrañado, los demonios gritaron de felicidad al verme.

Volví a hacer el demonio que hace meses no era, mis alas se tornaron de un negro cual carbón, mi cabello se tiñó de gris mientras que mis ojos volvieron a lo mismo uno cristalino de varios colores y el otro rojo como la sangre.

Podía oír cientos de almas gritando, eran las pobres almas que no tienen salida, que merecían el sufrimiento por elegir el camino del mal. Me alegraba un poco verlas sufrir y ser el causante de su sufrimiento pues los humanos no merecen nada de mi padre, siempre serán unas ratas que recorren de un lugar a otro buscando a quien lastimar, mi demonio favorito se acercó a mí.

– Mi señor – se arrodilló frente a mí, lo único que hice fue tocar su cabeza – que bueno que volvió.

– Oh, mi querido Adramelech – pasé mis manos a su barbilla para que me mirara a los ojos, acerqué mi nariz a la suya para que nuestros alientos se mezclaran – necesitaré de tus servicios – inhale su olor, mis manos atraparon su cara con toda la delicadeza del mundo, el cerro sus ojos.

– Por usted, cualquier cosa – sonreí, eso era lo que quería, quería más tiempo y con el pequeño demonio lo obtendría – sólo dime que tengo que hacer – mis pulgares acariciaban su rostro, acerqué mis labios a su oreja.

– Necesito tiempo – eso lo desconcertó, sabía a lo que me refería – necesito descubrir toda la verdad – él negó con la cabeza y se alejó de mí.

– No – me miraba con rabia – este es tu reino ahora, no puedes dejarnos, abandonarnos como si de basura se tratara – su cuerpo se tensó – no puedes abandonarme – en ese preciso momento mi cabeza hizo click.

¿Por qué todas las criaturas sienten atracción por mi? Sé muy bien que soy el ángel más atractivo, pero llegar hasta el extremo que mi demonio favorito y la muerte sientan una extraña atracción que podría costarme la vida.
Me acerqué a Adramelech y sujeté sus mejillas.

Perdoname padre, no quiero usar a los seres que me ayudaron, pero todos me han usado para su beneficio, me han tenido como títere para manejarme a su antojo.

Uní mis labios con el pequeño demonio en un feroz beso, acercaba su rostro para que el beso fuera más profundo y así poder ingresar mi lengua en su boca. Él se aferro a mí torso como si fuera un tesoro, Dios no me había sentido así hace siglos, mis labios bajaron a su cuello. Lo único que quería era disfrutar el momento, Adramelech agarro mi rostro para unir nuestras frentes.

Creo que arderé en el infierno el resto de mis días, un ángel no podía tener ni un poco de contacto físico con un demonio y menos de esta manera.

Soy el amo de este lugar mi padre y mis hermanos me mandaron solo porque no podían con este lugar, mis manos se dirigieron hacia su cuello para acercar su rostro, tomé sus labios para así poder besarlo de nuevo, estaba desesperado y necesitaba esto.

– Por favor, necesito que me ayudes – le susurré con la voz ronca al demonio.

– Claro que si, señor – eso me quitó un gran peso de encima, tenía más tiempo y ahora quería enfocarme en lo importante descubrir la verdad – solo prometa que no nos dejará.

– No te puedo prometer eso – sus ojos mostraron tristeza, acaricié sus mejillas con mis pulgares – estoy cometiendo un pecado en estos momentos por estar así contigo.

– Cometerás uno peor muy pronto – y eso me dejó desconcertado.

«Editado»

LuzbelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora