Capítulo 7

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Gabriel estaba aturdido, caminaba delante de mí con algo de prisa lo único que hacía era seguirlo. Quité mi camisa para poder refrescar mi cuerpo; quería bañar mi cuerpo en la cascada de oro que estaba en el jardín de los arcángeles. Gabriel me miró de reojo y luego me tendió mi camisa.

– Luz – su voz era dura – después de esto, de que recuperes el alma debes volver al infierno – su mirada se volvió fría – tenemos compañía.

Gabriel extendió sus alas, pude ver como Miguel se acercaba a nosotros, así que saque mi espada para poder pelear junto a ellos.
Una ráfaga de viento cruzó por mi cara para después ver a un demonio, el maldito demonio que había encerrado en lo más profundo del infierno estaba aquí en el Edén, sus ojos se posaron en los míos y al lado de él estaba la muerte.

– Lucifer – me miró con esa sonrisa maquiavelica que lo denominaba – el maldito ángel que me mandó a lo más oscuro del infierno, ¿Dónde están tus alas ángel?

– Deberías volver Bahamut, volver al infierno – me acerqué a él, pero su mirada fue de burla.

– Tu no deberías estar aquí, eres el ángel del infierno – mis hermanos trataron de acercarse pero la muerte los detuvo – tus queridos hermanos, los ángeles y arcángeles están felices de verte en el infierno, incluido Gabriel.

Me giré, los siete arcángeles estaban detrás de mí, ellos miraban fríamente. Miré a Gabriel, pero él ni siquiera me miró no tuvo la valentía de mirarme a los ojos y decirme si esto era verdad o no.

– Luz – la muerte se acercó a mí – los arcángeles se odian, pelean juntos solo porque Dios se los ordena, todos ellos querían ser el favorito de su padre, así que, cuando te desterraron se alegraron ¿Por qué crees que nunca te buscaron?

– Zadkiel – me acerqué a él – quiero mis alas de vuelta – mi cuerpo cambió, volvía a ser el demonio que se había formado en el infierno – ¡Me mintieron! ¡Nunca me quisieron como su hermano!

– Nos tocaba soportarte solo porque mi padre no te quería dejar fuera – se me acercó Uriel – en el momento que te crearon supimos que tenías un defecto y no eras el ángel de luz que todos creen que eres.

– ¡¿De qué estás hablando?! – un dolor volvió a mi, la muerte se acercó a mí.

– Te lo contaré mi querido Lucifer, ya que tus hermanos no pudieron – Bahamut sonrió y siguió hablando –  Cuando Dios te creó fuiste el primer ángel en tocar el Edén por eso eres su favorito o eso eras antes de que llegara Jesucristo; cuando te crearon algo había fallado y tenías algo de maldad dentro de ti, pero nunca sacaste esa parte, eras el ángel perfecto hasta que Dios se le dió la idea de crear a los siete arcángeles que lo protegieran y tu eras en esa línea uno de los ángeles más fuerte, el único ángel que podía contra los demonios – Gabriel intentó callar a Bahamut pero lo detuve – cuando tu padre se dió cuenta de tu defecto, de la parte mala que había dentro de ti, supo que tu podías retener a los demonios; te mandó al infierno y te encerró en ese lugar para que sus humanos no sufrieran después, sin que supieras nada, ya que tu mensajero no te contaba de todo lo que pasaba en la Tierra, los humanos piensan que eres despiadado porque si hay una parte mala dentro de ti – mi respiración era agitada.

Todo tenía sentido ahora; creí que por ser el más fiel a mi padre me había mandado al infierno por ser el único guerrero en una línea de ángeles que podían contra los demonios, pero nunca fue por la lealtad, si no porque una parte de mi era mala, por eso podía contra los demonios.

Sentí como mis alas crecieron esta vez no eran blancas si no totalmente doradas, mi alma volvió al cuerpo, la marca que tenía en el cuello de una calavera desapareció, mis ojos volvieron de un morado más oscuro.

– Hijo – los arcángeles se arrodillaron – Volverás a ser un ángel.

– No puedes reparar algo solo con devolverme a la vida – la rabia se apoderaba de mí, un ala empezó a tornarse negra – ¡Se suponía que eras mi padre!

– Trataba de protegerte – se acercó a mí, pero yo retrocedí.

– ¿Protegerme? ¿Alejándome de mí hogar? Te pedí explicaciones muchas veces, cuando llegué de enterarme de lo que los humanos pensaban de mi no hiciste nada – me alejé de todos ellos – no quiero saber nada de ti y no creas que volveré al infierno, manda a Jesús que ahora es tu favorito.

Me encaminé donde estaban todas las almas, quería recuperar a la que me pertenece. Miré cada parte del Edén una parte de mi extrañaba mi hogar y otra muy distante no quería volver todo se basaba en mentiras, ni siquiera sabía que propósito tenía.
Se suponía que era un ángel guerrero que libraba al paraíso de demonios del infierno y ahora es convertido en el rey de los demonios para así proteger a los humanos.

Quería algo diferente, no quería vivir con la desesperación o que mi conciencia me consumiera cada día sabiendo que no fuí bueno para el trabajo, que fui un ángel inútil que lloraba cada vez que creía que no podría con algo.
Y ese ángel se acaba de ir en el momento que supo que ya no tenía propósito, un ser que no moriría tan fácilmente; tenía que avanzar, lo que pensaran de mí ya no importaba porque una parte de mi, muy en el fondo sabe que existe algo mal, algo despiadado que podría acabar con todo lo bueno y bondadoso que había, era una balanza decidiendo que lado tomar.

– Luz – abrí la puerta que dejaba ver un gran prado – hermano, no hagas algo que te puedas arrepentir.

– Gabriel – mis ojos lo penetraban, él retrocedió con miedo – yo decido que hacer, ni tú, ni mi padre decidirán por mi – me acerqué a él, pero retrocedió – los humanos tienen ese absurdo libre albedrío, así que los ángeles también podemos tenerlo.

– Antes que nada, romperé las reglas por ti – no entendí nada, ¿Porque rompería las reglas? Gabriel el ángel de la esperanza y el mensajero de papá rompería las reglas – debes saber tus orígenes y los orígenes de los siete arcángeles, nosotros somos destrucción.

«Editado»

LuzbelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora