🥀 ᥴᥲρίtᥙᥣo 2 🥀

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  La fuerte lluvia atacaba el camino a Hogwarts. Arrasando sobre los carruajes que transportaban a cientos de chicos que esperaban ansiosos, su llegada al gran castillo. Iba con Luna, Andrea y una nueva amiga: Ginny Weasley; una chica pelirroja y la séptima hija de una amplia familia muy conocida en el mundo mágico por ser "traidores a la sangre".

  Al llegar ante la gran puerta principal de roble, corrimos subiendo los escalones para entrar a ese hermoso castillo. Encontrándonos al interior de un vestíbulo solo iluminado por la luz de las antorchas que decoraban las paredes del lugar. Y como si fuera poco el hecho de estar empapada por la lluvia, un globo grande y rojo acababa de estallar en mi cabeza, seguido de otro globo que cayó sobre el chico pelirrojo del tren,

  Peeves, el poltergeist. Su cara, ancha y maliciosa, estaba contraída por la concentración mientras se preparaba para apuntar a un nuevo blanco. Cuando la profesora McGonagall apareció, hecha una fiera y lanzando gritos al poltergeist quien reía y replicaba. Finalmente se fué, sacando la lengua y lanzando los últimos globos al aire.

  Y así, llena de más agua de la que debería, comencé a cruzar el vestíbulo tomando cuidado de no resbalarme y hacer aún más ridículo. Estando a punto de entrar al Gran Comedor, me encontré con la persona que menos quería encontrarme, sobretodo después de haber sido atacada por un enorme globo con agua, lo cual era un perfecto motivo para molestar aún mas. Malfoy estaba justo frente a mi. Yo lo miraba, seria y esperando a que dijera algo insultante o simplemente se burlara. Pero no sucedió, en cambio él sólo se movió hacia un lado, dejándome pasar sin mostrar su habitual mirada de desprecio. Incluso me pareció lindo sin esa expresión de superioridad en su pálido rostro. Aunque inmediatamente me reprendí mentalmente por pensar en él de esa manera.

  El Gran Comedor tenía un aspecto tan espléndido como de costumbre. Y a la luz de cientos y cientos de velas que flotaban en el aire sobre las mesas, brillaban las copas y los platos de oro. Andrea, Luna y yo, junto con el resto de estudiantes de Ravenclaw, nos dirigimos directamente hacia la mesa de nuestra casa.

  Esperábamos la Ceremonia de Selección, o más bien el banquete de bienvenida. Mientras hablábamos de un tema en específico, bueno, en realidad solo yo hablaba. No paraba de hacer preguntas a Andrea sobre ese torneo, me parecía algo increible, aunque claro que era lo suficientemente arriesgado como para perder la vida.

  Cuando por fin se le acabaron las respuestas a Andrea, y yo cerré la boca un ratito, me puse a imaginar el próximo año, imaginé a Beth, entrando por esas grandes puertas de roble, con una gran sonrisa y la emoción reflejada en sus lindos ojos, aunque tristemente la posibilidad de que eso pasara era demasiado baja.

  Las puertas del Gran Comedor por fin se abrieron, dejando ver a la profesora McGonnagall, quien iba a la cabeza de una larga fila de niños de 11 años, todos ellos aún mas empapados que yo, si es que eso era posible, parecía que en lugar de haber pasado el lago en botes, lo habían pasado nadando, además de que temblaban exageradamente con una mezcla de frío y nervios. El sombrero seleccionador cantó su canción, como hacía cada año antes de comenzar la selección, mientras yo solo esperaba el momento de poder llenar el plato dorado que estaba frente a mi. La selección comenzó, pero parecía que nunca iba a terminar. La espera era cada vez mas larga, Luna estaba perdida en sus pensamientos, por otro lado ahora era Andrea la que no paraba de hablar. Y no me quejo, sé que a veces yo soy tan insoportable como ella, pero este momento en particular, el hambre, el cansancio y el frío me estaban volviendo loca.

  Finalmente, luego de lo que me pareció una eternidad, mi brillante plato de oro estaba lleno de la deliciosa comida de Hogwarts, aunque, ahora que lo veía, el plato parecía muy pequeño para la cantidad de comida que quería poner en él. Mis dos amigas y yo estabamos en total silencio; Luna había sacado de nuevo la revista de su padre, para leer mientras comía; Andrea no dejaba de mirar hacia la mesa de Hufflepuff, seguramente encontró a un chico que le gustó; y yo, por otro lado, simplemente trataba de acabar con mi hambre.

— ¿quién es el próximo? —le pregunté a mi amiga azabache, viendo que acababa de sonreír a alguien, como suele hacer con los chicos que le parecen lindos.

— ¿qué te hace creer que no es una chica? —preguntó con una sonrisa, despegando por fin su vista de la mesa de los tejones.

— Bueno, que yo sepa, solo has salido con 4 chicas, así que los chicos son mayoría por mucho. Entonces lo supuse.

— Bien —respondió con una sonrisa—. Es Diggory...

— ¿No tiene una novia en nuestra casa? —pregunté. Había escuchado algo el curso pasado.

— A Chang le gusta Cedric, pero eso no significa nada, además...

  Sabía que Andrea no admitiría excusas, si le gusta el chico de Hufflepuff, saldrá con él, aunque no por mucho tiempo, su máxima relación había durado nada más que 2 semanas, lo cual, para tratarse de ella, fue demasiado tiempo.

  Continué comiendo en silencio, el hambre parecía no querer abandonarme. Seguía escuchando cada palabra que decía Andrea, hablábamos de las vacaciones, ella se quejó por no poder ir a los mundiales de Quidditch, ya que desgraciadamente, su madre no logró conseguir los boletos para ir. Aunque Luna y su padre si fueron. La rubia nos contaba como el buscador del equipo de Bulgaria, Viktor Krum, atrapó la snitch dorada, pero de igual forma, el equipo de Irlanda ganó el partido. Después de ello, la aparición de los mortifagos y la Marca Tenebrosa en el cielo.

  Mientras tanto, al otro lado del salón, pude ver a un chico de piel pálida y cabello platino, era Malfoy, pero se veía extraño, aislado. Normalmente estaba rodeado de chicos y chicas, con su típica sonrisa arrogante, diciendo estupideces mientras los demás fingían que les interesaba cada una de las palabras que salían por su boca. Siempre parecía el falso estereotipo de chico popular que lo tiene todo, pero ahora se veía más real, como un adolescente normal. Lo cual suena extraño porque solo estaba comiendo en silencio, con la mirada perdida y la mente distraída. Nunca lo había visto de esa forma. Y lo seguía viendo, por alguna razón que desconozco no podía dejar de mirarlo, supongo que me gustó la tranquilidad que tenía o simplemente me perdí en sus ojos grises. Pero es que es inevitable notar cuando algo es diferente. Es inevitable notar el cambio de arrogancia a serenidad. No se cuanto tiempo lo observé, solo se que cuando por fin logre separar mi mirada de sus ojos, la comida se había desvanecido y había sido reemplazada por postres.

Only You || Draco MalfoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora