Capítulo 4. A mí zorro

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Ya todos lo sabían, que yo era realmente alguien a quien no puedes hablar fácilmente. Normalmente cuando me siento mal o tengo alguna inquietud con mi vida personal, lo único que hago es ignorar ese malestar y seguir adelante con mi vida. Muchas veces duele, y compartir ese dolor con alguien más no es algo que disfrute en realidad, no me gusta ver a las personas lamentándose por mi, es realmente patético intentar si quiera comprender el comportamiento humano, por qué a pesar de tener principios siempre terminamos flaqueando de algún modo y eso me molesta.

-Pero no podemos hacer nada al respecto, ya déjalo así, no necesito de tu ayuda- estaba sonrojada, ¿Cómo es que lo hacía siempre?

-Claro que la necesitas, todos merecemos ayuda de vez en cuando- dijo mi príncipito con ternura, estaba tan cerca de mi cara que sabía que si lo miraba a los ojos iba a desmayarme.- debes dejar de ser tan orgullosa y egoísta, si no dejas entrar a las personas a tu vida ¿como esperas que te comprendan?- dijo confundido, yo arquee los hombros, el frunció el ceño.

-Creo que puedo resolverlo sola, no necesito de tu ayuda de verdad, algo pensaré para acercarme a el, solo necesito tiempo...- el resopló frustrado. Tomo mi mano y la apretó fuertemente, sentía calidez y amabilidad en su actuar.

-Si esperas tanto tiempo, el se irá, y nuca más tendrás la oportunidad de decirle lo que sientes, a tu ro...- el sonrió- a tu orquídea. ¿Sabes? a veces mi rosa puede ser fastidiosa, molesta, intranquila y siempre anda quejándose por todo, pero se que en el fondo tiene un gran corazón. Ella me ama, yo lo sé, y le tomo mucho tiempo decírmelo- me dió un tic en el ojo, si ya acepté que me gusta mi Orquídea, ¿Por qué me sigue molestando su relación con esa rosa?- pero se que se esforzó mucho por intentar decirme lo que siente, y lo aprecio mucho- tocó su pecho. Miraba al vacío, sus mejillas estaban ruborizadas, seguramente pensaba en su rosa, siempre su rosa, su amada rosa. Y yo no paraba de pensar en mi orquídea, siempre mi orquídea, mi amada orquídea.

-No es tan fácil...- dije insegura, el me sonrió y luego me miró curioso

- ¡Ya lo sé!- dijo más alegre que nunca- ¡Busca a su zorro!- arquee la ceja confundida.

-¿A qué te refieres?- el hizo un pequeño puchero molesto.

-¿Qué no es obvio?, ¡Para acercarte a el primero debes acercarte a sus amigos, pero no solo a ellos, sino a su a más cercano, su zorro!- lo mire con duda- a mí rosa le tomo un tiempo acercarse a mi zorro, pero con trabajo lograron hablar después, fue realmente genial.

-¿Qué es eso de zorro?, ¿Hablas de tu mascota?- el me miró desconcertado, y luego frunció más el ceño.

-¡No es una mascota!, Es mi amigo...- dijo dolido- y no lo he visto hace mucho, aún así lo considero como mi único y verdadero amigo, el único que necesito- me espetó, el vio mi rostro dolido y luego agachó la cabeza avergonzado- yo...- ¿Que era yo para el Principito?, ¿Le importaba?

-Está bien- en me miró preocupado- descuida, esas palabras no son nuevas para mí, después de todo los amigos no son de fiar, jamás lo han sido.- todos los amigos que alguna vez tuve, todos dijeron lo mismo, siempre tenían esa palabra en su frente sin que de dieran cuenta, la palabra desleal.

-¡No, espera...!- se levantó y me tomo de los hombros, lo mire con dolor- no fue lo que quería decir, yo...

-Esto es un sueño- dije fuerte, el me miró triste y agachó la cabeza más avergonzado que nunca.

-No es lo que quise decir...

- Quiero despertar- dije molesta.

Desperté de un tirón, otra vez en un lugar extraño, ahora estaba en la terraza de mi casa, había subido para leer un libro, el sol se apoderó de mi y el acogedor calor me llevo a un sueño profundo.

Alguna vez, PrincipitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora