Capítulo 6. A mí víbora

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Las cosas a veces no son lo que parecen, desde que empecé a tener estos sueños con el príncipe solo podía pensar en él, en nuestro mundo, en nuestra vida alejada de la realidad. Incluso llegue a pensar en jamás despertar.

Pero ahora tengo una realidad que añoro conservar. Tengo a mi preciada rosa, a mi fiel zorro y a mi amada orquídea. Todo estaba perfecto siguiendo los consejos de mi principito, lo que jamás creí fue que el se convirtiera en la olla a presión de mis pensamientos, mi cara enrojecida era difícil de ocultar, pero aún así mi zorro me había dicho que no le prestara mucha atención, que me enfocará en acortejar a mi orquídea, el Principito solo era una distracción.

-¿Qué te parece?- dijo mi príncipito pasándome un pedazo de papel con un corte bastante fino, la escritura era redonda, mediana y ordenada.

"Eres como una supernova que atormenta mi mente y que en cualquier momento hará explosión, pero no me asusta, se que el hecho de tenerte en mi corazón a pesar de que explotes y lo hagas trizas, será un espectáculo que no me cansaré de ver nunca"

Emití un pequeño sonido de aprobación y luego seguí con los que haceres. Por fuera estaba sería, sentía la mirada punzante de mi Principito, pero me contuve a solo mirar mi cuaderno sin ignorar la imagen periférica de su silueta delante de mi cuaderno. Podía divisar su rostro sonriente, sus pequeños rizos dorados, sus ojos azules, todo en él era perfecto, pero no podía sucumbir ante sus encantos, ¡Resiste!

Todas las clases eran así, siempre tan atento, tan cercano, tan perfecto...

-Vamonos juntos- dijo mi principito como todas las mañanas a la hora del descanso.

-Ella ya tiene algo que hacer lo siento- dijo mi zorro rodeandome con su brazo, el Principito siempre se mostraba apático con mi zorro, parecían perro y gato, sus miradas asesinas dejaban en silencio el lugar, como el choque de dos espadas y el templar del metal.

-Como quieras, no importa cuánto la alejes, sus noches son mías- dijo sonriendo pícaro y luego le guiño el ojo, mi zorro gruño fastidiado a lo que emití una pequeña risa. Mi principito se fue con muchos de sus nuevos amigos quienes lo esperaban para ir a hablar de él y de su inesperada y maravillosa llegada.

Todos se habían asombrado con la llegada de un alumno nuevo y de tan fina descendencia, decían: ¿En un colegio como este?, ¿Qué hace aquí?, Y yo sabía la razón, todos me preguntaban debido a que el día siguiente de la llegada de mi principito insistió en presumir me con todo el mundo diciendo que yo era su gran amor platónico, claramente no dije nada, aún así el se arrepintió de inmediato insinuando ser mi mejor amigo de todo el mundo, mi zorro no tardó en sacar las garras, lo detuve y solo nos quedamos observando el show y pensando, ¿Qué rayos hace un personaje icónico de la literatura en un colegio como este?

Ese mismo día le pregunté, y me respondió con un simple: -Nadie más que tú lo sabes- estaba confundida, el suspiró y me dijo:- No es necesario decirlo, pero te alumbrare el camino, nos vemos en la biblioteca cuando tú lo pidas.- ¿Por qué en la biblioteca?- le pregunté y el sonrió- porque te he observado, y se que cuando estás muy cansada vas allí a dormir y soñar conmigo-.

Está mañana al comenzar las clases le insinué de una cita para hablar, nos saltaríamos la cuarta hora en la cual nada nos pasaría, el profesor no diría nada debido a que estaría dando tutoría para mí principito por un día, todo estaría bien y yo desmentiría este sueño trágico del que se no es real.

-De verdad es todo un vanidoso- dijo mi zorro haciéndome espabilar de mis pensamientos, yo le sonreí.

-Es muy extraño, la primera vez que lo conocí jamás había actuado así, debe haber alguna razón.- mi zorro resopló y me miró a los ojos.

Alguna vez, PrincipitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora