Capítulo 8. Entre cuerpo y alma.

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-¿Por qué haces esto?- dijo el principito bastante afligido- ¡Está no eres tu!- dijo con las fuerzas que le quedaban. Sostenía su brazo que había parado de sangrar.



-Quizás soy yo, jamás me conociste como debías, ¿Cómo sabes quién soy exactamente?- le dijo bastante molesta, pero se lo decía más a ella que ella principito.



¿Qué debía hacer un zorro como yo?, Tenía muchas oportunidades de salvarla, pero eso implicaba una situación mortal a la que no quería acudir. ¿Cómo sacábamos a la víbora de su cabeza?



-Chicos, ¿Qué pasa?- preguntó la rosa bastante preocupada.



-¿Quién te crees para ordenarme de tal manera?- rio eufórica. ¿Quién era esta mujer?, Está no era la princesa a la que conocimos, era alguien totalmente distinta. Estaba impulsada por su odio y dolor, y todo por culpa de la estúpido principito, ese egoísta y exigente principito que ahora estaba en el suelo bastante lastimado junto a nosotros.- verán lo que es que te abandonen. ¡No saben los he es estar sola! yo decidiré cuando me detengo. -Salto de la piedra en la que estaba y quedó frente a frente a la orquídea.



-Creo que es todo, ¿No?- dijo mal herido. ¿Qué podíamos hacer si estábamos atrapados en esta jaula, ¿Cómo podíamos ayudarlo?



-Así es, lindura. Di adiós- y con eso levanto su espada al cielo esperando acabar con el de una vez por todas.











-Un día antes.-



-¿Dónde estoy?- pregunté confundida... este lugar era completamente rosado, habían muchos árboles color morado y el cielo tenía tonos verdes y amarillos.- ¿Es mi mente?- recordé bien cuando hablaba con el Principito, siempre discutíamos en este lugar, me relaje ¿Estaba durmiendo?



-Siiiii- dijo una voz arrastrada y gruesa.



-¡¿Quién es?!- grité al vacío, algo tocó mi hombro, voltee a ver no había nadie- ¡Ya basta!- algo tocó mi pierna, no, no era un simple toque, era como si intentará atraparme. Corrí lejos intentando escapar de ella, pero era como si estuviera en una caminadora, no iba a ninguna parte.



-Tu vas a ser mi conejillo de indias- dijo en mi oído y toda luz de colores pastel se deshizo y de ella brotaron colores fuertes y pesados como si fuera sangre y se arrastrara por las paredes de una habitación, sentía repulsión.



-Alejate de mi- le grité, pero fue en vano pues ahora estaba inmóvil por su cuerpo que se ajustaba cada vez más, no podía respirar.



-¿Estas lista...para ver a tu principito?- el rostro de la víbora se hacía más grande y su color se volvió un mar que me arrastraba hasta el fondo.



-¿De que rayos hablas?- le espete antes de ahogarme con mi último grito.











-¿Estás segura de que es todo lo que viste?- me preguntó mi zorro, yo asentí insegura. Estábamos en la biblioteca, saltandonos la última hora de clase. En este punto a nadie le importaba faltar a clases, todos estábamos preocupados por la víbora que ahora aparecía más frecuentemente, pero solo me atormentaba a mi. Mi zorro nos había traído comida de un restaurante muy bueno, pero no podía comer, veía el empaque de esa hamburguesa y solo quería vomitar.



-Luego de eso siento que me ahogo y cuando miro al espejo tengo una marca en mi cuello de color rojo que desaparece poco a poco- todos me miraron con preocupación.- esto claramente es un mensaje de la víbora, he soñado con mil muertes distintas pero siempre despierto sin aliento y con una marca en alguna parte de mi cuello.



-¿Cómo es posible esto?- preguntó mi orquídea, que ahora era el nuevo integrante de nuestro grupo de fantasía- Creía que ya la habíamos alejado.

Alguna vez, PrincipitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora