Prologo:
De un segundo a otro siento como me arrinconan de frente en una pared dejándome de espaldas a el que lo hizo y volteo sobresaltada.
- Te hice mía por que me encantaste. Por que aún me encantas y por que tus ojos desde el primer momento me...
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Tengo una resaca de los mil demonios pero mientras recuerdo todo lo que hicimos ayer en la noche Christian y yo el dolor de cabeza pasa a segundo plano.
Ese hombre sabe lo que hace, cuando hacerlo y de que manera. Necesito más noches como la de ayer.
Paso mi mano por su mejilla izquierda mientras sonrío al verlo tan tranquilo y hermoso como solo él puede estar mientras duerme. Yo mientras duermo hablo y a veces babeo.
Sigo tocando con delicadeza su cara lentamente para después pasarme a su cabello y empezar a hacerle masaje en el cuero cabelludo.
- Hmm.. - gime de satisfacción a la vez que una de sus manos agarra la mano que no tengo ocupada y me la besa a la altura de los nudillos. - No tendría problema para acostumbrarme a esto.
Río para después darle un beso en la nariz, otro en cada ojo y al último uno pequeño y corto en la boca.
De su boca sale un gruñido antes de agarrarme de la cintura y apretarme contra él.
- Besame bien, besame como si me amarás. - me dice para después intentar besarme pero pongo una mano en su boca impidiendo su objetivo.
- ¿Q-qué dijiste? - le susurro.
« ¿Él me ama? ¿Es por eso que lo dice? »
Sus ojos se abren gigantes al caer en cuenta de lo que ha dicho para después tragar saliva y peinarse el cabello.
« Él hace eso cuando está nervioso. »
- ¿Christian? - digo al verlo sin intenciones de contestar. - ¿Tú me amas?
- Ana yo...
- Solo dilo. - le digo mientras me siento en la cama de frente a él.
Sus ojos se desvían de mi cara a mis senos. Los cuales quedaron al descubierto cuando me senté ya que la sábana se resbaló.
- Christian... - le gruño.
Levanta su vista rápidamente y se aclara la garganta.
- Si, si, si.. eh, tienes razón. Lo lamento, es que me distraigo con tu... cuerpo... - sus ojos vuelven a verme pero está vez me recorre completa y eso provoca que la sangre suba a mis mejillas a la vez que agarro una almohada y le pegó en la cara con ella.
- Ya detente. - le digo nerviosa y el sonríe travieso.
- No lo creo... Todo eso estuvo abajo mío ayer y no me pedías que me detuviera en ningún momento, es mas... me pedías que siguiera y que lo hiciera más fuerte... - se acerca a mi juguetón y me empuja hasta dejarme acostada para después el ponerse encima mío. - Más rápido... Más duro. - mientras habla su mano empieza a bajar entre su cuerpo y el mío hasta encontrarse con mi centro de placer y empezar a acariciarlo, en ese momento una sonrisa de perversión se forma en su boca. - No me detendré ahora.