CAPÍTULO UNO

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—Bloqueo creativo a los veinticuatro —declara Oikawa, mezclando una malteada con una pajilla—. Que desafortunado.

Kuroo se encuentra a su lado tendido sobre la mesa y está listo para ahogarse en su bebida. Ir a esa cafetería, en la que pegan etiquetas con predicciones debajo de los vasos, fue idea de Oikawa: "Quizá consigas inspirarte, de lo contrario, puedes dibujar todo el espectro de emociones negativas que hay en tu rostro". En el fondo del vaso de Oikawa se encuentra la leyenda "Prepárate para una aventura romántica" y es feliz como un elefante. En el fondo del vaso de Kuroo, un blanco puro.

"Probablemente olvidaron pegarlo", piensa con fatalidad y apoya la cabeza sobre la mesa. Bloqueo creativo, aún no es el mayor de sus problemas, pero, a la larga, será el peor.

—¿En eso estabas pensando el año pasado? —Oikawa lo pica cuidadosamente con la pajilla, en su rostro se dibuja un claro descontento con la situación—. Mientras los demás corrían entre exhibiciones, acosaban a los maestros y preguntaban por los portafolios de alumnos graduados, ¿dónde estabas tú?, ¿eh?

Kuroo deja escapar un quejido apenas audible. Oikawa sabe dónde estuvo, cualquiera con un pasaporte y dinero puede permanecer en la famosa institución en la que estudian, y a Kuroo le apasionan también los festivales de música electrónica.

—Eres un artista asqueroso —resume Oikawa y sorbe su malteada con un sonido desagradable.

—Sólo necesito un modelo —dice Kuroo en agonía. Levanta su cabeza de la mesa de madera (el relieve de la superficie probablemente quedó marcado en su mejilla) y mira a Oikawa sin pestañear—. Como tú, por ejemplo, que ya estás preparando tu escultura. ¡Escarbaste por ahí y encontraste un modelo!

—¡Yo no "escarbé"! —exclama Oikawa como si Kuroo insultara a su amado modelo, casi escupiendo la malteada sobre su camiseta con el logo de la NASA— El descendió sobre mí desde el cielo. ¡Tú suenas como si lo hubiera sacado de entre los desperdicios de un basurero!

Kuroo levanta las palmas conciliatoriamente. Oikawa de verdad tiene un raro talento para escarbar entre sus contactos y encontrar modelos adecuados... para él mismo. Fue afortunado con Iwaizumi, así como con una docena de chicas y chicos anteriormente. Aunque, con los modelos que busca para Kuroo, no es tan afortunado.

—Préstamelo, ¿sí? —pregunta Kuroo lastimosamente— Sólo un par de meses antes de los exámenes finales.

—¡Dios, no! —Oikawa abre los ojos en shock y frunce el ceño. Kuroo toma por reflejo su teléfono para sacarle una fotografía, pero recuerda que ya tiene una colección completa de fotos así— Tetsu-chan —Oikawa lo pica acusadoramente con su pajilla mordida—, ¡nunca te prestaré a Iwa-chan! ¿Quieres verlo desnudo mientras posa para ti? ¡Nunca! ¡Eso no pasará!

—¡Entonces, maldita sea, consígueme un modelo que no sea defectuoso! —exclama Kuroo desde el corazón— No el que sale corriendo después de "Dios mío, ¿es necesario para ti que me desvista?, ¿acaso eres un pervertido?".

—Tsukishima, para empezar, no entendía el gran valor del arte —explica Oikawa con simpleza, pero Kuroo ya está alterado.

—Y tampoco el "Mierda, hermano, ¿de verdad tengo el trasero tan grande? ¡Hazlo de nuevo correctamente!"

—Todos los deportistas creen tener problemas con su trasero...

—¡Y uno de los últimos que enviaste me dijo directamente que insulté su honor por dibujarle un pene pequeño!

—Tal vez de verdad no manejas bien las proporciones con esa parte del cuerpo, ¿yo qué tengo que ver?

Kuroo muerde el interior de su mejilla, sólo un poco, y lanza un chorrito de sangre sobre la hermosa camisa de Oikawa, así definitivamente no lo perdonará. Kuroo se contiene y, con la estamina y la paciencia de un monje budista, le dice:

Obra MaestraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora