-Suspicio relajante -se decía Rúnda pasando su varita en círculos por su cabeza-. Que mal, ahora tengo una resaca terrible. No había tenido una desde hace años, desde el festival de hechicería para ser más exacta.
-Qué viejos tiempos no crees hermana del Amor -decía Fréila recogiendo las tiendas de campaña, y los trastos que habían usado anoche-, extraño muchas cosas que hacíamos antes, ha pasado casi un mes desde que salimos de Terrachizeria y ya extraño mi hogar.
Fréila se quedó en silencio un momento, la pequeña brisa del aire que atravesaba los árboles le rosaba el rostro y sintiendo la mirada en ella de sus hermanas hicieron que divagara el pensamiento. -Pero tenemos una misión, -dijo regresando de sus nostalgias.
Líran y Grínda alimentaban a los gatos con comida que llevaban especialmente para ellos. Disfrutaban del desayuno los cuatro juntos en un lugar no tan apartado de su campamento del claro; en un tazón donde apenas podían compartirlo.
-Hay que irnos antes que el sol se ponga en su punto más alto y se nos vaya el tiempo volando -Líran termino de juntar las cosas haciendo que regresaran por si solas a sus bolsas de viaje.
Los árboles comenzaban a escasear, las malezas empezaron a brotar del suelo haciendo su camino más desconfiable. La tierra iba desapareciendo tomando en su lugar pasos pedregosos y una vista tenue y gris del verdor que habían casi terminado de cruzar durante casi un mes desde que habían partido de Terrachizeria.
La Cuadrilla Magical atravesaba ahora zona de pequeños cerros y lúgubres senderos desérticos con poco indicio de vida y flora cautiva, a su vez, en lo muy alto del cielo Grínda observaba detenidamente pequeños puntos negros que apenas se podían distinguir de las nubes grisosas que avisaban el nublo que venía. Pronto ya no se distinguían.
-Gárgolas -dijo Grínda preocupante a sus hermanas-. Nos vigilan ahora mismo.
Las otras brujas voltearon a ver el cielo ansiosas pero solo lograban ver aquellos puntos negros e indivisibles, incapaces de reconocerlos.
-No lo tomes a mal Grínda -observaba Fréila tapando con su mano la luz del sol que le impedía ver con mayor claridad-. Simplemente se ven las nubes y eso debe tratarse de buitres o algunas aves.
-¡¿O dragones?! -agrego de improvisto Rúnda teniendo una sonrisa colorida y sarcástica, cosa que a sus hermanas no les había hecho gracia al escucharla decirlo.
-¡Rúnda!, ¡Rúnda!, ¡Rúndita! -hablaba Líran a regañadientes-. Tu sabes que los dragones han desaparecido de Escárlian. Los últimos vistos sucedio cuando se había desatado 《la Guerra de las dos luces》.
-Es que no estoy muy segura -respondió Runda dando media vuelta buscando la aprobación de Grínda-. Fue hace tiempo; cuando caminaba por mi territorio en los 《Montes Rosados》 mientras hacía suspicios amorosos para las criaturas en un plantío de rosas silvestres. Ahí estaba, en un lugar lo bastante lejos de mi; me pareció haber visto una bestia alada. En ese momento me aterre de tan solo verla, era muy ruidosa. Cuando quise ir a ver más de cerca la flora creciente no me dejó ver con mayor solo recuerdo que tenía cuerpo de águila color verde oscuro pero de un momento a otro el viento soplaba más fuerte arrojandome de espaldas haciendo que me cayera. Se había ido volando.
-¡Puras patrañas y alucinaciones tuyas hermana! -Líran la seguía contradiciendo-. Es lo malo de que sigas utilizando 《fresas rojas de enamoramiento》.
-¡Dejala en paz! -Grínda salió en su defensa-. Ella puede que tenga razón, no estoy muy segura pero pude llegar a ver lo mismo dos veces.
Hace un año cuando yo también estaba en mi territorio, antes de entrar en las fronteras de Goblinarquía observaba una criatura enorme con las mismas características que dijo Rúnda. No era una Quimera o un Hipogrifo porque me hubiera dado cuenta en el instante solo que este era más grande; al estar ahí eso también me vio posando sus enormes ojos amarillos dando unos pasos hacia atrás para ocultarse de mi, después ya no lo volví a ver. Y la última ocasión se dio cuando fuimos convocadas todas nosotras mientras iba en el transporte volátil envuelta en forma de bola de fuego. Logre ver una bestia alada de enormes alas muy lejos de mi cerca de donde se oculta el sol y se escondió en una tormenta creciente cerca de la bestia desvaneciéndose en las nubes que avecinaban una fuerte lluvia en los reinos de los hombres.
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La Bruja Grínda I: La Encrucijada del Aquelarre©
FantasiaLa Orden de Brujas del Bosque de Color Esmeralda se reúne al recibir rumores del regreso de antiguos enemigos conocidos en antaño como los Corsables. Al enterarse de esto, la líder de la Orden pone en marcha un plan de recuperación de las antiguas e...