Pasaron dos semanas desde la reunión del aquelarre, la bruja Grínda se encontraba practicando hechizos en su jardín y Mandarino la observaba echado en el suelo elegantemente.
—Bueno Mandarino —dijo la bruja Grínda mientras hacía diferentes actos con su varita—, según lo que dice la carta que Ánir nos hizo llegar después del aquelarre es que practiquemos hechizos de ataque y defensa; pociones de envenenamiento, de distracciones y sanamiento para defendernos; pero lo que no me queda claro es el porqué no debo practicar más maestrías, —la bruja Grínda refunfuñaba con voz aguda y grave—, no le haré caso, solo pasaré desapercibida por las demás brujas y tu mi pequeño gatito me ayudaras.
La bruja paso las siguientes tres semanas estudiando las demás maestrías de las otras Brujas en su biblioteca enorme dentro de su casa, además estuvo preparando pociones de sanamiento y veneno en forma de gas dentro de unos extraños frascos circulares y los iba guardando en su bolsa de viaje. Los hechizos y ataques los hacía en su jardín al aire libre durante el día y para ello, usaba muñecos hechos de paja y piedra; además de conjurar ilusiones de criaturas extrañas y peligrosas para probar nuevas habilidades como la puntería.
Por las noches hacía que el jardín fuera cubierto por los arbustos formando una especie de cúpula para evitar que alguien o algo alcanzara a observar las prácticas y entrenamientos de las maestrías de las otras cuatro brujas.
En su entrenamiento de las maestrías de las demás brujas, Grínda tenía los libros flotando alrededor de ella para que mientras leyera los movimientos y recitara los conjuros necesarios, los fuera haciendo con diferentes objetivos de paja, madera y piedra. Además de que usaba otras cosas para realizarlos como rocas, cosas inservibles, tocones de madera e ilusiones mágicas para seguir aprendiendo y poniendo en práctica su habilidad.
Pasaba madrugadas enteras estudiando, leyendo y practicando sin parar hasta el amanecer e incluso durante las mañanas desayunaba acompañada de Mandarino mientras seguía aprendiendo pero siempre se cuidaba de que «espías» no la estuviesen observando, como lo pueden ser animales o criaturas del Bosque que suelen habitar en Escárlian y suelen ser demasiado escurridizas.
—Debo cuidarme de que nuestra lider hermana no mande a pequeños entrometidos antes de partir porque si me descubriesen podria ser desterrada del Bosque —se decia la bruja Grínda a regañadientes— Ya no falta mucho para irme de casa y mis sentidos profeticos se estan alterando. Debo decirte algo Mandarino, —la tonalidad de la bruja se volvio mas seria—, he estado teniendo visiones alteradas y bastante confusas sobre una sombra postrada ante mi como si estuviese herido o herida y pidiendo ayuda sin hablarme, ademas en ocasiones se vuelve al revés, como si después yo estuviera postrada ante esa sombra y esa sombra me ayuda a levantarme.
La bruja se quedó en silencio dejando pasar unos cuantos pensamientos y suspiros mientras deambulaba en circulos cerca de su pequeño río a escala de su jardín con extraños peces multicolor nadando por doquier; Mandarino solo trataba de atraparlos con sus pequeñas garras pero eran demasido rapidos y ágiles.
La bruja se olvidó momentáneamente de las visiones y se ocupo de nuevo a su entrenamiento magico que ahora se decidió dedicarse a su especialidad, en su maestria de la Magia Natural y del Bienestar.
El crepúsculo se colgó en el cielo, la Bruja ya perdía la noción del tiempo y ni se daba cuenta cuando se pasaba de la hora del almuerzo y otros queberes. Nunca se cansaba de hechizar, en cada fallo que tenía se reía de ella misma o quedaba sorprendida por resultados inesperados y erróneos al hacerlo duatante el día y ya estando anocheciendo se encerraba para la clandestinidad.
Un par de días después de haber estado trabajando, la bruja Grínda se dispuso a hacer el aseo en su hogar de calabaza, ordenar todos sus libros y enciclopedias en su biblioteca enorme, lavar los trastos donde comía y hacia pociones y brujerías que se le encomendaban o hacia por su propia cuenta. En tanto se alistaba las cosas que iba a llevar en el viaje de lo cuál no era mucho más que su sombrero alto y picudo con su tunica vino oscuro favorita y su bolsa de viaje que se colgaba de un solo hombro. Acompañada de su fiel invocadora de magia, su varita como de su leal sirviente; Mandarino.
La bruja estaba deseosa de partir y a la vez no, ella no quería dejar su hogar ya que se ansiaba con los misterios y el costo del viaje que tendrá en el tiempo que les pueda tomar. Pues además de eso, ella estaba entusiasmada por partir y conocer así como enfrentar nuevas cosas que iban más allá de su Bosque.
—Mañana Mandarino partimos poco antes de que se asome el primer rayo del sol —decía la bruja mientras seguía empacando sus cosas—. Conoceré lo desconocido y probablemente desconozca lo que ya es conocido para mí, pero sin duda alguna es algo que debo afrontar... El otro bando ha llegado para reclamar el destino que quieren para la Tierra pero si de algo estoy segura es que la profecía es cierta y ya ha comenzado quiera o no. Esta tierra es muy basta y me sería imposible saber donde ya empezó la corrupción enemiga.
La bruja Grínda le daba vueltas a su cabeza tras la profecía que ella misma escribió y que aun no termina de hacerlo puesto que cada vez más se tornaban y pasaban de su clarividencia imágenes y pedazos irreconocibles de escenas borrosas e indistinguibles acerca del futuro que le podría deparar. Salio de su casa para dar una última vuelta alrededor de su árbol ancho.
—Sabes algo Mandaríno —la bruja contemplaba ahora su reflejo en el agua de los charcos que se hacían de los ríos diminutos en su bello jardín—. Tengo miedo, es la primera vez que tengo esta sensación que me bloquea los sentidos mágicos y físicos. Quisiera salir corriendo y ocultarme en un lugar muy lejos y fuera de peligro pero yo tengo un propósito. Para esto es que me he estado preparando varias facetas brujisticas. Pues desde que las brujas teníamos lugar entre los hombres, hemos sido criadas para combatir la corrupción de "él", sus seguidores y de su mundo. Siempre habrá terror y guerra para querer bienestar y balance. Ahora que ya no existen los Caballeros Elementales nos toca a nosotras poder hacer algo, y no me gustaría ver caer mi mundo.
La bruja se decaia en sus pensamientos tratando de asimilar lo bueno de la situación. Alzó su varita y con ello guardo sus cosas para partir al día siguiente rumbo a tierras conocidas y desconocidas.
ESTÁS LEYENDO
La Bruja Grínda I: La Encrucijada del Aquelarre©
FantasiLa Orden de Brujas del Bosque de Color Esmeralda se reúne al recibir rumores del regreso de antiguos enemigos conocidos en antaño como los Corsables. Al enterarse de esto, la líder de la Orden pone en marcha un plan de recuperación de las antiguas e...