Me encuentro afuera de su casa, siento como mis manos me sudan mientras las retuerzo delante mio ¿toco? o ....
No entiendo por que me estoy preguntando esto en este momento cuando solo ayer llegué tan decidida a esta casa y toque esa puerta con ímpetu, pero esa no era yo, esa era una actuación. Hoy decidí ser yo, solo yo, y la yo de ahora está extrañamente algo nerviosa. Miro un poco alrededor en busca de algo de valor para tocar la puerta, observo las casas vecinas, la extraña distribución que tienen los árboles alrededor de esta calle —que no deja de sorprenderme —que hacen que, ahora mismo, parezca un raro túnel, la luz del sol atenuada por el atardecer le da unos colores delicados a las hojas de los árboles desplazo mi mirada y veo a una persona que camina hacia mi por medio de la calle.
Un chico.
Conforme avanza noto que lleva unos pantalones cortos deportivos y una musculosa que deja notar una espalda atractivamente ancha y a la vista unos trabajados brazos pero sin llegar a ser hinchados, cada vez puedo ver a mejor resolución sus brazos marcados y la idea de querer ser atrapada entre ellos se comienza a formar en mi abobado cerebro, aquel chico aplaude sonoramente sacándome de mis pensamientos. Andrew se encuentra delante mio, con sus rizos algo aplastados y su rostro ligeramente sonrojado, me observa con una expresión expectante y socarrona.
Él se queda en silencio y yo logro formular apenas un ― Al parecer llegamos al mismo tiempo ― con la esperanza de que no haya notado mi estado, del cual seguramente va a querer burlarse.
― Al parecer te gusta decir lo obvio― se dirige hacia la puerta, saca sus llaves y la abre para mi.
― ¿Ahora eres un caballero?
― Sin importar el ser o cosa suelo ser bastante educado...
¿acaba de llamarme cosa?
―...a diferencia de ese tipo de personas que se te quedan viendo. Pasa, por favor.
Me indica con la cabeza que entre y lo hago de mala gana, este chico me va a petar un riñón, yo lo sé. Si no fuera por que lo necesito yo ya le hubiera, yo habría ¡Ya le habría hecho algo malo!
―Llegue ― informa Andrew una vez pasamos al recibidor, al instante una persona se asoma desde la cocina, una mujer de unos sesenta años sale rápidamente de esta y se acerca hacia nosotros.
―Cariño, bienvenido ― dice la señora dulcemente mientras alza las manos hacia el rostro de Andrew, este, demostrando que esto es costumbre, se agacha para que esta pueda alcanzar su rostro, puesto que la diferencia de altura es abismal, y se poner las manos en sus mejillas, sosteniendo él las manos de la señora.
Andrew repentinamente agarra a la señora y la abraza cariñosamente. ―¡Volviste! ―casi exclama ―¿como salio todo? ¿tus resultados salieron limpios cierto?
Necesito pestañear un par de veces para caer en cuenta que efectivamente el chico que estaba hace unos momentos afuera con su habitual humor amargado ahora era el mismo que se mostraba tan afectuoso y atento con otra persona.
La señora palmea juguetonamente su hombro ― Exagerado ― sonríe apartándose de él ― solo fueron dos días.
―Te extrañe...
¿esas palabras podían salir de él?
―... además casi muero bajo el régimen de Meg, si no cocinaba yo teníamos que comprar comida, ninguna comparada con la tuya.
La mujer comienza a reírse mientras acaricia a Andrew, yo me quedo en mi lugar, estática, sin decir una sola palabra hasta que la mujer deja de reír y su mirada se enfoca en mi, pestañea un par de veces y sonríe hacia Andrew ― Después hablaremos, creo que primero deberías contarme quien es esta señorita.
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Tu Existencia Complica La Mia©
Ficção AdolescenteElla huye, Él ignora, Ella actúa, Él se muestra, Ambos se encuentran. Sus mundos colicionan, Y los sentimientos que surgen no son la excepción. Katrice Hope, sin saberlo padece del "síndrome del Salvador" , el cual se intensifica cuando ocurre "el i...