Dulce princeso.

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—Mi querido amigo tartaja, estás equivocado, Eddie y yo no dormimos abrazados, yo amo a la madre de Eds - Respondió en un intento de disimulo el pelinegro.

Eddie le dió un golpe en el brazo a Richie y después miró su reloj.

—¡Mierda! Mamá debe estar preocupada, debo irme chicos. - El pequeño asmático se levantó se su lugar y después de despedirse se encamino hacia la puerta para marcharse.

Después de que Eddie se fuera, Bev miró a Richie.

—¿Te gusta Eddie? - Preguntó la pelirroja con tranquilidad.

El de lentes soltó un suspiro y respondió:

Creo... Creo que sí. Pero no le vayan a decir, no quiero que se aleje de mi.

Todos asintieron con la cabeza y cambiaron de tema para no incomodar a Richie.

Después de que todos se fueran, a excepción de Stan, Richie se dirigió a la casa de su amigo para comprobar que todo estuviera bien.

—¿Lo sabías Bill?

—Era muy ob-obvio ¿no crees Stan?

—Nunca me dí cuenta, hasta ahora.

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—¡Eddie! ¡Eddie! - el chico de lentes tomó una pequeña piedra del suelo y la lanzó hasta la ventana de la habitación de Eddie.

—¿Qué? ¡Richie mi madre está durmiendo!

—Lo sé. Ahora, déjame subir.

Eddie sacó una cuerda y la arrojó sosteniendo un extremo y dejando el otro caer por la ventana para que Richie lo agarre.

—Con cuidado, Rich

Richie tomó el extremo y comenzó a subir hasta llegar a la ventana.

—Oh princesa, vengo a salvarte de la gorda dragona - extendió su mano esperando a que Eddie la tome.

—¡Richie! - le dió un manotazo al darse cuenta que "la dragona" era su madre.

—Lo siento, dulce princeso. - soltó una risita y se acostó en la cama.

R e d d i eDonde viven las historias. Descúbrelo ahora