Matemáticas y amor.

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—¿A qué viniste? Estaba haciendo mi tarea de matemáticas.

—¿Quieres que te ayude?

—...Por favor.

Ambos chicos se dirigieron al escritorio de la habitación y se sentaron, Richie tomó un lápiz y comenzó a leer las ecuaciones.

—Están fáciles.

Mientras Richie explicaba la primera ecuación, Eddie no dejaba de verlo, de ver lo bien que se veía concentrado en algo y su cabello desordenado lo hacía ver jodidamente bien.

—¿Entendiste?

—¿Qué? Este... Sí, sí claro.

Eddie volvió a la realidad, se encontraba sonrojado y Richie solo lo veía confundido.

—¡Mierda!

—¿Qué?

—Están sucios, veo una mancha. - el pelinegro se quitó los lentes y los limpió con su playera.

Te ves jodidamente bien sin esos grandes lentes.

—Lo siento.

Eddie besó a Richie, Richie tardó unos segundos en entender lo que sucedía y le siguió el beso al pequeño. Se sintió bien, para ambos se sintió jodidamente bien, fué un beso pequeño y suave, pero fue suficiente para que ambos chicos se dieran cuenta de sus sentimientos.

Eddie fue el que terminó con el beso, necesitaba su inhalador, mientras que el pequeño usaba su aparato, Richie se puso sus lentes y fue ahí cuando vió las mejillas rojas de su amigo.

—Eres un tomate, Eds.

—Cállate.

—Callame. - el alto lo miró con una sonrisa pícara, viendo como el pequeño volvía a ponerse rojo.

Ambos chicos se quedaron callados al escuchar la puerta principal abrirse.

—¡Es mi padre! Escondete Rich, en el closet.

Richie siguió las órdenes de Eddie y guardó silencio al escuchar la puerta de la habitación abrirse.

—Eds, hijo, santo dios ¿por qué estás rojo?

—Yo... Estoy enfermo, es eso.

—¿Estabas con alguien? - preguntó al notar una silla extra, 2 lápices y la libreta en el lugar vacío del escritorio.

—...Richie.

—¡Oh! Claro, Tozier, lo recuerdo, es un buen muchacho. Bueno hijo, te dejo descansar. Buenas noches.

Y sin más, el padre se fue de la habitación. Después de unos segundos Richie, usando una sábana como capa, salió del closet y sin que pudiera hacer un chiste, Eddie lo calló con una pregunta.

—¿Eres gay o bisexual?

—No lo sé, solo sé que tú me gustas, Eddie Spaghetti.

Mientras Richie intentaba deshacer el nudo que sujetaba la "capa" a su cuello, Eddie se encontraba confundido, sonrojado y con una estúpida sonrisa en su rostro.

—¿Me ayudas?
—Eres como un niño pequeño, Rich.

Después de que Eddie desatara la sábana, sus rostros quedaron muy cerca, sus respiraciones se mezclaban y sucedió, de nuevo, pero esta vez Richie fué el que besó al pequeño. Eddie siguió y Richie tomó con delicadeza la mejilla del castaño.

¿Dos besos en una noche? Esto era nuevo, para ambos chicos.

R e d d i eDonde viven las historias. Descúbrelo ahora