Mientes - Cap 3

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Mientes
Capítulo 3

Por Eva_Evora

Inés: Mientes, sé que mientes

Se acercó y él giró quedando nuevamente frente a ella.

Victoriano: Piensa lo que quieras, la verdad es que ese beso me sirvió para probar que ese amor ya no existe más.

Inés: ¿Hablas en serio? ¿El amor que sentías por mí ya no existe más?

Victoriano: No existe ...

Ella cerró los ojos y suspiró sintiendo cómo las lágrimas caían de sus ojos.

Inés: Siendo así ... no existe nada más que me ate hasta esta casa.

Ella lo vio de espaldas por última vez, su corazón latía fuertemente.

Inés: Mañana mismo saldré de su casa.

Ella dio media vuelta intentando contener las lágrimas, lo había intentado, pero ya era demasiado tarde, otra mujer ocupaba la mente y el corazón del hombre que tanto amaba.

Victoriano dejó que ella se vaya, tal vez era mejor así ... Tal vez así le pondría punto final a aquella rotura que fue tenerla tan cerca a él todos esos años.

Cuando se quedó solo inhaló el camino que el olor de su cuerpo había dejado, su nariz lo llevó hasta la puerta de ella, apoyó sus manos en la madera fría y su frente chocó contra la dureza de esta.

Él tragó saliva la saliva que tenía en su boca, eso fue provocado por los dos besos que había intercambiado con ella momentos antes.

Al otro lado de la puerta estaba Inés apoyada con el corazón partido y el alma quebrada, lo había intentado, le había dicho que aquel amor de tantos años, a pesar del tiempo aún existía dentro de ella, pero para él esa confesión no significó nada ... Él ya había olvidado el amor que amos sintieron algún día.

...

Él respiró hondo, ahí no había nada para él, una vez más estaba equivocado, ese amor solo existió en su corazón; fue para su cuarto y se echó en la cama con ropa y zapatos, Victoriano cerró los ojos pasando la lengua por su boca, el sabor de los labios de Inés estaban impregnados en los suyos.

Él sonrío, nada más importaba, ya era tarde para vivir un amor lleno de tantas heridas y decepciones.

...

Al día siguiente fue al primer piso, ya estaba listo para el casamiento, superó, ya no podía dar vuelta atrás, caminó hacia su escritorio y se detuvo en la puerta.

Victoriano: Inés ... Inés ... quiero el desayuno en mi oficina.

Inés estaba en la mesa sirviendo el desayuno de las muchachas y superó al escuchar los gritos del patrón.

Diana: Es mi impresión o nuestro padre hoy está más mal humorado que de costumbre

Diana era una linda muchacha de 22 años, alegre y llena de vida, amaba la hacienda y quería seguir los pasos de su padre, estaba estudiando administración en la universidad de la ciudad y al contrario de sus hermanas, no tenía intensión de salir del lugar que tanto amaba.

Pero últimamente las actitudes de su padre estaba haciendo que cambie de idea, no soportaba a Debora Pinheiro, sabía que era una mujer mal intencionada, falsa y que estaba destinada a sacar la estabilidad de su familia.

Casandra: Creo que sí, por sus gritos el humor de nuestro papá esta inaguantable...

Casandra era la segunda hija, tenía una personalidad propia y traía en su corazón miedos y temores y un inmenso amor de hija por su nana querida.

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